ACTUALIZADA NOVIEMBRE 2020 Hoy es el día de las librerías y siempre aprovecho para hablar, una vez más, sobre la compleja relación entre los libreros y Amazon. Pero pasan los años y seguimos quejándonos de lo mismo. El monstruo de las nuevas tecnologías vs el pequeño librero.
¿Hay corporativismo en el mundo de la cultura?
En general, no me identifico con los creadores que se ponen en plan quejoso mostrando a los cuatro vientos por qué su obra es lo más importante y por qué hay que salvar el sector.
El corporativismo me cansa, señores.
¿Nunca va a ver un médico defendiendo la educación? ¿O un artista luchando por la Sanidad? Ya, ya sé que hay casos pero estamos cada uno en nuestros compartimentos sin ver lo que realmente se cuece más allá de España, en el mundo.
Y hablando de empresas tecnológicas, acabo de leer una entrevista en El País a Marc Fumaroli, que parece ver en Amazon la materialización de todos los demonios. Y sí, es francés y la verdad, debo decirlo, todo ese rollo antiamericano ya cansa un poco.
Y me parece hasta un poco vintage.
El escritor es más precario que el librero
Se llenan la boca hablando de los libreros, del sector, de los trabajadores.
¿Y el lector? ¿Y el autor? ¿No tiene nada que decir? Se quejan diciendo que no pueden sobrevivir con el margen del 30%. ¿Ustedes creen que el autor puede sobrevivir con un margen del 10%? De eso, nadie habla. O a nadie le importa. El escritor nunca está en la agenda.
Y pasan los años y me topo con la reciente noticia de que los libreros españoles han creado una suerte de Amazon alternativo para vender sus propios libros online.
Yo valoro la librería y la compra por Internet. Hay que pensar también en los que viven en ciudades pequeñas o leen en otros idiomas ¿qué hacemos con ellos? Por otro lado, veo una falta de coherencia total en los libreros. Dicen que están contra Amazon y quieren montar el mismo servicio que Amazon.
Pero, por favor.
¿Es realmente anticapitalista ir contra Amazon?
Por último, para los que dicen: no hay que dar dinero a las multinacionales explotadoras. ¿Se creen que no hay explotación en el comercio minorista? Y si vamos a guiarnos por la explotación a los trabajadores, entonces, no compremos ropa ni juguetes, ni nos tomemos una caña, ni vayamos a un hotel (¿por que saben lo gana la gente en hostelería? ¿Y lo que gana un peluquero en España?). Es decir, tendríamos que dejar de consumir. ¿Es eso lo que proponen? Quizas, no es mala idea hacer boicot al capitalismo pero no creo que sea lo que los libreros tienen en mente.
Por último, si el Amazon español prospera, ¿quien te crees que va a ir a llevarte el libro a tu casa? ¿el librero? Quizás, en algún caso o puede que te lo lleve un tercerizado.
Otro tema.
Los recomendadores
Me encuentro con discursos buenistas como que el lector busca el consejo del librero. A ver. Habrá libreros majos pero yo cuando voy a una librería me gusta estar a mi aire y que no me molesten. Es raro que pida consejo a un librero. Lo que le pido a una librería es que sea cómoda, tenga sillones, incluso un café. Estoy llevando muy mal que, por causa de esta pandemia, hayan quitado los sillones para leer. Creo que la mayoría nos dejamos llevar por las recomendaciones de familia o amigos o, quizás, reviews en Amazon.
¿Quiénes son los esenciales?
En conclusión, veo mucho narcisismo en este asunto. El librero me viene a contar que es imprescindible. Es como si el autor me quisiera convencer de lo importante de su obra. A mí hasta me daría verguenza decir que los escritores somos importantes para la humanidad. Para mí, un plomero es importante. Un dentista que me cuida los dientes. O un albañil que hace casas. Y por supuesto, sin cultura me moriría de asco y mi vida sería gris pero sería incapaz de hablar de ser esencial para alguien. ¿Quién soy yo para decirle al mundo lo importante que es mi trabajo para la sociedad? Eso lo tendrá que decir la gente.
A ver, entiendo que quieran salvar sus puestos de trabajo y los banco a muerte por eso pero… ¡todo el mundo quiere salvar su puesto de trabajo! A veces, me río cuando leo los folletos de los dentistas hablando de lo esencial de la salud bucodental o de los correctores que te dicen lo importante que es una obra bien corregida. Sí, obvio. Ya lo sabemos pero que lo diga la parte interesada, le quita seriedad al asunto.
Yo no defiendo a Amazon pero tampoco al librero. Consumo de los dos porque creo que hay lugar para que convivan ambos.
¿Hay que terminar con los monopolios?
Y en lo que a la posición monopólica de Amazon se refiere, solo tengo que decir que la competencia perfecta solo existe en los libros de texto. La vida económica está infestada de monopolios y oligopolios y a lo que máximo que podemos aspirar es a una sana “competencia monopolística”.
Si tenemos ganas de escandalizarnos busquemos monopolios en los servicios públicos, aquellos que no tenemos otra opción que consumir como la recogida de basuras, el agua o el alcantarillado. Y pregúntese si esas empresas han competido para dar el servicio que brindan… ahí sí puedo entender la indignación hacia el monopolio pero… ¿en los libros?
En el caso de los libros o de cualquier bien más o menos cultural todavía podemos apelar a la soberanía del consumidor y, es en este campo, que sin el apoyo de los consumidores (lectores en este caso) no hay monopolio.

Me encantan las librerías pequeñas, tienen su encanto y uno piensa que puede encontrar aquella joya. Pero, lamento decirlo, no me da ninguna pena el pequeño librero parisino que se mencionaba en el artículo que cité al comienzo.
Las librerías en las ciudades pequeñas
Tengo que volver a decir otra vez que la ciudad pequeña y el pueblo sin Amazon está condenada a los best seller de turno en la papelería (con suerte). Y lo mismo pasa en importantes ciudades de provincias como Tarragona o Lleida donde la oferta de librerías es un desastre. O hay una sola librería, monopólica por cierto, que vive de vender cartucheras y material escolar o Las 50 sombras de Grey.
¿Alguien se escandaliza por esos monopolios que te venden una Pilot V6 más cara y que encima cierran dos horas a la hora de la siesta?
Señores, aquí todos son comerciantes, los grandes y los pequeños y cada uno defiende sus intereses.
Y entiendo que así sea.
Pero volviendo a los libreros… en estos tiempos de crisis, no puedo dejar de pensar en otros colectivos mucho más desfavorecidos que en el nostálgico librero de París. ¿Será falta de empatía?
Y en este mundo de pateras, de alambrados y de gente que muere en el desierto de sed, los libreros no cuentan en mi lista de colectivos a sentir pena. Yo les diría que intenten escuchar al lector y olvidarse un poco de la “corporación”.
Amazon no busca la bondad
Soy consciente de que Amazon es una empresa que quiere ganar dinero (vivimos en un mundo capitalista) pero el servicio que brinda parece gustar a demasiada gente y, como en todo mercado, cuando entra un nuevo actor hay ganadores y perdedores.
No lo defiendo. Lo describo. Tampoco tengo razones para defender a Amazon. La política de royalties me parece, por lo menos, opaca y la burocracia que rodea todo el proceso desalienta a más de uno pero lo que no puedo negar es que, aun teniendo una posición dominante en el mercado (algo muy distinto de ser un monopolista) actúa como en un régimen de competencia. Ni hablar de su sistema de Afiliados, ni su Premio Amazon que no me gustan nada. Los que me leen habitualmente saben lo que pienso de esta empresa. Pero…
¿Realmente creen que si Amazon fuera un monopolio nos freiría a mails con promociones y con su agresiva política de marketing?
No, los monopolios no necesitan del marketing porque tienen un mercado cautivo (y si no piense en cualquier servicio público que reciba en su comunidad y vea si se “pelean” por usted).
Amazon sabe que en cualquier momento nos puede perder y eso es lo que lo hace intentar mejorar su servicio todo el rato (si lo logra y a costa de qué es otra discusión y la podemos tener también).
Sin embargo, con Amazon no nos da la sensación de estar en el monopolio del librero de turno que se sienta en su banco a esperar que entre alguien y que te maltrata cuando le preguntás si podés sacarle el plástico a un libro para hojearlo (no hay que generalizar porque hay libreros realmente simpáticos).
Imagínese para ese vecino de pueblo que quiere leer Guerra y paz, edición Alianza bolsillo cuando llega a su librería-papelería y ve que lo único que puede comprar son cromos para su nieto.
Díganme si eso es competencia y si no consulte Microeconomía intermedia de Varian o cualquier libro de economía básica que encuentre y después me cuenta.
Por favor, este no es un ataque a los libreros. En el fondo, los envidio (¿Quién no quiso ser librero de mayor?).
Solo pido que dejemos de dotar de moralidad a empresas que existen porque los gobiernos y los consumidores así lo quieren. Los libreros y Amazon están condenados a entenderse.
Hoy me pongo el poncho a pasar de este otoño frío y sin calefacción.
Solo un Hijoputa bien frío me ayuda a entrar en calor.
Estoy por terminar con Skidelsky (la maravillosa biografía de Keynes) y me pregunto… ¿quién será el próximo?
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