Hoy hablamos de la gesta de Fernando de Magallanes y su primera vuelta al mundo y aprovechamos para filosofar sobre lo que consideramos bello y la esclavitud de lo útil. Disfruten.
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Elegir una carrera sin pensar en la salida laboral
Recuerdo que cuando empecé a estudiar filosofía, hubo algún caído del catre que me preguntó si lo hacía por hobby. Claro, les parecía que si mi posgrado no tenía una salida laboral clara, era porque lo hacía por gusto. Lo que esta persona no sabía era que yo hago TODO por gusto. Por supuesto, hay aspectos de mi trabajo que no me gustan. Y un montón de cosas que me parecen tediosas pero, en general, trabajar en algo solo por dinero y sin ningún interés por aprender sería muy duro para mí.
Me quedé un poco extrañada. No sabía qué responder porque siempre he intentado que el trabajo y el gusto vayan de la mano. Si estudio algo es porque me apasiona y siempre pienso que lo apasionante puede transformarse (o no) en un trabajo.
¿Por qué pensar que lo que nos gusta hacer es necesariamente antieconómico?
En realidad, la economía es como la astrología y es muy difícil predecir qué carreras te harán ganar dinero y cuáles no. Hay tantos factores en juego que poner en la balanza solo el dinero es igual de azaroso que echar unos dados.
Descubrir nuevos mundos puede ser antieconómico
Pero hay algo más en esto del dinero: piensen en los grandes logros de la humanidad y en todos aquellos trabajos invisibles que hacen que la rueda del capitalismo siga girando. En ese contexto, la pregunta sobre si estudiar X cosa tiene salida laboral deja de tener sentido.
El asunto es que no sabrás los resultados de tus decisiones académicas hasta que no estés metido en el ajo y tengas que ganarte las castañas y estoy segura que será tu astucia y no tu carrera universitaria lo que te llevará al éxito o no. Pero hablando de éxito y meritocracia, cosa en la que no creo en lo más mínimo tal como la plantean los neoliberales. Dicho esto, me sale entonces la vena menos diplomática:
Por favor, basta de loar a la gente que gana dinero.
No se equivoquen. Me gusta que a las personas les vaya bien (no soy un ogro) pero siempre estamos poniendo en valor a los que más venden. Al que salió de la pobreza y se hizo millonario. Al autopublicado que logró ser fichado por una editorial. Al que ganó un premio de lo que sea (¿acaso no hay nada más azaroso e injusto que un premio?). O la colombiana que está en la NASA. Este tipo de noticias avala discursos del tipo ¿viste que ella pudo?
¿Qué mensaje le estamos dando al resto?
Es como si todos estuviéramos esperando la lotería de la vida o pensáramos que el esfuerzo hay que hacerlo por la recompensa.
Lo bello también es útil
Ya hablé de Natalia Guinzburg y no quiero ser reiterativa pero hay algo bello en hacer las cosas bien. Y hay algo lindo en crear cosas bellas. Y Kant decía que lo bello tenía algo de inútil.
Y yo, mira que pienso, que si es bello, ya es útil.
Nuncio Ordine en su maravilloso La utilidad de lo inútil (Acantilado) nos cuenta algunas cosas interesantes de gente que todos conocemos:
- Jonh Locke estaba en contra de la poesía. No era original en esto. La poesía era la disciplina del arte más denostada de todas por su supuesta inutilidad.
- Baudelaire fue más allá. Estaba en contra del comercio que le parecía satánico. Llegó incluso a decir que “el hombre útil era espantoso”.
- Theophile Gautier apelaba a lo bello y lo feo. Justamente las cosas más útiles eran las más feas. Por ejemplo, las letrinas. “Solo es realmente hermoso lo que no sirve para nada”. .
Magallanes no ganó nada
Y quiero cerrar con un explorador que ahora está muy en boga, se cumplen 500 años de la primera vuelta al mundo. Hace unos días terminé de leer la magnífica biografía de Magallanes escrita por Stefan Zweig. Un señor que deja su vida para probar que la tierra es redonda. Nunca ve los frutos de su trabajo que no se pueden medir en dinero. No se hizo rico. No enriqueció a su familia. No se cumplió su testamento. Si hubiese nacido hoy, con la lógica cortoplacista del mercado nunca le hubiese salido a cuenta arriesgarse a la muerte, al azar de no encontrar nada. Su empresa fue puro riesgo pero justamente de esos actos «poco racionales» pueden surgir grandes descubrimientos.
Y, sin embargo, toda la gloria se la llevó Sebastián Elcano que encima lo había traicionado amotinándose antes de descubrir el estrecho de Magallanes. Será este último, el que se llevará la gloria, la riqueza y el reconocimiento. Y en realidad, en vez de enojarnos, estas historias de vida (como la de Humboldt) nos tienen que hacer entender que la vida no es justa pero eso no es excusa para no trabajar duro e intentar hacer las cosas bellas y lindas.
Keynes decía que dedicarse solo al dinero envilecía el alma y abogaba por un mundo en el que solo se necesitara trabajar muy poco (15 horas a la semana)[1]. Lamentablemente, no hemos llegado a ese punto porque el hombre no puede soportar el bienestar general de la humanidad.
Y porque siempre queremos más de lo que necesitamos.
Los invisibles sostienen el sistema
Pero aunque sea en estas líneas quiero homenajear a todos aquellos que han aportado a la humanidad algo sin recibir nada a cambio. Y a los invisibles. A los que nadie entrevista porque no son exitosos. Porque no ganan dinero. Porque ayudan a otros a construir éxito y dinero.
Marie Elizabeth, la madre de Humboldt, cuya muerte permite a Humboldt lograr solvencia para emprender sus exploraciones
Y Beatriz Barbosa, la esposa de Magallanes que le cuida los hijos mientras él está embarcado.
Y Enrique, el esclavo fiel de Magallanes, que lo guía hasta la Islas de las especias y que lo acompaña hasta el final.
Lydia Lopokova, la esposa de Keynes que lo cuidó hasta el final.
Carrington, que cuida de Lytton Strachey y cuando él muere se suicida.
Y Lotte, la segunda mujer de Stefan Zweig, que lo siguió a donde fue, incluso hasta la muerte. Se suicidó con él.
Grace Higgens, asistenta alemana que empezó a trabajar con la familia Bell (Vanessa Bell era la hermana de Virginia Woof) cuando tenía 16 años. Vivió con ellos cincuenta años y cuidó de Duncan Grant hasta su muerte.
Trato de buscar hombres invisibles y me cuesta más (solamente he encontrado al esclavo, que claro, era esclavo).
Pero hoy, mi pequeño homenaje a esas personas anónimas que no se llevan los laureles. Ni en vida ni después.
Magallanes al menos tuvo un biógrafo que lo puso en valor.
Y al resto de ellos que están en el backstage. Entre nosotros de forma cotidiana e invisible.
Gracias.
Para leer más
- Notas sobre la racionalidad, las emociones y el cuerpo
- Notas sobre la economía y el cuerpo
- Allí donde habitan las sombras
- Sobre lo bello y la inteligencia artificial
- Sobre por qué el ChatGPT le inventa romances a Katherine Mansfield
[1] Fuente: Las posibilidades económicas de nuestros nietos. Residencia de estudiantes. 1930.
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