Iniciamos la tercera entrega de esta crónica de un escritor visitando Liber19 hablando sobre los talleres de escritura. Pero si te perdiste la primera entrega, pincha aquí. Y si quieres ir a la segunda entrega en donde hablamos sobre la condición de los escritores en España, pincha aquí.
El segundo día empezó un poco desprolijo. Estaban evacuando parte del edificio por una supuesta maleta sospechosa. Esa fue la principal razón de llegar un poco tarde a la primera sesión del día en la que quería participar. Así, me acerqué a la Zona Digital en donde se celebraba un Taller de escritura creativa dictado por la escritora Inés Mendoza organizado por la Escuela de escritores. Ya he hablado alguna vez sobre este asunto. Me acerqué por curiosidad porque nunca he asistido a un taller de escritura y no tengo claro si son imprescindibles para un escritor. El asunto es que ando pensando que necesito feedback de gente que no me conozca y con ese ánimo me acerqué a este taller. Cuando llegué la ponente estaba dando una pequeña charla sobre el estilo y los tonos de un texto. A continuación, repartió una hoja con un ejercicio práctico. A partir de un texto de Raymond Queneau había que escribir un texto corto y propio al que había que imprimirle un estilo determinado. Estuvo bien y seguí la pauta. Mi idea era además ver qué perfil de gente acudía. Había de todo. Jóvenes. Maduros.
Y estaba yo.
Luego me quedé charlando con dos escritores que ya estaban haciendo algunas cosas y buscaban también algo de comunidad.

A pesar de los prejuicios propios, debo decir que quedé gratamente sorprendida. Está claro que la idea del evento, supongo, es captar nuevos alumnos para sus talleres de escritura pero no estuvo mal que se impartiera uno de prueba para que los novatos supiéramos de qué se trata. Me pareció honesto. Sin publirreportaje o paternalismos. Inés Mendoza, a la que no conocía, me causó buena impresión.
Pero mi gozo en un pozo con la siguiente intervención.
A continuación, se impartía, también en la llamada Zona Digital la charla: Escribir como proceso colectivo: mecanismos y usos del Club de escritura.
A priori, no tenía mucha idea de qué iba la charla así que me quedé más por curiosidad que por otra cosa. Era un encuentro pensado para escritores y me intrigaba qué suponía la Fundación Escritura(s) que necesitaba un escritor. Se presentó un tal Enrique Ferrari contando las bondades de una web supuestamente gratis en donde puedes compartir tus escritos. Sin filtros y para toda una comunidad.
No vi nada novedoso en el asunto.
Ya existen numerosas plataformas que ofrecen cosas parecidas. Se me vino a la cabeza WattPad. No me quedó claro qué es lo innovador que ofrecía la plataforma y me sonó todo demasiado publicitario. Pero lo que más me confundió es que no me terminó de quedar claro si este proyecto es con ánimo de lucro o no. La palabra “fundación” me confundió un poco.
Ya cuando te dicen que no te cobran pero te piden los datos personales, me da que pensar. Ya he hablado mucho sobre el negocio de las empresas tecnológicas y cómo algunas industrias culturales están encontrando un nicho de negocio en esto de hacer big data con determinados públicos (escribí sobre el asunto en Big data, privacidad y economía colaborativa: buscando la ética perdida). No sé si es el caso de esta fundación. Insisto: nada es gratis de verdad. Y como dicen los gurús de los datos personales “Cuando algo es gratis, el precio son tus datos personales”. Por otra parte, la charla se hizo tediosa porque el ponente se pasó un buen rato explicando el funcionamiento de un editor de texto. Incluso creí escuchar la frase “editor de texto vanguardista”.
Creo que se podrían haber abordado otras cuestiones pero se perdió demasiado tiempo explicando cómo funcionaba una página que parecía ya demasiado intuitiva. Como escritora no me aportó demasiado. Y me quedaron demasiados interrogantes. Hubiese preferido saber más sobre los talleres de escritura de Fuentetaja (que sé que tienen mucho prestigio y en los que estoy segura de que hay gente muy interesante por eso me dio pena la oportunidad perdida) pero había demasiado ruido y la exposición se alargaba demasiado.
Así, me retiré con elegancia sin saber que aterrizaría en una de las charlas más interesantes de la mañana: la de literatura y videojuegos. La dejo para mañana.
¡Te espero en los comentarios!
Deja una respuesta