En estos días de reflexión en todos lados sobre la mujer, he querido seguir pensando en clave de género sobre varios asuntos. En Por qué los hombres no leen a Elena Ferrante y otras preguntas acerca del feminismo venía diciendo que no había leído muchas mujeres. En todo este tiempo, he leído a muchas más y he sacado algunas conclusiones interesantes.
¿Por qué hay una literatura que interesa más a mujeres que a hombres? ¿Qué tiene que ver el marketing en todo esto? ¿Por qué en los catálogos de la Casa del libro se habla de literatura “Por y para ellas”? ¿Hay algo en la forma de narrar o en los temas que repele a los hombres? ¿Qué escritoras triunfan más entre los hombres? ¿Leen los hombres a escritoras?
Grace Paley, escritora y activista, decía:
«Las mujeres escriben diferente a los hombres. Tenemos mucha conversación doméstica o personal. Las mujeres se sienten cómodas hablando de lo personal, a diferencia de los hombres. Las mujeres han comprado libros escritos por hombres desde siempre, y se dieron cuenta de que no eran libros sobre ellas. Pero continuaron haciéndolo con gran interés porque era como leer sobre un país extranjero. Los hombres nunca han devuelto la cortesía[1]«.
No tengo respuestas a muchas de estas preguntas pero hoy me quiero enfocar en un asunto que me pareció interesante. A veces, se habla de literatura feminista a aquella que resalta los problemas o dilemas que se enfrenta una persona por el hecho de ser mujer. Esto abarca todo una serie de temas que pasan desde lo personal hasta lo laboral, la violencia, la política, etc. Hay muchas aristas y muy logradas. No podemos dejar recordar la opresión de un ama de casa en Ms Dolloway o las peripecias de Lenú como madre, como hija, como estudiante y como amante en la saga de Elena Ferrante.
Sin embargo, ¿será posible desmentir a Grace Paley? Es decir, ¿podemos encontrar grandes historias protagonizada por mujeres contadas por hombres? ¿Podemos hablar de una literatura, llamémosla feminista, pero escrita por hombres? No me refiero a obras en las que la mujer sea protagonista, sino en la que se relate la historia desde su psiquis, desde su punto de vista (más allá de que esté escrita en primera o en tercera persona. Es decir, no me vale Lolita u obras en las que la mujer es vista «desde fuera»).
Aquí, mi intento de desafiar a Grace Paley, me costó encontrar estas cinco obras pero estoy segura de que hay muchas más.
Recorro mi biblioteca. Mi historial de Goodreads. Mi memoria.
Y aquí te dejo historias conmovedoras de mujeres… escritas por hombres.
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Primera cubierta de Bola de sebo publicada por primera vez en 1880. |
- Dolores Claiborne de Stephen King: esta obra es la que más profundamente se mete en la psiquis y en la vida de una mujer. Contada en primera persona, cuesta creer que haya sido un hombre el que la haya escrito. Un alegato contra la violencia doméstica y contra los abusos del hombre hacia la mujer. Puede que el hecho de que su padre abandonara a la familia cuando él tenía solo dos años haya contribuido a plasmar en King una visión de la mujer muy íntima. Muy directa.
- Madame Bovary de Gustave Flaubert: las peripecias de Emma son reflejo de los diferentes estados de ánimo que experimenta la protagonista como esposa, como madre y como amante. Este culebrón te llega al alma metiéndose hasta el tuétano de la psiquis de una joven francesa de clase alta del siglo XIX. ¿Cómo llegó el autor a meterse de esa manera y con esa maestría en la mente de una mujer? Evidentemente, frecuentándolas mucho. Según Zola, Flaubert picoteaba con muchas[2]. Solo se le conoció una relación duradera pero mantenía amistades con mujeres que desarrollaban el papel fuerte, viril. A la manera de Emma. Se lo acusó de ser “femenino” y puede que ese haya sido su mayor virtud para escribir obras donde hay que acercarse tan íntimamente a la sensibilidad femenina.
- La decisión de Sophiede Willian Styron: qué puedo decir. Esta historia, mitad ficción y mitad autobiográfica, se mete de lleno en el personaje de una sobreviviente de un campo de concentración para narrar el dolor de una madre casi desde dentro. Una historia que no deja indiferente a nadie. Como bien se dice en el prólogo, el autor por conocimiento de primera mano o por sus grandes dotes de manipulación lleva al lector a momentos de drama, de risa, de dolor. Styron te transporta y te lleva a donde él quiere. Y lo hace con maestría.
- La nodriza y El otro hijo de Luigi Pirandello[3]: los cuentos de Pirandello tienen algo de cotidiano y pequeño que emociona. Estos dos relatos plasman de primera mano la situación de la mujer en la Italia de principio de siglo en el sur. Una Italia subdesarrollada en donde ser mujer era sumamente difícil. Mujeres solas, abandonadas por sus maridos, por sus hijos emigrados a América, pegadas por sus maridos, pobres, sirvientas. De todos estos elementos se nutre Pirandello para contar de primera mano lo que todos sabemos: el enorme retraso en lo que a derechos de la mujer se refiere en el sur de Italia de la primera mitad del siglo XX. Que un autor que ha sabido poner de manifiesto de manera tan magistral la opresión de la mujer en Italia, haya apoyado el fascismo y a Mussolini nos deja un poco perplejos. Cosas de la vida.
- Bola de sebo de Guy de Maupassant: esta obra maestra narra de primera persona la hipocresía de la época de la clase media parisina en la que la mujer es la principal víctima. Narrada de forma magistral, conmovedora hasta las lágrimas, el autor pone de manifiesto el poco respeto hacia la mujer y el desprecio con el que eran tratadas las mujeres de clase baja, en especial, las prostitutas. En rigor, hay que decir que Maupassant tenía fama de misógino, picoteaba mucho y despreciaba el matrimonio. En cualquier caso, sin quererlo, el autor pone negro sobre blanco la condición de la mujer, su sufrimiento y el desprecio con el que era tratada.
Este es mi pequeño repaso por estas grandes obras que han querido poner de manifiesto algún tipo de injusticia o sufrimiento por parte de la mujer. No quiero decir con esto que sus autores en realidad fueran feministas. Es interesante cuando podemos desligar la personalidad/biografía del escritor de su obra.
Cuando somos capaces de narrar el horror, el amor, pasión, la naturaleza o lo que sea sin necesidad de que coincida con nuestras convicciones creo que hemos ganado en libertad creativa. Llegar a esa independencia entre lo que escribe y lo que se piensa como ciudadano debería ser el objetivo de todo gran escritor.
Me alegro profundamente de haber leído estas obras y a estos autores.
¿Se te ocurre algún autor más? ¡Te espero en los comentarios!
[1]Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/09/26/fotorrelato/1506454734_549552.html#foto_gal_1
[2] Fuente: prólogo de Miguel Salabert en Flaubert, Gustave. La educación sentimental. Alianza. 2008
[3] Estos dos cuentos aparecen en el Volumen 2 de Piradello, Luigi. Mundos de papel. Cuentos para un año (2). Nordica. Madrid.2011
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