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Silvia Zuleta Romano

Sobre el oficio de escribir, el capitalismo y otras hierbas

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El trabajo de pintar la verja y otras reflexiones

Silvia Zuleta · 6 junio, 2022 · 3 comentarios

Hoy hablamos de los trabajos apreciados y ninguneados. También nos preguntamos qué expectativas creamos en nuestros niños cuando les deseamos trabajos prestigiosos.

Tabla de contenidos

  • Ningún niño quiere limpiar mocos de mayor
  • El amor por hacer las cosas bien no es capitalista
  • Hacer ciencia y arte requiere mucho trabajo NO remunerado
  • Lavar los platos es poco prestigioso
  • Llamemos a los robots
  • El budismo y el trabajo cíclico

Ningún niño quiere limpiar mocos de mayor

Cuando les preguntamos a nuestros hijos qué quieren ser, a menudo dicen cosas bastante comunes como piloto, ciclista, diseñador. Se ven a sí mismos ejerciendo profesiones «trascendentes» quizás porque nosotros los adultos, les imponemos ciertos modelos.

No he conocido ningún niño que diga: quiero limpiar casas, quiero dedicarme a quitar cutículas de los pies de la gente  o quiero limpiar los mocos de niños ajenos. Lo máximo que podemos escuchar son profesiones relacionadas con manejar la caja. Yo quería ser cajera de supermercado. Recuerdo de chica mirar fascinada cómo esas mujeres organizaban  los billetes y las monedas. Y las admiraba porque me parecía muy difícil eso de calcular el cambio.

Hace un tiempo, dije en Cambiar el futuro es cambiar la conversación que me parecía que cada vez había más gente que se autopercibía desempleada. Gente a la que la sociedad, o ellos mismos, le puso un cartel de parado. Sin embargo, cuando rascás un poco te das cuenta de que mucha de esa gente está aportando al capitalismo de otra manera que no es remunerada. Es lo que a menudo llamamos trabajo invisible. Hablo justamente de esas actividades que ningún niño quiere hacer y que ningún padre desea para su hijo.

El amor por hacer las cosas bien no es capitalista

Hay toda una serie de actividades que también están mal pagadas y son aquellas que tienen que ver con la ciencia y el arte.

Estas actividades, sí se las deseamos a nuestros hijos aunque todavía hay padres que piensan que se van a morir de hambre y entonces les dicen: estudiá otra cosa por las dudas.

Ese miedo era entendible, décadas atrás cuando parecía que había carreras que aseguraban cierta estabilidad. Pero ahora, vamos hacia un modelo en el que van a sobrar ingenieros, economistas, incluso bomberos. No es viable que todos se dedican a estudiar carreras que luego no van a tener salida.

Pero luego pienso: estudiar siempre vale la pena si no lo pensamos solamente como un camino a la vida laboral. Estudiar, sea lo que sea, siempre sirve y es un buen entrenamiento para la vida. Amplia horizontes. Te salva muchas veces. Siempre es un buen ejercicio hacer algo sin saber por qué uno lo hace o sin ver una consecuencia inmediata. Recuerdo siempre cuando empecé a estudiar Filosofía y había gente que me decía. Es por hobby, ¿no? No podían entender que no era mi lógica elegir una actividad pensando en metas laborales, que son además, opacas y cambiantes. ¿No les parece un poco arriesgado solo elegir una carrera por esas razones? ¿No se abre un abanico de posibilidades cuando conectamos con algo disfrutamos mucho?

Pero volvamos a todo ese trabajo NO remunerado que realizamos sin saber ¿Cuánto de trabajo gratis es necesario para que surja algo «valioso»?

El que va tranquilo o tranquila a la oficina mientras sus hijos están cuidados y duchados y recogidos, a menudo tiene a alguien que le plancha, alguien que se ocupa de las extraescolares de sus chicos, que los busca, que los consuela, que les limpia esos mocos o que los despioja. ¿Cuánto vale todo eso en el mercado? ¿Cuánto de ese sueldo que ganará ese trabajador remunerado se lo debe a esa otra persona que estuvo colaborando? ¿Cómo premia el sistema a todos esos trabajadores silenciosos que están fuera de las Cuenas Nacionales de los países?

A menudo, se asocia la idea de progreso personal con la realización de estas actividades sumamente visibles. Esto casi es más importante que el dinero. Pero aun así, siguen las cosas sin cambiar. Sigue habiendo alguien que tiene realizar todas esas tareas de cuidados que no remunera el sistema. Y si vamos hacia un mundo en el que no es sostenible que todos sean ingenieros ¿cómo hacemos para no generar expectativas poco realistas en los niños? ¿No sería más práctico educarlos en la paciencia y el amor por el conocimiento y el arte? ¿No les damos así más herramientas para aquellos momentos de turbulencia?

Hacer ciencia y arte requiere mucho trabajo NO remunerado

Pero vayamos a ese segundo grupo también muy miserable y precario aunque con algo más de prestigio. El de los escritores y científicos.

Dense cuenta que en este segundo grupo, el de las actividades artísticas y científicas, es necesario el ensayo y el error y una alta dosis de libertad en el proceso creativo. Eso es incompatible con el sistema económico. Ya lo dijo Bifo Berardi en su excelente Futurabilidad, el verdadero conocimiento no debe ser funcional al capital, tiene que experimentar, ir más allá de lo conocido.

Hace tiempo les hablé de Humboldt y sus enormes aportes a la ciencia y al estudio del cambio climático. A los niños del taller que di hace unos meses, les expliqué que mucho del trabajo que hizo Humboldt fue NO remunerado. Lo hizo por amor a la ciencia y el conocimiento. Seguramente si se hubiese sometido a los parámetros de costo beneficio, nunca hubiese podido hacer los viajes de exploración que realizó sin embargo, algo tan fortuito como la herencia de su madre, le permitió solventar los viajes y la publicación de sus libros.

Tendríamos que enseñar eso a nuestros niños. Que  a veces hay que hacer las cosas por el amor y la pasión a hacerlas bien. Porque hay algo placentero y hermoso cuando uno disfruta lo que hace.

Hay algo también de paciencia en el proceso. Algo que tiene que ver con la carrera de fondo.

Sabes que no sabes. La incertidumbre manda.

Nunca es seguro que el trabajo que estás haciendo va a fructificar y sin embargo, es el camino que debes seguir para obtener algo, lo que sea. A veces necesitas tres o diez intentos hasta dar con el resultado. Y esas primeras nueve veces, nadie te la pagó. ¿Es tiempo perdido? Por supuesto que no, fueron necesarias para que la décima saliera bien.

 A menudo me encuentro con gente que empieza a escribir y me dice: “escribí 10 paginas, no me gustan pero me da pena tirarlas”. Lo que muchos no saben es que es necesario para llegar ese resultado, el que sea, escribir nueve páginas, quemarlas y quedarte con la décima. Eso no es perder el tiempo. Es ese trabajo invisible que nadie ve y, como nadie lo ve, creemos que no existe.

Lavar los platos es poco prestigioso

Lo mismo pasa cuando limpio la mesa que una y otra vez se ensucia. Hay gente que se frustra y dice, ya limpié la mesa 10 veces. Y piensan que es como tirar el tiempo a la basura y en realidad es necesario limpiar esa mesa 10 veces. Y las primeras nueve veces, no se verán, no se plasmarán en ninguna minuta, nadie se dará cuenta y quizás por eso es tan frustrante para que el que realiza esas tareas.

No es solo el dinero. Es una soledad muy grande. Es como si nadie viera el trabajo. La sociedad no lo ve y no existe. Entonces, esa gente anda diciendo que es desempleada. Además, como son trabajadores aislados, no se pueden agrupar, no pueden armar un sindicato. El oprimido de la fábrica al menos tenía a sus colegas con los que se podía juntar a conspirar pero ahora el capitalismo ha logrado que haya un ejercito de precarios totalmente atomizados.

¿No es un poco psicópata esta sociedad? Hay gente diciendo que no trabaja. Hay gente que no aparece en las estadísticas. Quizás esa misma gente esté diciendole en este momento a sus hijos: ten un trabajo que no sea entrópico, que no se invisible, presionando aun más a esos pequeños seres humanos a que busquen algo que, quizás no encuentren.

Pero vayamos más allá. ¿Por qué son estas actividades tan importantes y al mismo tiempo tan mal pagadas o NO pagadas directamente?

¿Que las distingue del resto?

Se me ocurren algunas cosas.

  • Son trabajos que no requieren calificación (en algunos casos).
  • Son trabajos en los que hay AMOR implicado.
  • Son trabajos en donde la oferta es superior a la demanda.
  • Requieren de una enorme paciencia y fortaleza mental. Son como una carrera de fondo.
  • No se ven. Son invisibles. Y como no se ven. Para muchos, no existen.

Llamemos a los robots

Es un poco como si te dijeran: tu trabajo se autodestruirá al cabo de 24 horas. No se capitaliza. Todos los días vuelve a empezar. ¿Qué fortaleza mental se necesita para soportar que nadie vea o valore tu trabajo?

Yo abogo por un robot que hiciera todo ese trabajo desagradable, rutinario y aburrido pero aun así, hay otras actividades que no sería ético que las hiciera un robot como puede ser cuidar niños y ancianos.

Entonces, ¿no sería posible eliminar la ansiedad y la desazón en torno al mundo del trabajo si pudiéramos redefinir este concepto? ¿No se aliviarían los corazones de miles de trabajadores que no se sienten reconocidos o que, tienen ese reconocimiento pero pagando un precio muy alto?

Algunos creen que la renta básica tendría ese propósito. Y lo suscribo si está bien pensada, no como una limosna sino como una verdadera remuneración por aquel trabajo invisible. Una renta que permitiera un verdadero plan de vida en el que salga a cuenta dedicarte a la tarea de los cuidados o de la ciencia o del arte.

El budismo y el trabajo cíclico

Y entonces me acuerdo de la primera escena de Karate Kit en la que el maestro manda al alumno a pintar la verja, limpiar los pisos, etc. El alumno se queda extrañado, él fue a aprender karate, no a pintar verjas.

Quizás todos deberíamos aprender a pintar verjas.

Quizás deberíamos salir de ese laberinto infame que es la especialización y ver qué hace el de al lado.

Pero sigue escapándoseme algo. Acudo otra vez a Fridjot Capra[1] que entrevista a Hazel Henderson, una pionera en esto de la mujer y la economía con perspectiva ecológica.

Hay algo en común entre la economía feminista y la economía de la cultura porque ambas implican trabajo precario y poco remunerado. Pero ella habla de dos tipos de trabajo: el cíclico o entrópico que es aquel que hay que rehacer todo el rato, como barrer, lavar los platos o pintar una verja. No es casual que este tipo de trabajo lo realicen las mujeres y grupos minoritarios. Son esenciales para el capitalismo y se remuneran poco y nada.

Y luego están aquellos trabajos que dejan una huella, algo concreto, tampoco es casual que normalmente sean las actividades más contaminantes. Es interesante este diálogo porque sí que ahonda en esa idea budista de los trabajos cíclicos en donde el aprendizaje está en hacer y rehacer una tarea constantemente que, además, es invisible. Conecta con la espiritualidad no solo de budistas sino también de monjes y frailes cristianos.

Y ahora los dejo. Me voy a tomar mi vermuth mientras mi chico recoge los platos.


[1] Capra, Fritjof. Sabiduría insólita. Kairós. 1992

Publicado en: Filosofía no académica Etiquetado como: economía budista, economía feminista, trabajo invisible

¡Gracias por compartirlo!

Interacciones con los lectores

Comentarios

  1. Ignacio dice

    6 junio, 2022 a las 21:33

    «o que muchos no saben es que es necesario para llegar ese resultado, el que sea, escribir nueve páginas, quemarlas y quedarte con la décima. Eso no es perder el tiempo. Es ese trabajo invisible que nadie ve y, como nadie lo ve, creemos que no existe.» muy sabio eso

    Responder
  2. Ignacio dice

    6 junio, 2022 a las 21:34

    muy sabio eso

    Responder
    • Silvia Zuleta dice

      6 junio, 2022 a las 21:37

      Gracias.

      Responder

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