Hoy iniciamos una serie para hablar del último libro de Thomas Piketty, Capital e ideología (Deusto) y aprovecho para hablar de extremismos y desigualdad y de por qué la censura nunca es el camino para acabar con la violencia. Stuart Mill y Piketty proponen algunos atajos interesantes. Disfruten.
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Por qué no debe causar sorpresa que haya votantes de Trump
Hace poco, en redes sociales, reconocidos periodistas y miles de ciudadanos en el mundo se preguntaban atónitos qué había sucedido para que miles de americanos hayan votado a Trump. Gente letrada y con estudios se agarraba la cabeza desconcertada sin poder entender qué había llevado a miles de personas a sentir que ningún político moderado los representaba. Me resultó curioso que en un país donde la gente lee y se informa, todavía nos preguntemos por los extremismos. ¿A ustedes les parece normal que haya gente durmiendo en la calle, mendigando en un supermercado o trabajando de sol a sol por el salario mínimo mientras otros, muy cerca de los primeros, saborean el fruto de sus esfuerzos, trabajan lo justo, estudian. Crecen. Prosperan. ¿Cómo es posible que semejante desigualdad en la que una chica en Marruecos se tenga que casar a los 14 años mientras que el mayor trauma de otra de la misma edad en Occidente, a pocos kilómetros, sea que sus padres no la dejen salir a bailar al boliche de moda?
Esos contrastes siempre existieron, me dirán. Y es verdad. El asunto es que ahora somos conscientes 24/7 de la vida hermosa y miserable de los otros. Esa exposición genera dolor. Violencia. ¿Por qué el mero hecho de haber nacido en esta familia me depara un destino tan distinto a la de esta otra? ¿Qué hice yo para merecer esto? ¿Por qué tengo que trabajar tanto y soportar humillaciones de jefes, bajadas de sueldo, etc mientras que este otro gilipollas se puede dar el lujo de cumplir sus sueños?
¿Y encima me hablan de meritocracia?
Con este talante. Más de un economista ha querido explicar los extremismos tanto de izquierda como de derecha. «Se olvidan de nosotros. Los que no somos una minoría», esgrimen las clases populares llenas de rabia.
¿Qué debo hacer para ser uno de los elegidos? Con estas premisas, hace ya más de 100 años hubo un economista que alertó sobre las posibles consecuencias en la población que tiene la desigualdad.
En especial, cuando es global.
¿Y qué podemos aprender del pasado? Fijense que no hay nada más desigual que un proceso inflacionario extremo como el que vivió Alemania después de la Primera Guerra Mundial. ¿Se acuerdan de Keynes cuando escribió sobre Las consecuencias economicas de la paz?
Ya en ese breve tratado, que siempre recomiendo, él advertía sobre el crecimiento de los extremismos como producto de la pobreza y la desigualdad. Hay algo violento en no llegar a fin de mes. En no tener estudios. En no tener posibilidades. Genera violencia sentirse excluido.
Por supuesto, no justifico la violencia, por Dios. Solo que me asombra la perplejidad de la gente ante tanta injusticia económica. Algo parecido esboza Piketty en su última obra Capital e ideología cuando habla de esa estrecha relación entre desigualdad y extremismos.
Capital e ideología es mucho más que un libro de economía
Los que me conocen ya saben que hace unos años redacté unas suerte de guía para dummies en las que expliqué lo mejor que pude al público no técnico los básicos de Capital en el siglo XXI. Por supuesto, no es imprescindible haber leído su primer volumen pero sí que ayuda a familiarizarse con ciertos conceptos.
Dicho esto, debo decir que me planteé muchas maneras de abordar el asunto. Por supuesto, descarté hacer un resumen. Ya puedes encontrar en Internet gente que se dedica a eso. Tampoco quise repetir la fórmula pregunta y respuesta.
Quería algo diferente.
Y entonces se me ocurrió simplemente destacar ciertos temas que atraviesan la obra. Y más que repetir lo que dice Piketty, reflexionar sobre cómo el autor aborda asuntos que están (o deberían estar) en la agenda pública. Responder a esas cuestiones, sin duda, me llevará a hablar de la obra e introducir al lector en un libro que creo bastante imprescindible en estos momentos que estamos viviendo. Más allá de estar de acuerdo o no con lo que plantea, creo que vale la pena saber de qué está hablando cuando hablamos de desigualdad. Para ello, ya les voy a adelantando que habrá varias entregas.
Pero antes de entrar de lleno, les contaré qué diferencias encuentro con su primer libro en cuanto a la forma. Del contenido hablaremos en varias entregas.
Piketty quiere un enfoque global pero se queda corto
Los que hayan leído Capital en el siglo XXI, sabrán que su análisis se centra en Europa y Estados Unidos. En esta segunda obra, se intenta paliar esto incorporando la realidad de países como India, Brasil o China.
No sé si lo logra.
A mí entender, se queda corto pero es comprensible y no podemos pedirle más. Piketty, como él mismo asegura, solo habla inglés, aparte de su lengua natal el francés, y no conoce de forma pormenorizada las estadísticas de países del entorno latinoamericano o asiático. Esto no es un defecto pero quizás esa intencion de globalidad no está lograda. Yo diría que es un buen libro para entender Europa y Estados Unidos. Querer sumar más países le quita algo de credibilidad. Aun así, debo decir que me gustó mucho su aproximacion a China y su estrecha historia comercial con Reino Unido. Ayuda a entender los orígenes de una superpotencia que, a menudo, tendemos a pensar que siempre se ha dedicado al comercio internacional.
Contar la desigualdad con una linda narrativa
Para mí, este libro debería estar en los anaqueles de Historia de las librerías porque este libraco es un tratado de historia económica europea y estadounidense. Hay menos cifras y más expliqueta. Eso se agradece. Incluso los gráficos están bien desarrollados en un lenguaje coloquial. En este sentido, se agradece que deje fuera información estadística (apéndices que están online). Eso aligera la obra. Es menos denso de leer que Capital del XXI. Me gusta mucho que los economistas no abusen de los tecnicismos. En este sentido, Piketty utiliza los justos y los explica muy bien.
¿Se puede luchar contra la desigualdad con propuestas inalcanzables?
Si con Capital en el siglo XXI podíamos intuir algunos esbozos sobre sus propuestas de política económica, en este volumen están más desarrollados y son más concretas.
Hay quien le critica, como en la excelente reseña hecha por Letras libres, que sus propuestas fiscales y de redistribución del accionarado de las empresas así como los cambios en torno a la gobernanza europea sean difíciles de implementar o que no contemplan la contestación social que tendrían. Ya veremos más adelante si es así.
Hablar de desigualdad no es solo hablar de economía
Cada vez más, vemos Licenciados en Economía capaces de alimentarse y estar en contacto con otras disciplinas. Un ejemplo que siempre me gusta citar es el de Dreidre Mc Closckey de la que hablé hace un tiempo. Ella bebe mucho de la filosofía y la historia para comprender la economía. Personalmente es el enfoque que trato de dar a este sitio. En este sentido, Piketty se vale de referentes culturales y políticos para entender la historia económica. Al igual que en su primera obra, ésta ahonda en esa idea de multidisciplinariedad. Pero incluso va más allá, nos encontramos a lo largo del libro con numerosas referencias literarias, audiovisuales y artísticas relacionadas con la historia económica. De alguna manera, la literatura y las artes también nos pueden ayudar a entender la economía y, en especial, la historia económica. Como dato concreto. En sus numerosas notas al pie vas a encontrar todas las referencias culturales a los temas que se estén tratando. Dedicaré un artículo a recopilar esas obras que pueden servir de guía literaria para entender la economía. Y esto va más allá de Dickens o de Flaubert. El dinero está presente de muchas maneras en la vida privada de las personas y lo hemos visto en numerosas obras literarias.
Por otra parte, hay también una crítica velada a los profesionales de las ciencias sociales que no suman en sus análisis variables cuantitativas, dejando ese trabajo solo a los economistas. Así, la ciencia económica se empobrece y la ciencia social queda incompleta.
Se busca a través de esta obra que el ciudadano se apropie otra vez del conocimiento. Esta es una idea muy atractiva y que va en contra de lo que muchos economistas nos han querido vender. No necesitamos ser expertos para entender el mundo que nos rodea. Es lo que intento hacer desde mi pequeño espacio: poder acercar conocimiento y reflexión en temas profundos que atañen a la ciudadanía. Por último, quiero volver al asunto de los extremismos.
Lo extremo y la cultura de la cancelación
Hace unos pocos días Twitter canceló definitivamente la cuenta de Donald Trump. Mucho debate ha habido en torno a la libertad de expresión. Yo personalmente creo que si queremos combatir los extremismos y fortalecer la democracia, lo último que podemos hacer es censurar. Me parece más inteligente, y lo he dicho a propósito de Amazon y la polémica de las librerías, intentar atacar el problema por otras vías que proponiendo boicots concretos a personas o empresas. ¿Qué nos puede enseñar toda esta polémica de Trump y los medios de comunicación? Quizás que empresas monopólicas deban tener una suerte de ente regulador como las eléctricas o las telefónicas. ¿Son las empresas tecnológicas monopolios naturales? Todo apunta a que sí. Como tal, los economistas sabemos que deben someterse a algun tipo de control. Yo invito siempre a que debatamos, aunque se digan barbaridades porque esa galería de monstruos que a veces vemos y escuchamos fortalecen los discursos ciertos y verdaderos y dejan escrachado al payaso.
Piketty intenta en esta obra ir por ese camino. Con buenos argumentos nos invita a buscar alternativas al capitalismo pero sin alimentar boicots concretos que, en realidad, no solucionan el problema de fondo. Los dejo con unas palabras de Stuart Mill:
Toda negativa a una discusión implica una presunción de infabilidad (p.47).
Stuart Mill en Sobre la libertad.
No perdamos la discusión y el intercambio de ideas. Nunca.
Y a vos ¿cómo te pegó la censura de la cuenta de Trump? ¿Te parece que los boicots a empresas y personas solucionan los problemas de fondo? ¿Has sentido resentimiento o pensamientos violentos a raíz de una injusticia o una situación especialmente desigual? ¿Lo has visto en alguna persona cercana? ¡Te espero en los comentarios!
Para leer más
- Notas sobre la racionalidad, las emociones y el cuerpo
- Notas sobre la economía y el cuerpo
- Allí donde habitan las sombras
- Sobre lo bello y la inteligencia artificial
- Sobre por qué el ChatGPT le inventa romances a Katherine Mansfield
¡
Excelente, espéro más.
Gracias. Habrá más. Seguro.
Más allá de estar totalmente en desacuerdo con Trump, la cancelación de su cuenta de twitter me preocupa.
No solamente porque le brinda elementos para seguir victimizándose (estar censurado por el establishment), sino también porque en un punto es antidemocrática. Y podrían presentarse más “cancelaciones” futuras de ideas y opiniones de otras personas que tienen derecho a emitir su opinión y ser escuchadas.
Coincido en que debería haber un “ente regulador” democrático y transparente de los medios de comunicación como Twitter, Facebook o análogos.
Hola, sí. Es preocupante. Esperemos que, al menos esto, haya servido para reflexionar y debatir sobre el tipo de democracia que queremos. Muchas gracias por leer y comentar.