Hoy les traigo una entrega especial. Por primera vez en español, un diálogo con Andrei, fundador de The Untranslated, uno de los blogs de referencia en obras maestras que aun no han sido traducidas al español. De la mano del escritor George Salis que lo entrevista, descubrimos interesantes recomendaciones y reflexiones de un políglota muy particular. Disfruten.
Por qué la entrevista
Los que son visitantes asiduos de este espacio, saben que inauguré una nueva sección dedicada a traducciones pequeñas de cosas curiosas que veo por ahí y que creo que pueden interesar a mis lectores de habla hispana. La sección se inauguró con el apasionante relato que tuve el honor de traducir y compartir con ustedes de Ariadne Birnberg sobre la vida de su abuela, Naomi Bentwich, mecanógrafa de Las consecuencias económicas de la paz de Maynard Keynes. Para mí fue un placer poder acceder a este material y ofrecerlo en exclusiva en español para ustedes.
Hoy vengo con algo diferente. La entrega de hoy está dedicada a Andrei, creador de The unstralated, uno de los sitios de referencia en reseñas de libros que NO se han traducido al inglés. Andrei, procedente de la ex Unión Soviética, nos cuenta en esta entrevista sus motivaciones y sus pasiones literarias. Para mí, su espacio es una invitación siempre a descubrir obras maestras de la literatura. Creo que muchos de los libros que recomienda, no están traducidos ni al español. Quizás en el futuro alguien se anime a crear algo similar en nuestro idioma (o tal vez ya existe). Pero su blog es mucho más que un refugio de reseñas, sino que es un refugio de verdaderos ensayos sobre los libros que lee. Incluso, mantiene un diario de algunas de sus lecturas más desafiantes.
¿Por qué quiero ofrecerles esta entrevista? Porque, en muy poco espacio, Andrei, entrevistado por el escritor George Salis en su web The collidescope, nos despliega toda una gama de inquietudes que tienen que ver la con la literatura, con la traducción y con lo que esperamos de una obra literaria. Las inteligentes preguntas de George Salis, que ha entrevistado a escritores de la talla de Mircea Cărtărescu o Salman Rushdie, sacan lo mejor de Andrei y nos invita a sumergirnos en un mundo fascinante de obras maestras que no podemos dejar de leer.
Quiero agradecer especialmente tanto a Andrei como a George Salis por permitirme traducir esta entrevista que espero que disfruten. Pero antes, unas palabras a modo de introducción sobre el asunto.
Los sinuosos caminos de la obra traducida
Cuenta Andrei, en su artículo dedicado al quinto aniversario de su blog, que su fascinación con la literatura llegó de la mano de un profesor de la Universidad de Stanford que les hizo leer la poesía de García Lorca en español. Algo pasó cuando fue capaz de acceder a una obra literaria en su idioma original. Con ese propósito, se propuso aprender varios idiomas para poder acceder a obras maestras, así aprendió a leer en español, francés, italiano, rumano, alemán, entre otros. No solo eso: Andrei tiene un método para aprender a leer en idiomas extranjeros que lo cuenta en su blog y recientemente ha abierto varios clubs de lectura en estas lenguas para todos aquellos que quieran leer obras complejas en su idioma original.
Me pareció fascinante su historia cuando llegué a él a través de su magnífica reseña de Solenoide y fue allí en donde empecé a reflexionar sobre las traducciones. Ya dije, a propósito de esta obra en Un paseo por mi Solenoide particular, que el trabajo de traducción me parecía asombroso. Claro, yo no hablo rumano. En realidad, no puedo juzgar la calidad de la traducción pero tengo que decir que cuando Marian Ochoa de Eribe (su traductora en español), escribe, nos olvidamos que existe. Para mí es un elogio porque parece que cuando narra no estamos en España, siento que sigo en Bucarest y al mismo tiempo, ella desaparece y su españolidad no se nota. Si se perdieron cosas en el camino, nunca lo sabré, como tampoco sabré cual fue el cosmos que el autor quiso transmitir pero debo decir algo: al menos en esta obra, el trabajo es monumental. ¿No les parece que, quizás, es más difícil traducir un libro como Solenoide que escribirlo?
El trabajo del lector en la construcción de la obra de arte
El otro día se debatía en Twitter sobre si era el lector el menos pasivo de los receptores culturales y lo comparábamos con el que mira una serie. A mí me parecía que requería menos esfuerzo consumir un producto audiovisual que leer un libro. De alguna manera, el lector reconstruye un universo que es único en su cabeza. Es como si el escritor solo marcara un sendero difuso que el lector termina de completar. Requiere de un esfuerzo por parte del lector y siempre hay equívocos, en el buen sentido de la palabra. Un abismo hermoso que se abre entre el que escribe y el que lee.
Eso es la literatura, ese espacio de azar.
En un momento de la entrevista, Andrei habla de esto y se pregunta justamente si no es el cine un mejor medio para transmitir ciertas ideas. En especial, las que tienen que ver con el subconsciente. Quizás la literatura falle en eso de querer llegar a mucha gente, en su narrativa, en querer cambiar las cosas. Puede que haya medios superadores en intentar construir un futuro. Otros mundos posibles. ¿Es mejor la danza, la música, el cine? Y este asunto, me desvela. Tengo que seguir pensando. Porque algo tiene la literatura.
Algo tiene que haber.
Tal vez es eso: su «ineficiencia» en relación a otros medios. Requiere de receptores activos. Proactivos. La literatura abre espacios de incertidumbre. Y de espera. Y de volver a leer para comprender. De pausa. De espera.
Las motivaciones del autor, sean cual sean, se desvanecen ante la mente única del receptor. En realidad, ¿qué me importa a mí lo que el autor haya QUERIDO decir? Lo único que importa es la obra que tengo delante.
Ese grado de incertidumbre que se da en la obra artística tiene diferentes gradaciones, por supuesto, dependiendo del tipo de disciplina. Pero aventuro una hipótesis (que sujetaré a revisiones periódicas): en la música, la danza, el cine, el teatro, entre creador y receptor hay menos interferencias. Menos discrepancias, no digo que no las haya, pero son menores. En la literatura estás construyendo un mundo propio con tus propias formas, colores, olores, sensaciones DESDE EL INICIO. O mejor dicho, en su totalidad. Desde los mismos cimientos. Es demasiado el espacio de libertad y “ruido” desde que la obra sale de la mente del creador y aterriza en la del receptor. Y en ese camino, la labor del lector, no sé si es más ardua que la del mismo autor. En ese mismo debate, se dijo, que quizás el intérprete de música supere al lector en ese esfuerzo majestuoso por recrear un cosmos ajeno y transformarlo. Y lo tomo.
Pero luego pienso.
¿Quién supera al intérprete en atrevimiento e impulso? ¿Quién se pone a hombros la obra, la lee, la experimenta, la reproduce en su cabeza y la vuele a escupir?
El traductor.
Miren las grandes obras de la literatura. Un Adan Buenosayres. Un Solenoide. Un Ulises. Imaginen el trabajo de esos traductores. No solo leyeron el material, son autores también. Recrean en su cabeza y según lo hacen vuelven a construir un nuevo mundo.
La literatura, un hermoso malentendido
De alguna manera, el traductor hace el trabajo de los ingenieros. Desarma las piezas. Las analiza. Destroza el cacharro y lo vuelve al armar. Y cuando lo hace, crea otro artefacto. Y hay magia porque ese nuevo artefacto no sabemos si se parece al original. En realidad, es incomprobable para los que no conocemos el idioma original pero claramente crea algo nuevo y por eso es considerado autor. Esa capacidad de crear algo distinto a partir de algo viejo, haciendo de cuenta que solo está “copiando en otro idioma”, es misteriosa. No sabemos el resultado. Tampoco sabemos lo que esperamos. Vamos a ciegas como lectores y solo esperamos que esa nueva obra nos conmueva.
Y lo mágico y absurdo de todo es que, si funciona ese nuevo cacharro, nos pondremos a loar al autor que, ajeno a ese nueva creatura, nos dará las gracias. Cuando, en realidad, deberíamos loar al traductor y a nosotros mismos los lectores por tomarnos el trabajo, también de recrear en nuestra cabeza, aquellos universos que una vez concibió el autor. Y en ese viaje con varias paradas que hace el texto, se transforma y nos encontramos que unos se elogian a otros sin saber muy bien por qué lo están haciendo, porque el autor, que tampoco controla el idioma al que está siendo traducido su texto, no sabe qué ha imaginado ese lector y todos sonríen y se felicitan y yo pienso que la literatura es un gran malentendido pero, aun así, muy hermoso.
Esa necesidad de equívocos e ineficiencias que tiene la literatura, creo que no la tiene otras formas de arte. Ese ese ruido. Los tropezones. Las borrascas. El residuo. Lo inexplicable. Aquello que se escapa del entendimiento. Lo que no tiene fin.
Yo imagino a veces que es como una pequeña traición del texto hacia su autor, que escapa de él mismo y huye en todas las direcciones metamorfoseándose en las cabezas de sus lectores (y traductores). La obra es como un amante que disfruta de esa primera noche con su autor, la unión y el disfrute es total. Se embelezan mutuamente. Se seducen. Remolonean juntos. Murmuran en voz baja. Son cómplices texto y autor como dos crédulos amantes. Pero, a la primera de cambio, desaparece el texto en busca de nuevas aventuras. Y me vienen a la mente estos versos de Kavafis[1]:
El origen
Han satisfecho su placer
prohibido. Y del lecho se levantan,
vistiéndose apresuradamente sin hablarse.
Abandonan por separado, furtivamente la casa; y mientras
caminan algo inquietos por las calles, parece
como si sospecharan que algo en ellos traiciona
en que clase de lecho cayeron hace poco.
Pero cuanto ha ganado la vida del artista.
Mañana otro día, años después escritos serán
los versos vigorosos, que aquí tuvieron su principio.
Buscando la lengua común
No quiero terminar sin hablar del mito de la torre de Babel, la búsqueda del idioma universal que supuestamente Dios nos arrebató porque lo consideró un acto de soberbia por parte del hombre. Quizás la misma idea de traducir de una lengua a otra, sea un atrevimiento más del hombre de buscar equivalencias entre mundos diversos. Wittgenstein plantea algo interesante porque habla de «parentesco». En su Investigaciones filosóficas, nos recuerda Walter Schulz[2] estas palabras:
“En lugar de aducir algo que sea común a todo lo que llamamos lenguaje, digo que no hay nada en absoluto común a todos esos fenómenos, gracias a lo cual pudiéramos emplear para todos la misma palabra, sino que están emparentados unos con otros en formas muy diversas. Y a causa de ese parentesco o parentescos los llamamos a todos ‘lenguajes’”.
Tal vez la traducción se trate de, más que buscar equivalentes, reproducir un contexto y traerlo a nuestra lengua. Y por eso digo que los traductores deben tener muchas de las dotes del escritor. Deben construir un universo, trasladarlo y no simplemente “convertir palabras”.
La lengua común puede que nunca llegue a existir pero sí quizás, y solo quizás, podamos crear un «sistema de parentesco» y relaciones que nos lleven a otros espacios lejanos, como caminos que nos transportan. Nos ayudan a transitar, nos dan ese empujoncito para entrar en esos mundos maravillosos que el autor ha creado para nosotros.
De todo esto (y de mucho más), va la siguiente entrevista. Disfruten.
Torres de Babel: Una entrevista con el fundador de The Untranslated
PUBLICADO EL 21 de julio de 2019
Nota del editor: The Untranslated es, sin duda, mi blog favorito. Dirigido por un erudito políglota, el blog consiste en reseñas en inglés de «obras literarias significativas aún no traducidas al inglés.» Así, Andrei, el fundador del blog, hace porosa la barrera del idioma, permitiéndonos a los “monoglotas” que se odian a sí mismos (o a los que sólo tienen unas pocas lenguas dispares) asomarnos a los contenidos de obras maestras literarias extranjeras que pueden o no estar traducidas, y mucho menos ser traducibles. Leer su blog es como leer un cuento de Borges sobre un libro que no existe, y sin embargo existe. Agradezco a Andrei todo su trabajo y que haya accedido a esta entrevista.
George Salis: ¿Por qué cree que el público de la ficción traducida es tan reducido? ¿Se debe a que, para empezar, el público de la ficción en general no es tan grande?
Andrei: El hecho de que este público sea una pequeña fracción de la pequeña fracción de personas que leen ficción es lamentable en sí mismo, pero es algo más que una simple cuestión de declive de la lectura en el siglo XXI. En este caso hablamos de los lectores de habla inglesa, por supuesto, ya que la literatura traducida goza de una considerable popularidad entre los hablantes de otras lenguas, aunque es la literatura anglófona la que más leen traducida. Quizás suene extraño viniendo de mí, pero una de las razones obvias es que hay mucho material bueno escrito originalmente en inglés. Los dos mayores innovadores de la literatura del siglo XX, Joyce y Pynchon, escribieron sus textos de referencia en inglés, y eso es algo a tener en cuenta. Además, tomemos cualquier género como la ciencia ficción, el misterio, el terror o el romance: los principales defensores en la mayoría de los casos son escritores en lengua inglesa. Además, uno se acerca a una obra en el idioma original en sus propios términos, pero con una traducción hay muchas variables. La traducción puede estar mal hecha; puede ser demasiado literaria o, por el contrario, demasiado displicente con el original, lo que sea. Le sorprendería saber cuánto del texto original se omite a veces en la traducción. Es decir, se omiten frases enteras. Y no me hagas hablar del atroz fenómeno de las traducciones abreviadas sin ninguna mención en el libro traducido. Además, hay una cierta incomodidad de sumergirse en un marco de referencia extranjero, y muchos lectores no están preparados para ello. Recibir, por ejemplo, el 0,5% de todas las referencias culturales de un libro traducido del ruso o del japonés puede ser, como mínimo, desmotivador. También es cierto que la literatura traducida no recibe suficiente publicidad. Si los principales medios de comunicación prestaran más espacio a los títulos traducidos, la balanza se inclinaría sin duda.
GS: ¿Qué es lo que hace que una traducción sea fiel y qué importa? ¿O lo único que importa es el arte de la traducción?
R: Ese es el eterno debate de la domesticación frente a la extranjerización[3], así como la ingenua creencia de que es posible alcanzar un equilibrio. Creo que cada caso debe tratarse de forma individual. Soy muy consciente de que las traducciones rusas que me permitieron conocer El quijote y Gargantúa y Pantagruel, al ser productos de la escuela de la domesticación, frivolizaron con los originales más de lo necesario, aunque no lo hubiera deseado de otra manera. Luego hay libros como Finnegans Wake o Larva de Julián Ríos cuya traducción «fiel» es sencillamente inconcebible.
GS: ¿Quiénes son sus traductores favoritos y por qué?
R: No puedo decir que tenga un traductor favorito porque hoy en día no leo demasiadas traducciones, ya que la mayoría de las veces canalizo mis energías hacia la lectura de literatura en su idioma original. Dicho esto, cuando mi español no estaba a la altura, me impresionó mucho la traducción de Margaret Sayers Peden de Terra Nostra de Carlos Fuentes. Fue un logro espectacular. En mi opinión, logró captar la grandiosidad y la excentricidad desenfrenada de esta obra monumental. Recomiendo encarecidamente su traducción.
GS: ¿Hay libros que haya leído tanto en el original como en la traducción? ¿Ha aprendido algo significativo al hacerlo?
R: Sí, ha habido algunos. Primero leí la traducción y luego el original. Lo que más aprendí fue que la idea de que la traducción puede ser tan buena o, en algunos casos, incluso mejor que el original es un mito, al menos en el caso de la ficción literaria. Hay errores garrafales y disparidades chocantes incluso en las traducciones más expertas, de alto nivel, que inspiran temor. Es mejor no saberlo.
GS: Si hubiera más gente que conociera más idiomas, tal vez las novelas verdaderamente multilingües podrían ser una realidad. ¿Qué opina de esta idea?
R: Esto me hace pensar en la primera página de Guerra y Paz de Tolstoi, donde hay más texto en francés que en ruso. Creo que las sociedades multilingües son más propensas a producir novelas que reflejen su situación lingüística, pero si por una novela «verdaderamente multilingüe» se entiende un libro cuyo texto esté distribuido uniformemente entre varias lenguas, soy bastante escéptico de que una obra así pueda ser de gran calidad literaria y trascender la condición de rareza. Hay muy poco tiempo para que un ser humano pueda llegar a producir una prosa notable en más de dos idiomas. Sí, tenemos los ejemplos de Nabokov y Beckett, pero ¿ha habido algún escritor de su calibre que pueda escribir igualmente bien en tres idiomas? Ahora que lo pienso, me gustaría que Nabokov hubiera escrito una novela mitad rusa y mitad inglesa, es decir, realmente al 50%. ¿Cómo se traduciría?
GS: ¿Cuál es el atractivo de los libros que demuestran «complejidad, experimentalismo, excentricidad, extrañeza», como dice en su post de aniversario?
R: Si hablo de mí, esta fascinación se debe sobre todo a que estoy harto del “retrato de la clase obrera[4]” y de la tradición realista en general. No lo soporto más. No quiero seguir reconociendo los mismos patrones de un libro a otro. Haciéndome eco de Steven Moore, autor de una historia alternativa de la novela, me frustra que la novela realista del siglo XIX haya sido aceptada como una especie de referencia de la literatura. ¿Qué pasa con todas las locas epopeyas fantásticas escritas miles de años antes? Quiero que me sorprendan las ideas extravagantes e inesperadas expresadas en una obra literaria, o su salvaje erudición, o su exuberancia lingüística, e idealmente las tres cosas. «Sólo lo difícil es estimulante», escribió célebremente José Lezama Lima, el autor de Paradiso, quizá la novela más exuberante jamás escrita, y tenía razón. Todas esas obras innovadoras, atípicas, complejas, nos ofrecen una ilusión de trascendencia, de ir más allá de los límites de nuestra experiencia, de nuestro lenguaje, incluso de nuestra conciencia, que creo que es una de las ilusiones más importantes para cualquier ser humano. Un texto tradicional no deja mucho espacio para ese tipo de trascendencia, y eso tiene algo de desesperante. Por favor, no me ofrezca el Flaubert de Madame Bovary; ¡déme el Flaubert de La tentación de San Antonio!
GS: ¿Hay algún libro concreto del que podamos esperar leer en su blog en un futuro próximo?
R: Soy demasiado partidario del suspense y la sorpresa como para ser tan específico en este sentido, pero puedo compartir mis intenciones generales. Si hablamos de idiomas, me encantaría reseñar más obras escritas originalmente en catalán y portugués, entre otras cosas porque fueron los dos últimos idiomas que aprendí a leer. También me gustaría reseñar más poesía, algo que he descuidado imperdonablemente todo este tiempo. No tengo mucha experiencia escribiendo sobre poesía, así que puede ser un reto que merezca la pena afrontar en el futuro. También es posible que intente reseñar una novela gráfica. Y, por supuesto, habrá más megarrevisiones de meganovelas: seré fiel a mí mismo en este sentido.
GS: ¿Es Zettel’s Traum[5] el libro más sorprendente que se ha traducido, o hay alguno más?
R: Zettel’s Traum se lleva el premio, sin duda. Aparte del esfuerzo de John E. Woods, me sorprendió bastante la traducción de Between Dog and Wolf[6], de Sasha Sokolov, realizada por Alexander Boguslwaski. Soy un ruso nativo, educado (quiero creer) y no pude con el original. Es un texto muy exigente e intrincado, un “scrimshaw[7]” lingüístico de una novela, si se quiere. No tengo ni idea de cómo podría traducirse al inglés. No puedo decir nada sobre esta traducción porque no la he leído, y a decir verdad, no pienso hacerlo, en parte porque en general leer obras traducidas de mi lengua materna me asusta, y en parte porque mi intuición me dice que para mí sería una experiencia de lectura decepcionante. Sin embargo, no quiero desanimar a nadie que no lea ruso a que le dé una oportunidad: incluso si el original es intraducible, puede ser posible vislumbrar algo de su esplendor en la traducción.
GS: Si tuviera que elegir un libro aun sin traducir para ser traducido al inglés, ¿cuál sería?
R: Es una pregunta difícil. En mi blog tengo una lista de las diez mejores novelas sin traducir, e idealmente me gustaría que todas estuvieran disponibles en inglés. En realidad, recientemente se ha hecho público que una de ellas, la epopeya surrealista Solenoide[8] de Mircea Cărtărescu, va a ser traducida al inglés y publicada por Deep Vellum, así que eso me deja con sólo nueve libros para elegir. Aunque… espere un momento. En realidad no, porque, desde que salió ese artítuclo, he leído y reseñado la nueva y ambiciosa novela de Michael Lentz, Schattenfroh[9], que realmente creo que es la mejor novela alemana del siglo XXI hasta el momento. Así que todavía tengo que elegir entre diez títulos. Creo que me quedaría con la gigantesca obra magna de Alberto Laiseca, Los sorias. En mi reseña la llamo El arco iris de gravedad de Latinoamérica, y con razón. No sólo es la novela argentina más larga, sino también una de las obras literarias más alucinantes jamás producidas. Extraña, enorme, obscena, divertidísima, inmerecidamente olvidada, y totalmente intransigente en su visión artística, ¿cómo no amarla?
GS: Larry Riley, harto de esperar una traducción de Los lanzallamas de Roberto Arlt (la segunda parte de una novela en dos partes que comienza con Los siete locos), acabó traduciendo el libro él mismo, incluso con su limitado conocimiento del español. Una cosa llevó a la otra y finalmente fue publicada por River Boat Books. ¿Ha pensado en traducir libros usted mismo?
R: Solía jugar con la idea de convertirme en traductor literario, e incluso traduje a mano una pequeña novela de ciencia ficción del inglés al ruso cuando tenía unos 16 años (entonces no tenía ordenador), pero ese deseo pasó. Hoy en día me conformo con leer libros en diferentes idiomas y compartir ocasionalmente las impresiones en mi blog.
GS: Muchos escritores, como Joyce, han intentado dar forma lingüística al subconsciente de nuestro cerebro. ¿Cree que el lenguaje del subconsciente es universal, individual o intermedio? ¿O es demasiado primitivo o primordial para dilucidarlo?
R: En cuanto el caos del subconsciente queda atrapado en el lenguaje, se convierte en un artilugio artificial, así que nunca lo sabremos. Me fascina lo que Joyce y los surrealistas han intentado hacer, pero en mi opinión, el texto no es la réplica más adecuada para conjurar este homúnculo, y el cine siempre tendrá más éxito en ello. Una película de David Lynch es más eficaz para darnos una visión del subconsciente que cientos de páginas con escritura automática.
GS: El mito de la Torre de Babel está obviamente obsoleto, en términos literales, ahora que la humanidad ha llegado a la Luna y más allá. ¿Hay implicaciones metafóricas que podamos extraer de ese mito?
R: ¿La falta de comprensión impide el progreso? Tal vez, pero por poco tiempo. A largo plazo, el fracaso en la terminación de la Torre de Babel parece un mero contratiempo en la continua búsqueda de expansión de la humanidad. La confusión de lenguas siempre puede mitigarse con la adopción de una lengua franca, y entonces podrá construirse otra torre, más imponente que la anterior. Este mito nos habla más de nuestra desenfrenada ambición como especie que de nuestras limitaciones.
GS: ¿Qué opina de los intentos de la historia por crear una lengua universal? ¿Es práctico? ¿Tiene algún valor literario?
R: La creación de lenguas artificiales ha sido una empresa noble, que previsiblemente ha fracasado en su propósito de establecer una igualdad lingüística para todos. Nunca habrá cientos de millones de hablantes de esperanto. Estoy bastante contento con el inglés como lengua universal: es fácil de aprender a un nivel básico y, volviendo a la pregunta anterior, se ha convertido en un importante facilitador de nuestra expansión y progreso. En cuanto al valor literario, bueno, aún no he oído hablar de ninguna obra maestra de la literatura escrita originalmente en una lengua artificial. No veo que eso ocurra. La lengua es más que un sistema de signos; es como un tejido vivo, y sólo las lenguas «naturales» pueden utilizarse en la creación de grandes obras literarias.
Andrei es el fundador y principal colaborador de The Untranslated, un blog dedicado a la literatura aún no traducida al inglés. Es originario de Europa del Este y tiene un doctorado en literatura comparada.
George Salis es el autor de Sea Above, Sun Below. Sus obras de ficción han aparecido en The Dark, Black Dandy, Zizzle Literary Magazine, House of Zolo, Three Crows Magazine y otras publicaciones. Su crítica ha aparecido en Isacoustic, Atticus Review y The Tishman Review, y su artículo científico sobre la mecánica del mal natural apareció en Skeptic. Actualmente trabaja en una novela enciclopédica titulada Ecos morfológicos. Ha enseñado en Bulgaria, China y Polonia. Puedes encontrarlo en Facebook, Goodreads, Instagram, Twitter y en www.GeorgeSalis.com.
[1] Kavafis, Konstantino. Poesías completas. Hiperión 1997
[2] Schulz, Walter. La negación de la filosofía. G. del toro. 1970
[3]Para el interesado en la historia de la traducción y sus diferentes vertientes recomiendo el libro de Hurtado Albil, Amparo. Traducción y traductología. Cátedra. 2001
[4] En el original: “kitchen sink realism” acuñado originariamente en Reino Unido.
[5] Bottom’s dream en inglés. No hay traducción al español. La obra traducida al inglés por John E. Woods se divide en ocho libros y pesa más de seis kilos.
[6] La obra de Sasha Sokolov prácticamente no está traducida al español. La única excepción hasta el momento es Escuela para idiotas, publicado por el Círculo de lectores en 1994. Lamentablemente, no es fácil conseguir ejemplares. Se venden algunos como antigüedad en páginas como todocolección y otras librerías de viejo.
[7] El término hace referencia al arte de la escultura y la talla sobre los huesos de ballenas y cachalotes que realizaban los marineros. Esta práctica ancestral tendría su origen en Portugal e Islas Azores. En este contexto, se refiere algo exótico, complejo y minoritario.
[8] Publicada en español por Impedimenta, se prevé que el próximo otoño salga finalmente en inglés editada por Deep Vellum en traducción de Sean Cotter.
[9] No traducida aun al español.
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