Hoy hablamos de las empresas y las personas que usan la causa feminista para lavar su imagen o para contarnos lo buenos que son. O por lo menos, eso piensan los que ven cómo algunas empresas cambian el color de su logo y hacen campañas en el Día de la Mujer. Se llama purplewashing. También hablamos de la familia, como escenario de violencia y por qué debe ser protegida por la justicia. Para ello, recurrimos a Amartya Sen.
¿Hay purplewashing en el mundo de la cultura?
El otro veía la vidriera de una conocida librería hermosamente decorada con motivo del Día de la mujer. Habían hecho una selección de libros muy interesante. Me quedé mirando e incluso pensé en comprar alguno. Yo amo las librerías. Me caen bien. A todos nos caen bien.
Pero me ataca lo siguiente.
¿Puede que todos estemos haciendo un uso raro de todo esto? ¿Quieren las librerías y editoriales vender más gracias a la causa feminista?
Evidentemente.
¿Incluso puede que las editoriales estén también pensando en términos empresariales cuando piensan en sus catálogos feministas?
Por supuesto.
Y tienen derecho. No juzgo. A veces el purplewashing, choca más cuando lo hace Mercadona pero ¿se lo perdonamos cuando lo hace una librería?
Incluso me pregunto ¿estoy haciendo purplewashing escribiendo este artículo?
Este tema me desvela un poco.
Incluso lo pienso cuando veo convocatorias literarias en torno a la violencia de género. Además, yo he participado en alguna (un especial 8M de una revista literaria), aunque siempre con dudas.
Con esto no quiero señalar. Creo que todos hemos caído un poco en esta vorágine por mostrarnos solidarios. Yo no tengo muy claro este asunto pero me da que pensar. Y es por eso que en parte escribo esto.
Purplewashing y economía
Me acusarán de ver solo la veta económica pero hace rato que el capitalismo se apropia de las causas[1](Si quieres leer más sobre el capitalismo y cómo se apropia de los movimientos que en principio lo cuestionan para transformarlos en esloganes te recomiendo que leas Arte y economía: otra mirada para entender el capitalismo actual).
Lo hemos visto recientemente con campañas como las de la Revista Gente en donde la actriz Florencia Peña se caracterizaba como una mujer golpeada. La campaña fue muy criticada en redes sociales hasta el punto de que la actriz se quebró (aunque nunca se disculpó). Dice que «le puso el cuerpo» e inundó los medios de comunicación de declaraciones en donde necesitaba explicar con ahínco su compromiso feminista.
De verdad, estamos muy mal si tenemos que pedirle a una actriz que nos demuestre su compromiso feminista ¿por qué? Y estamos muy mal si esa actriz tiene que salir a explicarnos su compromiso feminista. Como ciudadanos, nos debería dar igual el compromiso de una actriz pero lo que está claro es que hay una revista que se lucró con esa tapa y una actriz que, en principio, cobró por su trabajo. Entonces, ¿en qué quedamos? ¿fue compromiso o fue trabajo?
Ésta es una linea delicada. A mí me resulta incómodo promocionar algo que hago usando un causa tan delicada como el feminismo. Me limito solo a reflexionar y compartir trabajos de otros que luchan de verdad. Pero seguro que no lo hago del todo bien. Por eso, sigo dudando.
Pero veo cada vez más, incluso desde la izquierda, ese esfuerzo de promoción y lucro usando causas muy nobles. Lo vengo denunciando con el cáncer de mama y el pinkwashing.
Me preocupa que se use un tema tan duro con fines puramente empresariales o de promoción de una persona u organización. Algunos le llaman purplewashing. Es apabullante como hoy 8 de marzo se llenan las redes sociales de empresas, instituciones y personas que usan esta causa para subirse al carro. Un ejemplo, el perfil de Twitter de la Guardia Civil que se puso rosa (ni siquiera se atrevieron con el violeta que lo habrán visto demasiado izquierdista). Pero así como hablo de la Guardia Civil, también el librero pone un lindo rincón feminista para vender. No lo juzgo. Todos tenemos que llegar a fin de mes. El asunto es que puede que algunos puedan pensar que se está haciendo un sutil purplewashing.
![By gaelx (https://www.flickr.com/photos/gaelx/2059526685/) [CC BY-SA 2.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0) or CC BY-SA 2.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0)], via Wikimedia Commons](https://silviazuletaromano.com/wp-content/uploads/El_Feminismo_Esta_de_Moda-silvia-zuleta-romano.png)
A pesar de estas movidas capitalistas tan básicas, sigo pensando que el dinero define cada vez más la resolución de los conflictos de género. Para poder dejar un trabajo. Para poder dejar una pareja tóxica. Para elegir mejores trabajos. Para poder trabajar.
Pero no solo la economía juega un papel importante, también la educación. Y por eso, quiero traer a colación a un economista muy especial. De los que no solamente hablan de números. Se llama Amartya Sen.
La familia es política
Ya hemos hablado en otros posts sobre su teoría de las capacidades y su concepto de libertad[2]. Sen nos propone ver qué está pasando con la justicia adentro de las familias. ¿Hay relaciones de poder y conflictos de intereses[3]? Tradicionalmente, ha habido voces contra el feminismo postulando que lo que sucede dentro de las familias no debe evaluarse en términos de justicia social (si escucharas las barbaridades que dijo Rousseau sobre las mujeres solo puede ser entendido dentro del contexto de su época). Siguiendo a Fascioli Alvarez en su interesante estudio “¿Es la vida familiar relevante para la justicia social? Se distinguen tres posturas a lo largo de la historia:
- a) quienes sostienen que la justicia no se aplica a la vida familiar;
- b) quienes consideran que esta virtud se aplica a la familia solo como límite externo, pero no a su dinámica interna; y
- c) quienes afirman que la familia debe ser también internamente justa. (p.84)
Esta última corriente es la que prevalece hoy en día, por lo menos en el discurso. La familia también es política, en el sentido de que también debe estar regida por nociones de justicia social. Y esto me recuerda un poco al debate sobre la privacidad. ¿Estamos hablando de un suceso que pertenece a la esfera íntima cuando un hombre pega a una mujer o a su propio hijo?
Han tenido que pasar siglos para que podamos responder negativamente esta pregunta aunque seguimos viendo en nuestros “avanzados países occidentales” que las mujeres (y los niños también) siguen muriendo. Fíjense en los últimos casos de violencia de género. A menudo, las víctimas denuncian no solo en la justicia, sino en las redes sociales. Hacen público lo que pasa en la esfera íntima. Y veces (solo a veces) funciona.
No hemos progresado mucho, señores, apenas hemos llegado a escandalizarnos por las muertes. Y en muchos casos, a convertir este trágico tema en un slogan para machacar al que no nos cae bien. Por suerte, hay gente, poca, que se toma en serio estos temas y piensa. Y observa.[4]
Hacia una economía feminista
Por último, debo decir que, volviendo a la economía, es una pena que no se enseñen en las escuelas de economía nada sobre economía feminista. Así como se ofertan asignaturas optativas en muchas universidades como Economía austríaca o Economía marxista, debiera haber una mirada de género sobre la economía que no posicione ideológicamente a los que la dictan. Hay que dejar afuera los prejuicios. Es un mundo interesante, fecundo y totalmente desconocido para muchos economistas que se han formado en las universidades. Creo que desde la educación es posible multiplicar las miradas sobre la economía y el modo de organizar la sociedad[5].
Y por supuesto, la escuela debería ser el espacio idóneo para educar a los chicos. Niños y niñas. Sin trinchera. Y con mucha charla.
Ojalá.
[1] Ya decía el Canguro en 2013 a propósito de esto: El 16 de noviembre de 2011 la empresa Telefónica pedía disculpas vía Twitter por haber usado la imagen del 15 M para su publicidad de SMS gratuitos[5]. En uno de sus anuncios emulaba una supuesta asamblea de indignados en donde se debatían las necesidades tecnológicas de un grupo de jóvenes. El anuncio tuvo tanta repercusión (negativa) que no hubo más remedio que pedir perdón. Pero, ¿por qué es relevante todo esto? Porque este incidente constituye una muestra clara de hasta qué punto el capitalismo puede ser tal hábil como para apropiarse convenientemente de símbolos que dicen combatir justamente el actual sistema económico y político.
[2] Aquí puedes leer un artículo sobre cómo cambio mi visión como economista leer a Amartya Sen.
[3] Para más información sobre los estudios sobre el enfoque de las capacidades y el género leer Sen, Amartya, 1989, “Gender and Cooperative Conflict”, in Persistent Inequalities, ed. Irene Tinker, New York: Oxford University Press, pp. 123–49.
[4] Puedes leer en la Enciclopedia de Stanford un magnífico ensayo sobre el tema de la familia desde una perspectiva de género.
[5] El año pasado se inauguró la Cátedra de Economía feminista en la Universidad de Valencia y cada vez más empieza a verse una educación más completa en este sentido.
"la familia debe ser también internamente justa." Estoy muy de acuerdo con todo.
¡Esa sería la idea!