¿Qué relación hay entre el dinero y el feminismo? De la mano de Capital e ideología de Thomas Piketty señalaremos algunas cuestiones que aparecen en el libro en torno a la condición de la mujer y la desigualdad . También hablaremos de Virginia Woolf y uno de los primeros textos de economía feminista: Una habitación propia. Además, ahondaremos en la situación de la mujer en Rusia y cómo la literatura de la mano de Natalia Guinzburg nos abre una puerta inmesa para entender la economía feminista.
Hablar de feminismo es hablar de economía
Dicen que el dinero no da la felicidad, pero tener las necesidades básicas cubiertas da un respiro y una serenidad muy interesantes. Es lo que experimentaba Virginia Woolf cada vez que abría su billetera. Justamente, a Virginia le pidieron de la Sociedad Literaria de Newham (1) una conferencia que hablara de las mujeres y la novela. Por alguna razón, este asunto la condujo a tener que hablar de dinero. Estaba haciendo economía feminista sin saberlo porque estaba dando una explicación económica al fenómeno de las mujeres y la novela.
Todo comienza con la habitación propia. Ese pequeño espacio en el que la mujer puede trabajar sin pensar en nada más. La habitación propia tambien es la metáfora más clara para hablar de dinero. Y tenerlo implica no tener que hablar de él. Fíjense cómo Virginia habla de economía con perspectiva de género.
La noticia de mi herencia me llegó una noche, más o menos al mismo tiempo que se aprobaba una ley que les concedía el voto a las mujeres. Una carta llegó a mi buzón y al abrirla me encontré con que mi tía me había dejado quinientas libras hasta el resto de mis días. De las dos cosas -el voto y el dinero-, el dinero, lo confieso, me pareció de mucho la más importante.
Virginia woolf. Una habitación propia. seix barral. 2002
Para mí, es uno de los primeros textos de economía feminista. De los más claros y lúcidos. Más que nada porque no proviene de una economista sino de una escritora. En su relato, Virginia nos cuenta que, hasta entonces, tenía que subsistir con pequeños trabajos. Los que le dejaban hacer a una mujer. Cien años después, muchas cosas han cambiado pero, si bien ya no tenemos actividades vetadas para las mujeres en muchos países occidentales, seguimos copando aquellas «pequeñas tareas» que mencionaba Woolf.
En relación a este punto Thomas Piketty ha hecho un esfuerzo por mostrar algo más sobre la condición de las mujeres. Intentaré no marear con demasiadas cifras. Y a estas conclusiones he llegado.
Pocos datos históricos sobre el trabajo femenino
En general, para todos los países, hay escasez de datos desagregados por género. Piénsese que durante mucho tiempo las profesiones no asalariadas (campesinos, artesanos, comerciantes) que realizaban las mujeres no se declaraban. Eso ha significado que miles de mujeres, a lo largo de la historia, no han tenido derecho a ninguna pensión ni otros derechos laborales (en España solo existe una pensión no contributiva de subsistencia que está más pensanda como caridad que como retribución por un trabajo. En efecto, solo está contemplada para personas que no tienen ningún ingreso más que ese, lo que sitúa la remuneración en el plano de la limosna. No valoriza el trabajo realizado por la persona que trabaja en el hogar. No le asigna un valor. O el que le asigna es muy bajo). Pero vemos algun avance importante. Por ejemplo, en Argentina con el nuevo Código Civil, en caso de divorcio, los cuidados de la casa y los hijos se consideran que son un aporte en especie. Es interesante cómo la justicia pone en valor el trabajo no remunerado de alguien cuando se rompe el vínculo. Sin embargo, no lo reconoce cuando los conyuges están juntos.
Casi todas las sociedades a lo largo de la historia han sido patriarcales
Del gran estudio sobre la desigualdad hecho por Piketty que abarca siglos se desprende que “la mayoría de las sociedades se han caracterizado por diversas formas de dominación masculina”. Marvin Harris, antropólogo, coincide con esta premisa. No se ha encontrado ninguna tribu dominada por mujeres y el hecho de que históricamente el hombre se haya dedicado a la administración de los recursos ya lo sitúa en una categoría de poder.
Son los cabecillas y no las cabecillas los que dominan tanto la redistribución igualitaria como la estratificada. Los cabecillas semai y mehinacu, los mumis de las islas Salomon y «los grandes hombres» de Nueva Guinea, los jefes de la piel de leopardo de los nuer, los fefes kwakiutl, trobriandeses y tikopia, el mukama de los bunyoro, el inca, el faraón y los emperadores de China y Japón muestran la misma preeminencia masculina.
Harris, marvin. antropología cultural. alianza.2009. pag. 425
Pero encontramos alguna excepción para reseñar y que nos recuerda Piketty.
La Unión Soviética[X].
Las mujeres de la Unión Soviética
El papel de las mujeres en la Rusia comunista significó, por ejemplo, que podían llegar a representar hasta el 40% de los escaños frente a un 5% en Europa Occidental y Estados Unidos.
En cuanto a conciliación, parece que tenían una buena red de guarderías. ¿Lo pueden creer? Otros apuntan a una buena red de abuelas.
Pero donde más se la jugaron fue en el apoyo a la anticoncepción. La Unión Soviética fue el primer país en legalizar el aborto en 1920 (puedes leer aquí el decreto bolchevique sobre la regulación de la familia y el rol de la mujer. Sin duda, un texto de avanzada).
Sin embargo, más allá de si fue real o no, el rol preponderante de las mujeres, no podemos dejar de señalar que el retroceso en igualdad de género después de la caída del muro de Berlín ha sido brutal. Actualmente, no se reportan datos de violencia de género por parte del Estado. Se calcula que murieron en 2019 al menos 1500 mujeres por violencia machista.
Svetlana Slepenko y Varvara Mikháilova, dos activistas feminstas rusas, fueron entrevistadas por El Salto diario. Por favor, lean lo que denuncian. Es una buena pincelada de cómo estan los derechos de las mujeres por esas latitudes. No tienen ni el apoyo de la izquierda, supuestamente progresista. Y todo lo que hacen es a pulmón, en un medio tremendamente hostil.
Los más ricos son, en su mayoría, hombres
De acuerdo a los datos de Piketty, del percentil más rico (el 1%), el 90% son hombres en Estados Unidos. Esta tendencia se observa en la mayoría de los países. Lo mismo sucede en Francia y, aunque hay una tendencia a más mujeres en estos estratos, la evolución es lenta.
De todas formas, esto lo apunto como dato de color porque en realidad a mí no me importa mucho lo que pase dentro de ese 1%. Todavía hay una corriente dentro del feminismo que habla de techos de cristal y yo me sigo preguntando ¿de verdad ese es el mayor problema que tiene una mujer con el patriarcado?
La gente elije pareja dentro de su círculo
No es estadístico pero casi todas las parejas que conozco se conocieron en el colegio o en el trabajo. Puede que incluso Tinder agudice esta tendencia a buscar lo propio en el otro. De acuerdo, a los datos que muestra Piketty, hay una fuerte tendencia agudizada en las últimas décadas a la homogenia de renta y patrimonial. Las parejas siguen formándose en base a estas dos igualdades lo que provoca mayor concentración de capital. Es decir, elegimos a parejas que tienen un mismo nivel socioeconómico (p.826). Y esta tendencia se está acentuando, en especial en países como Francia.
Piénsese que, antiguamente, se arreglaban los matrimonios justamente para preservar el patrimonio de una familia. Ahora no parece ser la tónica en países desarrollados pero ¿hasta qué punto pesa el dinero en la elección de una pareja? Esta pregunta, que hoy puede parecer espantosa, era común durante siglos. Las mujeres eran mano de obra y hablar de matrimonio era hablar de dinero. Natalia Guinzburg en A propósito de las mujeres retrata muy bien esa relación entre el dinero y el amor. En el relato Mi marido» vemos las connotaciones de un matrimonio arreglado. Las diferentes experiencias de vida de una mujer de clase media (la mujer del médico) y una pobre campesina. Con maestría retrata Guinzburg la vida en el campo de estas mujeres y niñas. Mezcla de crónica y relato, en Las muchachas, nos cuenta:
Las muchachas empiezan muy pronto a pensar en casarse (…). En cuanto termina la escuela si la familia ha ahorrado un poco de dinero, empiezan a hacerse el ajuar. Cuando lo tienen listo, el padre y la madre vigilan atentamente que no salgan con cualquiera, que no cojan mala fama. De modo que a las muchachas les resulta difícil hacer el amor en paz.
Natalia guinzburg. A propósito de las mujeres. lumen. 2016 (p.92)
El régimen de separación de bienes acentúa la desigualdad patrimonial
Hasta hace poco, incluso con régimen de gananciales, era muy difícil para una mujer obtener una pensión alimenticia. Piketty señala que los regímenes de separación de bienes han aumentado y profundizado la desigualdad patrimonial (p.828) beneficiando más a los hombres. Este es un tema interesante porque conozco a muchas parejas muy modernas y progresistas que de te dicen: “nosotros separamos los bienes”. Y entonces, yo pienso que en realidad es una forma de esconder una desigualdad de base en especial cuando hay menores a cargo. Porque hay uno que aporta de forma no dineraria que siempre va estar en desventaja. O ¿acaso, esas madres tan modernas que se cargan con las tareas domésticas, le pasan una factura a su marido con los honorarios por sus servicios prestados?
Es una manera elegante de decir por parte del marido a la mujer: lo mío es mío y lo tuyo (tu tiempo, tu postergación de la carrera) también es mío. Yo siempre pienso que el régimen de separación de bienes conviene al que está en mayor ventaja económica. Por eso la sociedad de gananciales protege al más débil. Combate la desigualdad.
A veces nos quieren vender como feminista, esa idea de la mujer que no depende de nadie. Y que el feminismo es convencer a la mujer de que puede con todo equiparando el estilo de vida masculino que no se cuestiona otra forma de organización social que la existente. Cada vez más sabemos que todos dependemos de todos.
Con esta pandemia, se ha puesto, al menos en la agenda, la importancia de los cuidados pero, ¿cómo lo compensamos? ¿Está el sistema económico preparado para cuidar de otros?
También es feminista hablar de economía
Siguiendo los datos de la década 1950-1980, vemos que ha sido uno de los períodos más igualitarios en la mayoría de los países occidentales en términos de salario y patrimonio. Pero cuando analizas esas mismas variables desagregadas por sexo nos damos cuenta de que ha sido la edad de oro del patriarcado.
Piketty propone paliar la desigualdad entre hombres y mujeres, atacando el esquema de horarios y cuidados.
Natalia Guinzburg cuenta que cuando tuvo sus hijos, recién pudo ponerse a escribir cuando encontró alguien en el pueblo (una vecina) que le cuidaba los hijos unas horas. Ella tenía la suerte de ser educada y poder tener un resto económico para contratar a alguien (otra mujer, obvio). Algo tan simple como trabajar unas horas se transforma en un lujo. Con esto, no quiero desmerecer el talento de la escritora, solo poner de manifiesto que la meritocracia requiere de una cuota favorable de azar al principio. Natalia nació en el lugar correcto y la familia justa para poder desarrollar sus dotes de escritora. Ese colchón de azar le dio las herramientas suficientes para que empezara a operar la meritocracia y ella fue capaz de escribir cosas maravillosas aun bajo un régimen fascista primero y luego nazi. Con esto queremos marcar dos visiones antagónicas. La lectura neoliberal te diría, ¿ves cómo se puede a pesar de las malas circunstancias? Para esta gente, Natalia Guinzburg es el triunfo del individuo como también lo fue Virginia Woolf. Y un progresista te diría: sí, Natalia pudo pero no hay necesidad de tener que trabajar bajo esas condiciones. El ser humano puede someterse a muchos tormentos pero eso no debe invalidar el argumento de que siempre es bueno cambiar las cosas que están mal.
Todavía hoy para que podamos trabajar, necesitamos a mujeres, muchas de ellas extranjeras que tienen que dejar a sus hijos para cuidar a otros. Seguimos sin entender el feminismo sino cuestionamos este sistema económico que permite que las mujeres dejen de cuidar a sus hijos para dejar sus países y vivir precariamente. Es decir, perpetuamos esa desigualdad de género si lo único que hacemos es delegar esa tarea de cuidados en otra mujer, que además es precaria.
Todo esto me lleva a pensar que, al final, es un tema de lucha de clases. Incluso aunque veamos mujeres asesinadas de clase alta, aunque veamos violencia y abuso en todos los estratos sociales, todo es mucho más difícil sin dinero y sin educación. Por eso, abogo por más economía feminista. Para entender que alguien le planchaba las camisas a Adam Smith. Que alguien cuidaba a Maynard Keynes cuando enfermaba (su mujer Lydia Lopokova). Que Carrington se ocupaba de Lytton Strachey, hasta el punto de sacrificar su propia vida.
En definitiva, para comprender que hay todo un tinglado, cada vez más visible y precario, que sostiene el éxito de otros.
No nos olvidemos de esas mujeres que tuvieron la mala suerte de nacer en un hogar pobre. En un país equivocado. En una religión complicada.
Natalia Guinzburg retrata muy bien esa estrecha relación entre dinero y feminismo
Los dejo con unas palabras de Natalia Guinzburg hablando de las mujeres del sur. Es una pequeña crónica llamada Mujeres del sur, en el que denuncia las condiciones de estas campesinas. Su relato es desgarrador y además, dolorosamente actual. Fue escrito hace más de cincuenta años. Poco ha cambiado desde entonces en muchas regiones del mundo.
La infancia es breve para las campesinas. La miseria es una triste compañera que no admite juegos ni despreocupados pasatiempos. También su juventud es breve, y una vida de privaciones y de trabajo extenuante hace florecer en los rostros de esas mujeres una belleza fugaz y enfermiza. La maternidad y la lactancia devoran sus cuerpos débiles. Las prolongadas lactancias arrasan la dentadura de las madres…
natalia guinzburg. Domingo. relatos, crónicas y recuerdos. acantilado. 2021
Fuentes
Piketty, Thomas. Capital e ideología. Deusto. 2019
Woolf, Virginia. Una habitación propia. Seix barral. 2002
Harris, Marvin. Antropología cultural. Alianza. 2009
Guinzburg, Natalia. A propósito de las mujeres. Lumen. 2019
Guinzburg, Natalia. Domingo. Relatos, crónicas y recuerdos. Acantilado. 2021
(1) La Sociedad literaria de Newham era una universidad exclusivamente femenina perteneciente a la Universidad de Cambridge. Allí dio conferencias Virginia y otras mujeres de profesores de Cambridge como la mujer de Alfred Marshall, padre de la microeconomía clásica. También, la madre de Maynard Keynes fue alumna allí y muchas mujeres que luego fueron parte del movimiento sufragista femenino. Para más información, consultar aquí.
[2] Los datos sobre la supuesta igualdad de la mujer en la URSS hay que tomarlos con pinzas. Aunque todo apunta a que había más presencia de mujeres que en países de esfera capitalista, puede que no haya respondido a una mayor liberación sino a causas concretas y demográficas que luego no se pudieron subsanar. Hacia el final del régimen, empezaron a surgir iniciativas feministas que fueron contestadas por parte del gobierno. Incluso, desde el movimiento bolchevique el feminismo era visto como algo burgués. El problema de la conciliación no estaba resuelto. Para más información, recomiendo leer este artículo con buenas fuentes sobre la mujer durante la época de la Unión Soviética de Álvaro Corazón aparecido en la revista Jotdown.
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