Un año más, me acerqué a Liber a pispear qué es lo que había pensado la organización para los escritores. Esta edición se celebraba en Madrid asíque fui a echar un vistazo. Esta es la primera parte de mi crónica de un escritor visitando Liber19. En realidad, es solo una excusa para hablar de los asuntos que me interesan y que espero que entretengan tanto a escritores como lectores y editores.
Veamos.
Los que me conocen saben que no soy eventera. Es más, yo creo que un escritor debe estar más cerca de la gente normal que rodeándose del “mundo de la cultura”. Y a mí me pasa que encuentro más interés en la gente que viene de backgrounds diversos que en alguien que aspira a lo mismo que yo.
Personalmente, no creo que el mundo de la cultura sea especialmente interesante. Es raro, yo veo que a la gente le gusta rodearse de sus colegas. Yo siempre he huido de eso. El colegueo.
Pero a veces, pienso que a lo mejor debo hacer un esfuerzo.
Como autora siempre se renuevan las vagas esperanzas de que haya algo realmente interesante en este tipo de eventos.
Varias cosas debo decir antes sobre Liber.
Este año Amazon no estuvo presente por lo tanto no enviaron a sus autores código promocional para poder asistir de forma gratuita.
El proceso es el siguiente. Si eres autor o expositor alguien debe enviarte un código promocional. Puede ser una editorial o empresa que tenga stand en la feria. Así lo aclara Liber con los que me puse en contacto vía Twitter e Instagram. Debo decir que responden de forma veloz. Cuando vi que se acercaba la fecha límite para acreditarme, incluso intenté contactar con Amazon para ver si enviarían algún código promocional a sus autores pero no obtuve respuesta.
De todas formas, había decidido que si no obtenía el código promocional para asistir de forma gratuita, no pagaría los 20 euros que salía la entrada.
Señores, si eres autor, no lo vale.
Esto no habla mal de Liber. Simplemente este encuentro no está pensando expresamente para los autores. En los últimos años, la organización ha hecho un tenue esfuerzo por fomentar algún tipo de actividad dirigida a los autores pero siempre poniendo el foco en que el escritor es un sujeto al que hay que venderle algo. De esto ya hablé en tres artículos que dediqué hace dos años a hablar sobre Liber17. Los he vuelto a leer hace poco y debo decir que no pierden vigencia.
Pero volvamos al evento.
Las cosas sucedieron del siguiente modo.
Cuando se acercaba la fecha límite para acreditarse vía la web, el mismo Liber me envió un código promocional. Esto se los comento a los autores.
El que no llora no mama.
Evidentemente, Liber vio que nadie me lo enviaría y pensó que no les costaba nada que asistiera y, además, quedaban bien con una bloguera.
Lo han logrado. Por supuesto, agradezco la deferencia. Así que esa es la razón por la que este año asistí.

Ante todo una hago una aclaración. Liber está promovido por la Federación de Gremios de editores de España. No es un detalle menor. Allí van los editores a hacer negocio. Y ese es el principal objetivo de la feria. Esto lo tienen que entender los autores. Cualquier actividad que se organice en ese marco va a ir destinada a fomentar ese objetivo.
Dicho esto, me acerqué el día 9. Soleado. Calor en exceso para esta altura del año. Antes de comentar la charla a la que asistí debo decir que varias cosas de orden práctico habían cambiado. El espacio era el mismo. Liber es una feria pequeña pero hace dos años había una zona para estacionarse con sillones. Esta vez, no lo había. Estabas medio obligado a deambular o consumir. Solo existían pequeños recovecos donde la gente se amuchaba. Por otra parte, no había enchufes para cargar el móvil.
Grave error.
Por suerte, encontré uno en un baño. Luego me dijo una azafata que había que salir del recinto (WTF?). ¿O sea que me tengo que ir de la feria para poder cargar el móvil? No tiene sentido. Una feria de negocios tiene que tener este asunto más que solucionado. Al final, escondido en una esquina encontré un enchufe y me quedé un rato de pie mientras cargaba un poco la batería.
Una cosa más, las salas de las charlas no tenían techo por lo tanto se escuchaba el megáfono cuando la feria tenía que comunicar cosas y daba sensación de aeropuerto. Horrible, porque no se escuchaba bien y eso no fomentó mucho el debate. O a mí me daba pereza hablar porque era como charlar de temas más o menos serios en la T4 de Barajas. Por último: ¡Los precios de la cafetería! Por Dios, ¿hay necesidad?
Disculpen el excurso en relación a los asuntos prácticos. Es chiquitaje pero a veces esas cosas pequeñas son un mundo y una buena crónica debe tenerlos en cuenta. Mañana les cuento qué me pareció la mesa de escritores que presentaba un informe muy interesante (en especial, por lo que no aparecía allí).
Mañana más.
En breve, podrás leer la segunda parte de esta crónica de un escritor visitando Liber19.
¿Eres autor, traductor, editor? ¿Has estado en la Feria? ¡Te espero en los comentarios!
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