Hoy hablamos de competencia fiscal, de Youtubers y de cómo la economía circular nos puede ayudar a luchar contra desigualdad y el cambio climático. Todo a propósito del Rubius y su necesidad de escapar del marco tributario español. Para ello, acudimos a Piketty y sus propuestas de economía circular. Por último, reflexionamos sobre los problemas del cuentapropismo, en especial dentro del mundo de la cultura. Disfruten.
Tabla de contenidos
El problema no es el youtuber de turno
Hace poco nos hacíamos eco de las declaraciones del Rubius en relación a su decisión de trasladar su domicilio a Andorra. Levantó muchos enojos, en parte razonables, en un momento en que se está poniendo a prueba el sistema público y se está debatiendo la importancia del Estado. Pero dicho esto, creo que es posible debatir sin linchamientos mediáticos que poco favor hacen a la causa de pagar impuestos.
Ya lo he dicho y lo repito: cuando se lincha a alguien, se frivoliza.
Más allá del Rubius o de cualquier Youtuber, hay muchas cosas que decir sobre el actual sistema impositivo de este país. Por supuesto, estoy a favor de los impuestos en especial los que tienen que ver con el impuesto de sucesiones y herencias pero hay muchas cosas que deben mejorar. Para ello, quiero acudir a uno de mis gurús en el asunto. Por que el problema no es el youtuber de turno.
El problema es un sistema fiscal completamente ineficiente e injusto que lleva a muchas personas a desconfiar de lo público o a operar en la economía sumergida por necesidad. Veamos.
La competencia fiscal es mala para la economía
Los que hayan leído Capital e ideología de Thomas Piketty, sabrán que uno de los pilares de su socialismo participativo tiene que ver con la fiscalidad progresiva. Piketty es sumamente crítico con la UE y con el actual sistema de la unanimidad que impide en la práctica que los países europeos se pongan de acuerdo y tengan una fiscalidad común. Y entonces ¿qué pasa? Que comienza la competencia fiscal entre países. Incluso lo vemos al interior de España con las CCAA en donde heredar en Comunidad de Madrid o en Asturias puede significar una diferencia de más del 10% en la tributación (puedes leer el interesante informe Panorama de la fiscalidad autonómica y foral 2020 donde hay información detallada). Y ante esto, ¿qué nos pasa? Que los países pequeños con poca capacidad de incidencia en los mercados internacionales se abocan a lo único que pueden hacer para atraer capitales. Es decir, bajar sus impuestos al mínimo y traerse a los emprendedores. El problema no es el Rubius o Amazon. Está claro que ellos buscarán la manera legal de pagar menos y no podemos cuestionar eso mientras cumplan la ley.
Lo que sí podemos hacer es pelear para que la fiscalidad a nivel europeo pueda mejorar para que empresas como Amazon no sientan ganas de tributar en otros países. La economía son incentivos. Podemos pedir moralidad y está bueno que exista a la hora de hacer leyes más justas pero no podemos exigirle al ciudadano de a pie o al empresario que sea bueno y solidario con nosotros por amor al arte. Para eso tenemos democracias y gobiernos que debieran forzarnos a actuar con honradez a través de las leyes y los impuestos. Y por eso los Estados son importantes: para luchar contra las miserias humanas. Por eso la propuesta de Piketty me parece interesante. Veamos.
Economía circular y propiedad temporal
Thomas Piketty propone estos tres impuestos como piedra angular de su socialismo participativo. En él, se ve que mediante estos gravámenes se garantiza la circulación de capital.
- Impuesto a la herencia
- Impuesto a la propiedad
- Impuesto a la renta
La idea más interesante tiene que ver con el Impuesto a la herencia. Del que ya hemos hablado en otras ocasiones. Imagínense la desigualdad que hay en relación a este gravamen en las distintas CCAA. Tomése como ejemplo un sistema tributario de donaciones en donde sale más barato donar a un familiar al que, quizás no ves nunca, que a un allegado que puede ser familia del corazón pero no compartir sangre.
¿Qué mensaje le damos al ciudadano cuando le damos un palo por ayudar a alguien que no es de nuestra familia? Que solo puedes ayudar a los tuyos. Los quieras o no. Es la máxima detrás de la concentración de capital. Y así, vemos claro cómo una regulación tributaria tan insensata, incentiva y aplaude la concentración del capital.
Con los incentivos económicos también creamos moralejas que los ciudadanos interiorizamos. Y además contamos historias. Las creamos. Y nos llevamos conflictos que muchas veces se transforman en novelas como la atrapante La herencia de Vigdis Hjorth (Nordica libros, 2019) en donde una sucesión despierta todo tipo de conflictos familiares. Y así, vemos casos de hijos que creen que lo que tiene su padre, les pertenece. Creo que la lógica de este impuesto que Piketty pone en primera plana debiera estar bien pensada porque, tal como está planteado, solo puede fomentar malos sentimientos (y excelentes novelas). Y, por supuesto, más economía sumergida y desconfianza hacia el Estado.
El cuantapropismo en el mundo de la cultura
Hace un tiempo me contó un buen amigo que le habían encargado un trabajo por parte de un tercero. El era abogado y trabajaba además para una empresa pero aceptó este encargo porque le pareció un trabajo interesante. Sin embargo, a la hora de pagarle le pidieron que se diera de alta como autónomo. Cuando vio la cuantía de esa cuota, casi le da un jamacuco. No pudo cobrar ese trabajo porque no le compensaba darse de alta.
En el mundo de la cultura, se da a menudo este tipo de problemas, dado el carácter intermitente[1] de este tipo de labor. Y me encuentro con miles de casos de trabajadores que deben renunciar a encargos interesantes porque no se les sale a cuenta trabajar de esa manera, a menos que se arrojen a las cenagosas aguas de la economía sumergida.
En enero de 2021 la cuota en España ascendía a los 289 euros, tanto si facturas 1 euro como 1000 mes. Imagínense la cantidad de trabajadores que no pueden asumir estas cifras y están condenados a la ilegalidad o a no trabajar. Es una pena que los gobiernos socialistas no hayan podido atender a un sector precario y laburante que además da trabajo a terceros. Y nos toca volver a Piketty que intenta responder a este interrogante: ¿por qué la izquierda se identifica más con el asalariado que con el cuentapropista? Piketty denuncia un trato privilegiado hacia las clases trabajadoras por cuenta ajena en contraposición a los autónomos que siempre se han vistos más castigados. Se admite que esta desigual situación favorece el fraude fiscal al igual que la, a veces, complicada y burocrática gestión de los impuestos que invita a muchos autónomos a cometer errores que los puede meter en problemas. Me he encontrado con trabajadores verdaderamente aterrorizados por el miedo a las multas de Hacienda. En este contexto, la izquierda no ha sabido ofrecer un plan alternativo excepto la persecución (que siempre queda bien decir que vas a perseguir el fraude) y aquí dentro parecen entrar en la misma bolsa los Youtubers millonarios y el pequeño cuentapropista que quizás no tiene la movilidad de El rubius y busca el mango para sobrevivir. Se habla del Estatuto del Artista que contempla solucionar mucho de los problemas a los que se enfrentan los trabajadores precarios de la cultura pero a febrero de 2021 y, a más de un año de su aprobación parlamentaria, no se ha puesto en marcha.
Pero volvamos a la desigualdad. Porque empezamos hablando de evasión fiscal a propósito de El rubius y no necesitamos explicar que a menor recaudación, menos posibilidad de políticas públicas. Hospitales. Educación. También dijimos que un impuesto a la herencia que fomenta la transmisión de capital intra familiar, es otra pata de la concentración de capital pero la última es el cambio climático. Porque cuando hablamos de economía circular no nos referimos solamente a que el dinero fluya, se mueva entre diversas manos.
Pero hay otro impuesto del que Piketty habla mucho en su libro y que es piedra angular en la lucha contra la desigualdad: es el impuesto al carbono.
Economía circular también es luchar contra el cambio climático
La idea de que el dinero se mueva entre diferentes capas de las sociedad es interesante pero hay un aspecto más que tiene que ver con la circularidad de lo que producimos, consumimos y descartamos ¿somos capaces de reducir nuestra cantidad de basura?
“La economía circular es un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido. De esta forma, el ciclo de vida de los productos se extiende.
En la práctica, implica reducir los residuos al mínimo. Cuando un producto llega al final de su vida, sus materiales se mantienen dentro de la economía siempre que sea posible. Estos pueden ser productivamente utilizados una y otra vez, creando así un valor adicional.”[2]
Informe parlamento europeo, 2019
Ya sabemos que el hombre es hijo del rigor y ¿qué mayor rigor que un buen impuesto?. Aquí se abre todo un melón de impuestos interesantes como puede ser el impuesto a las casas vacías o a la emisión de gases. Pero nos centraremos en uno que ha sido muy polémico: el impuesto al carbono.
Recordemos que, de acuerdo a los datos de Piketty, las emisiones de carbono en América del Norte encabezan con un 57% del total de emisiones más elevadas (frente al 14% de Europa y 6% de China (agarrando el período 2010-2018). Más allá del dilema acerca de cómo debería compensar Estados Unidos al resto del mundo, el impuesto al carbono plantea algunas dudas sobre la manera de implantarlo sin que perjudique más a las rentas medias y bajas que suelen gastar más en calefacción y combustible.
Piketty pone énfasis en que el dinero recaudado por este impuesto sirva de verdad para la transición ecológica y no se destine a otras cosas (esta cuestión disparó el conflicto de los chalecos amarillos en Francia).
Cuando buscamos referentes morales en las celebrities
Y volviendo al Rubius o a Amazon. Hasta que no cambie el sistema fiscal europeo que permite que los capitales viajen sin pedir permiso a nadie y buscando la menor tributación posible, no podemos esperar solidaridad de los más ricos. ¿Por qué deberíamos esperar algún tipo de moral elevada por parte de un You Tuber?
Hace unos pocos días, se supo que un grupo de famosos argentinos, supuestamente invitados por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, iban a vacunarse con la Sputnick 5 para generar confianza en el público. Además de lo injusto y desigual que es que, en un escenario de escasez de dosis, se priorice a una celebridad, ¿por qué debería yo vacunarme porque lo dice un famoso? ¿En qué mundo vivimos que queremos construir referentes como si fuéramos niños? ¿No deberíamos escuchar a los médicos?
Lo que necesitamos son leyes claras y justas. También necesitamos menos señalamientos de la ética y la moral de las personas.
Y, por supuesto, más vermuth para todos (libre de impuestos).
[1] El modelo francés de trabajo en el sector de espectáculos considera de forma clara el estatuto del intermitente. Para un análisis detallado de este modelo en comparación con el español ver este interesante trabajo publicado por la Fundación Alternativas. El estatuto es interesante porque contempla esa temporalidad estructural que viven algunos sectores de la cultura pero que, en realidad, aplican a otros muchos sectores. Nació en Francia para las necesidades de los trabajadores de la industria del cine y se ha extendido con los años al teatro. Permite que ese trabajador pueda cobrar ayudas entre trabajo y trabajo, entre otros beneficios.
[2] Fuente: Parlamento Europeo
Deja una respuesta