Las lluvias y los rayos invitan a seguir trabajando. Y, aprovechando el descanso del Mundial, la mente se concede unas horas de tregua eufórica y patriótica y vuelve contenta a sus quehaceres cotidianos. Calmos. Constantes y placenteros. Cortoplacistas e inquietos.
Después de los primeros días de Los viajes sonámbulos en papel tengo que confesar que la recepción está siendo genial. Las ventas están ahí: constantes en un goteo que me entusiasma. Vender un ejemplar en papel significa muchas cosas. No solo que lo leerá el comprador sino que también algún familiar o amigo. Espero que los ejemplares circulen por allí y no se queden juntando polvo en una biblioteca. Por otra parte, cumplo con el viejo sueño de transformarme en una especie de almacenera vendedora de algún tipo de objeto. Me enloquecen los paquetes, los envoltorios, las bolsitas y los moños de regalo. Un detalle frívolo que probablemente no debería contar si quiero mantener una imagen de escritora “seria” que publica en una editorial convencional y filosofea sobre la escena literaria contemporánea. Lo siento señores, en ese caso, se han equivocado de blog…y de persona.
Hace poco me preguntaban qué esperaba de la novela. A parte de vivir de esto, espero que los lectores de Los viajes sonámbulos, por lo menos se enganchen y quieran seguir leyendo.
No quiero cambiar el mundo. Ni escribir para eruditos. Ni reflexionar sobre “mis influencias literarias” y todas esas chorradas. No me interesa especialmente la “escena literaria”. Escribo como otros hacen sillas o leen el tiempo. No hay nada de especial.
No soy un bicho literario ni pretendo serlo. Solo aspiro que el que agarre el libro lo termine. Que no se aburra. No sé qué es la buena literatura. Ni aspiro a ello. Creo que es buscar una quimera.
Y digo todo esto porque me lo preguntan. Y cuando eso sucede digo estupideces o lo primero que me viene a la mente. Por eso, prefiero el solitario oficio de escribir que me permite reflexionar sobre lo que oigo y sobre lo que veo.
En este momento, estoy intentando dar a conocer la novela a más público por eso estoy bastante presente en las redes sociales. No queda otra. Debo decir que Twitter me está ayudando bastante. Al principio, era recelosa y no me animaba a salir del cómodo sofá que significa Facebook: aquel rincón de amigos que se juntan en la barra de un bar a charlar sobre las vacaciones o a hablar de política.
Sin embargo, una vez dado el salto debo decir que el número de seguidores en FB se ha estancado y en Twitter no para de crecer aunque a un ritmo lento pero constante.
En esta empresa, cuento con ustedes, los lectores del blog y del libro.
Esta semana he publicado alguna foto de Tetuán ya que será uno de las locaciones de mi próxima novela. Para los que no son españoles Tetuán es barrio del norte de Madrid que ha cambiado mucho en las últimas décadas tanto por la inmigración como por la especulación inmobiliaria. En efecto, este barrio es una buena muestra de lo que fue España después de la posguerra, en la época del boom inmobiliario y en la posterior resaca que dejó la crisis económica: casas humildes de ladrillo visto, conviviendo con torres de oficinas altas hasta el infinito, escombros y grúas, calles destrozadas por un cambio de planeamiento urbano. Y los vecinos: un variopinto colectivo.
Una linda estampa de Madrid en julio. |
Por todo esto, me parece interesante que mi novela transcurra allí. Los lectores de Los viajes sonámbulos ya saben que en mis historias siempre introduzco elementos de contexto económico. La economía transforma las vidas de las personas. Y en parte, eso se ve reflejado en mis obras. No está planeado. No está pensado. Pero así sucede y no puedo evitarlo.
En breve subiré más fotos y les iré contando un poco de qué va esta historia. Espero tener listo un borrador a fin de año así que invito al que quiera a ser un lector beta. Sigo pensando que lo más difícil para un escritor es encontrar a alguien que lea tu obra y sea capaz de hacer observaciones inteligentes. No solo requiere tiempo sino interés sincero en la obra. Es complicado y es un recurso escaso.
En cuanto a CreateSpace, estoy conforme por el momento con el servicio. Aparte de estar la obra disponible en Amazon para la compra, he adquirido ejemplares a precio de autor para tener en casa y vender a allegados. Ojo con la Aduana: me cobraron 21 euros por el envío de 15 ejemplares, aparte de los gastos de transporte. Aún así, sale a cuenta porque el precio de autor por unidad está en torno a 4 dólares por lo que el margen es todo para vos, o puedes vender más barato. Es una buena opción si puedes planificar y hacerte un envío lento, en ese caso, el margen que te queda como autor es mayor.
Hace poco leía en un blog una opción interesante para vender algunos ejemplares a aquellas personas que por alguna razón no quieren comprar en Amazon, me refiero a amigos o gente del entorno más cercano: bajar el precio de la obra hasta el mínimo, hacer una compra en Amazon.es y luego volver a subir el precio. En ese caso, los gastos de envío bajan exponencialmente (si es que no desaparecen en caso de que tengas una cuenta Premium o compres muchos ejemplares) y además no hay que pagar Aduanas. Es una opción que no descarto.
Por último, temo que mis lectores en Argentina no puedan acceder fácilmente a la obra por las restricciones que existen a la compra de bienes importados. Aduanas, recargos de la tarjeta de crédito, etc. Estaría bien que alguien de allí nos informara como se están gestionando los envíos de Amazon a ese país. En especial, libros.
Por último, debo decirles que sigo con Thomas Piketty, lenta pero sin pausa. Es probable que escriba algún tipo de reseña en el Canguro Filósofo. Ya saben que la economía cambia la vida de la gente. Nos guste o no nos guste.
Me pueden llamar fenicia. Pero esto es así. Es un hecho.
Y los hechos son sagrados.
"Vender un ejemplar en papel significa muchas cosas", coincido 100 % con eso, y con el resto de la generosa entrada que permitís a tu laboratorio.