Llevo un tiempo alejada de mi segunda novela. Otros asuntos me tienen muy entretenida. Sigo escribiendo pero otros géneros. Otros temas más serios.
Pero sigo conectada con la literatura siempre. Es inevitable. Este mes me ha dado por los policiales y he descubierto la figura de Benjamín Black (puedes ver mis reseñas en Goodreads). La verdad es que hace tiempo que no enganchaba con un buen policial. Creo que es un gran género pero han surgido autores más comerciales y ya no es fácil distinguir la buena literatura del mero entretenimiento.
Ambas cosas son válidas y, yo diría, necesarias. Ser entretenido es un gran mérito pero yo buscaba algo más.
A lo mejor me estoy volviendo sibarita como con la comida y además de alimentarme quiero descubrir algo de poesía en lo que como.
Pues bien, Benjamín Black aúna las dos cosas. El alimento y el buen comer. Los relatos de los personajes son pausados y sabe transmitir ese ambiente un poco espeso y lúgubre de la Irlanda de los años cincuenta. Y, como escritora, no puedo dejar de sentir envidia sana.
Pero volviendo a los que nos atañe. He visto en las últimas semanas que una serie de personajes de la televisión han publicado libros de diversas temáticas de ficción y no ficción. No me extraña: siempre es negocio que un personaje más o menos mediático escriba un libro. Desde el punto de vista editorial es un acierto.
Pero me pregunto si el oficio de escribir, que yo lo considero solitario, duro y desconcertante, es posible desarrollarlo en un ambiente tan absorbente como puede ser el de la televisión donde hay que estar pendiente de cosas banales las 24 horas del día. No es una crítica. No pienso juzgar si la televisión es buen medio pero me pregunto si es posible, por las dinámicas de trabajo que se manejan tener la suficiente claridad mental para escribir algo más o menos complejo.
Escribir es duro. Ya lo dije antes. Escribir es crear una historia a ciegas. Sin saber si va a gustar. Escribir es que te maten a críticas y es moverse por un bosque encantado oscuro y maravilloso pero poco gratificante. Me cuesta creer que bajo las luces de la televisión sea posible obtener esa calma, esa soledad necesaria para escribir. Pero aún más me cuesta creer que sea posible encontrar esa cuota de incertidumbre e inseguridad necesarias para disparar la adrenalina del escritor.
De alguna manera al escritor lo imagino hambriento. Sediento de palabras y un poco incómodo. Con esa sensación de que la silla molesta. De que la vida no puede ser perfecta. De que escribir es un escape maravilloso para imaginar mundos imposibles alejados de esa silla dura que solo nos recuerda lo minúsculo de nuestra existencia.
Por favor, no me malinterpreten. No estoy concibiendo un escritor pesimista o apesadumbrado con la vida. Solamente un ser un poco jodido. Cercano a los problemas de la gente.
Casi un poco sucio. Pero siempre con una herramienta a mano para observar el mundo.
Y disfrutarlo.
Me gusta mucho lo que he leído. AZdem ñas, voy a buscarlo a ese Black
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Me gusta mucho lo que he leído. Además, voy a buscarlo a ese Black
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