Nos machacan con la responsabilidad individual mientras los políticos dejan a los ciudadanos indefensos. ¿Está el sistema preparado para crear ciudadanos solidarios o estamos ante una nueva forma de miedo que nos invita al individualismo para la salvación universal? Con la Biblia en una mano y a Bertrand Russel en otra, intentaremos responder a estas preguntas. Hoy hablamos de religión y capitalismo.
Leer el Antiguo Testamento
Con algo de cautela, retomé la lectura de la Biblia descubriendo un pedazo de niñez. La creación del mundo en siete días, la destrucción de Sodoma y Gomorra, la circuncisión del pueblo de Israel, el Arca de Noé, David y Goliat y los cien prepucios de los filisteos me retrotrajeron a mis lecturas de cuentos de hadas. Un mundo de fantasía que disfrutaba y temía al mismo tiempo.
Sin embargo, ahora tengo otros ojos. El paso de los años al menos me permite poner por escrito todos esos sentimientos que uno tiene dentro. Que se arrastran con los años sin saber muy bien de dónde vienen. Por que la Biblia en la niñez se te mete hasta el tuétano como se me metió Pinocho o Pulgarcito. Con todo, hay una morfología común a todos estos relatos. Los religiosos y los de cuentos de hadas. Yo hablaré de los primeros porque de los segundos ya hablé en mi último artículo.
Vamos al grano: el cristianismo apela al miedo y a la ira. No me linchen. Conozco gente cristiana que es simpatiquísima pero ahora estoy hablando de los textos que son anónimos y entonces no puedo dejar de exclamar:
¡Qué mundo más violento y promiscuo! Y siempre, las mismas premisas:
- Dios se enoja
- Dios manda a matar a la gente que creó
- Dios premia las buenas obras, mandando a procrear y poblar la tierra
- Dios recompensa con la posesión de tierras y descendencia
- Dios castiga la desobediencia
- Dios castiga la risa
- Dios castiga el sexo que no es para procrear
- Dios prefiere que robes a la hacienda pública, que que tengas una amante.
- Dios castiga algunos pecados más que otros.
- Dios siempre tiene un elegido.
El individualismo es un elemento central de la religión
Me crie con estos preceptos, (no en mi casa, gracias a Dios) pero durante el breve periodo en que fui creyente, asimilé toda esa reglamentación con verdadera sumisión.
Había algo particular que no veía entonces. O que tenía naturalzado. Todas esas creencias giraban en torno al individuo. A la salvación individual.
Debes rezar.
Debes confesarte.
Debes hacer penitencia.
No protestes.
El individualismo ha sido el dogma que ha tomado el protestantismo. Y ade ahí, doctrinas extremas como la calvinista han servido de puente para que fuera incorporado y abrazado por el capitalismo que lo viste de buenrrollismo (el movimiento #pinkwashing del que he hablado es una muestra clara de esa alianza tan conveniente entre capitalismo e individualismo).
El mundo de los ateos no es menos dogmático
A menudo, me encuentro con gente muy emprendedora que se considera atea o que despotrica de la religión pero, no saben ellos, que adoran otros credos como el dogma del dinero, que si lo piensas se parece mucho al dogma cristiano. Y también encontramos premisas incómodas.
- Salvate tú.
- Denuncia los pecados de tus vecinos.
- No cuestiones.
- No denuncies a los corruptos.
- Si ganas menos, será porque te lo mereces.
- Lo que tengo, me lo gané.
- O la más común de las declaraciones: este país está lleno de vagos (en este caso, hay una noción de “elegido”).
Bertrand Russel, hablando de la Iglesia, va más allá,
“Por lo tanto, la virtud social llegó a estar excluida de la ética cristiana. Hasta hoy los cristianos convencionales piensan que un adultero es peor que un político que acepta sobornos, aunque éste último probablemente hace un mal mil veces mayor. (…) La Iglesia no consideraría jamás santo a un hombre porque reformase la hacienda, la ley criminal o la judicial.”
Russel, bertrand. porqué no soy cristiano (p.53)
Responsabilidad individual: eslogan del capitalismo
Y en estos tiempos de pandemia y confinamiento en numerosos países, hemos visto aflorar y alentar por parte de muchos gobiernos una suerte de invitación al individuo más rancio y repulsivo que instala la idea de que «el peligro es el otro».
El “quédate en casa” como slogan de salud pública solo invita a todo lo contrario de la solidaridad. ¿Quién piensa en los miles de pobres y desplazados? ¿Quién piensa en las víctimas de violencia doméstica? ¿Quién piensa en el acceso a la educación? Y después de meses de descalabro económico y social, viene la OMS a decirnos que tal vez la cuarentena no era la mejor herramienta de salud pública para combatir el virus. Y de pronto, alguien se acordó de la pobreza, de la exclusión y el hambre que se está creando de a por miles en todo el mundo.
Y mientras tanto, en los colegios públicos de municipios de rentas altas, todavía se oyen quejas. Pero señores, no se equivoquen, no están los padres clamando por mayor igualdad o por proteger los derechos más básicos de los más indefensos. Están clamando por evitar que sus retoños de clase media alta se contagien. Creyendo que ser buen padre y apelando al individualismo, nos salvará como sociedad.
Muchos de ellos, progresistas de pinta pero creyentes fervorosos sin saberlo de Adam Smith, lo sacan de las cavernas, lo visten y lo peinan y nos invitan a pensar que es el egoísmo lo que nos salvará. Porque…
- El egoísta ahorra y no despilfarra.
- El egoísta guarda su capital y lo invierte.
- El egoísta denuncia a su vecino en nombre de la salud pública.
- O afea la conducta de otro por cómo tiene puesto su cubreboca.
- Porque el egoísta cree de veras que ese pecado en realidad es una virtud. como aquel Dios que mata a los humanos en pos de la bondad.
- Porque el egoísta, como el Dios del Antiguo Testamento, en realidad te está cuidando.
La tragedia del consumo: ¿pecado o virtud?
Ahora parece que apelamos a bajar el consumo en nombre de la salud pública. No es mala idea si es en beneficio del medio ambiente pero, entonces ¿qué hacemos con los miles de trabajadores que necesitan llevar su pan a casa?
Keynes imaginó en Las posibilidades económicas de nuestros nietos (1930) un mundo en el que, dentro de cien años, el asunto económico de la supervivencia esté resuelto. Un mundo en el que podamos, a lo sumo, trabajar 15 horas a la semana.
Y yo me pregunto: ¿La pandemia puede haber acelerado esa etapa que vaticinó Keynes noventa años atrás? Puede que quizás, haya llegado el momento de pensar qué hacer con todos aquellos trabajadores que ya no son esenciales. ¿Podemos pensar en una renta básica que solucione el tema del fin del trabajo?
Pero Keynes va más allá, una vez resuelto el tema de la subsistencia ¿seremos capaces de construir una nueva moral que incluya virtudes más nobles que las expresadas en el Antiguo Testamento o en el mundo del dinero? Keynes era un optimista nato:
“Podremos permitirnos el atrevimiento de dar al motivo monetario su verdadero valor, el amor al dinero como posesión, a diferencia del amor al dinero como un medio para gozar de los placeres de la vida será reconocido por lo que es: una morbosidad algo repugnante, una de esas propensiones semidelictivas, semipatologicas. (…) Por supuesto que todavía habrá muchas personas con pretensiones insatisfechas que perseguirán ciegamente la riqueza (…). Pero el resto de nosotros ya no tendrá ninguna obligación de aplaudirles y animarles”
las posibilidades económicas de nuestros nietos (1930)
Bertrand Russel hablaba del amor y el conocimiento como dos elementos básicos para lo que él llamaba “buena vida”.
No me parece un mal plan.
No quiero terminar sin comentar este edificante pasaje del Antiguo Testamento para que tengan una idea a la clase de textos que hemos estado expuestos en centenares de años de evolución del hombre[1]. Es un texto fascinante.
La destrucción de Sodoma y Gomorra: una historia de guerra, sexo y violencia
No copiaré el texto que pueden consultar en Génesis 19 pero sí la narraré brevemente para que vean el alcance de esta narración.
En criollo, Dios decide destruir las dos ciudades Sodoma y Gomorra por las prácticas abyectas de sus habitantes. Pero antes de llevar a cabo su plan, manda dos ángeles a salvar a Lot y a su familia (¿por qué solo a ellos?). Los hombres sodomitas acechan la casa y piden a Lot que entregue a los dos ángeles (andá a saber para qué). Lot, es tan bueno, según la Biblia, que les ofrece a sus hijas vírgenes a cambio. Luego los dos ángeles con sus poderes ciegan a los sodomitas y urgen a Lot a escapar con su familia. En su huida, la mujer se convierte en sal al mirar hacia atrás (¿qué culpa tiene?). Y al final, el pobre Lot se refugia en una cueva en donde sus dos hijas, a falta de hombre emborrachan al padre y lo violan. Preñándose ambas de su padre.
La moraleja de esta historia es que Dios es muy bueno aunque mate gente, Lot es muy bueno aunque entrega a sus hijas vírgenes a los sodomitas para proteger a los dos ángeles (hombres). Y las mujeres son viles, se convierten en sal por sus pecados o violan al padre, ya anciano.
Hay una idea de fondo que también comparte con el dogma capitalista y es esa idea del «elegido». ¿Por qué Dios salva a Lot y le envía dos ángeles? ¿Por qué salva a Noé?
Los elegidos del capitalismo se lo merecen
Una idea similar nos quieren vender los gurús del mindfullness y el pensamiento positivo, una filosofía que nos invita a no quejarnos y a sonreír. ¿Hay algo más funcional al capitalismo que sonreír ante la adversidad? Nos recuerda Barbara Ehrenreich:
¿Ha perdido su trabajo? Qué gran oportunidad de cambiar su trayectoria. ¿Tiene una grave enfermedad? Quizá a partir de hoy disfrute de su vida como nunca antes. ¿No le gusta su casa? Recorte de una revista el hogar soñado, mírelo a menudo y… pronto estará viviendo allí. O pida un préstamo y cómprese todo lo que desee. Y sobre todo, no deje de sonreír, agradecer a la vida sus regalos y sentirse lleno de optimismo.
ehrenreich, barbara. Sonríe o muere. las trampas del pensamiento positivo. turner
¿Podemos escapar del individualismo?
Me cuesta responder a esta pregunta. Creo que todos pecamos en mayor o menor medida de egoísmo. Yo pienso que tampoco es rentable. Una sociedad que apela al miedo para lograr acciones de sus ciudadanos es ya una sociedad fracasada en sus objetivos.
El yo al servicio de la religión. Del capitalismo. Siempre el yo. En estos tiempos de eslóganes nefastos de “responsabilidad individual” y “yo lo valgo”, está bueno invitar a la ciudadanía, aunque sea, a que salga de su abotargamiento y en vez de refugiarse en su interior de forma narcótica y enfermiza, al menos, sino quiere protestar, se entregue a la locura. Al placer de algún sentido. Al sexo. A las drogas.
Que por algún lado, podamos mostrar nuestro inconformismo, sin herir a nadie inocente y apelando a las máximas de Russel.
Amor y conocimiento.
Amén.
Para leer más
- Allí donde habitan las sombras
- Sobre lo bello y la inteligencia artificial
- Sobre por qué el ChatGPT le inventa romances a Katherine Mansfield
- El éxtasis colectivo
- Activismo, consumo y naturaleza: un Mundial para pensar
[1] Quiero decir que no me escandaliza. Como tampoco me escandaliza La cenicienta o American Psyco porque la mitología, los cuentos maravillosos, las películas y el arte en general son un reflejo de nuestras sociedades. De nuestros anhelos. De nuestras bajezas. Y a mí este tipo de textos religiosos e históricos me enriquecen y me inspiran muchas reflexiones. Aclaro esto porque nunca apelaría a la censura de ningún tipo de arte.
Filosa y para discutir años. Eso es saber leer bien.
Gracias.