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Silvia Zuleta Romano

Sobre el oficio de escribir, el capitalismo y otras hierbas

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Los niños y la escritura

Silvia Zuleta · 21 septiembre, 2020 · 4 comentarios

Por fin llegó septiembre y desde las ventanas de los hogares se ven a niños contentos yendo al colegio en medio de un paisaje ya otoñal de bellotas verdes. Hojas ocres y crocantes. Y corredores de última hora que se lanzan a la aventura del aire libre sin barbijo mientras dure. Porque la sensación de inminencia esta cerca y algunos la llevan peor que otros. Pero mientras tanto, mantengamos la ficción. Porque hoy quiero hablar de los niños y la escritura.

Este verano he tenido la oportunidad de organizar un taller literario de lectura y escritura para niños de 8 años. Hace tiempo que tenía esta idea en la cabeza y las circunstancias de los últimos meses y el auge de enseñanzas no regladas me han impulsado a por fin llevar a cabo esta actividad. Ya saben que hay un gran abanico de escritores dedicados a este metier y estoy explorando, como siempre, otras formas de trabajo que complementen mi solitaria actividad.

Tabla de contenidos

  • ¿Por qué con niños?
  • Lo esencial es poco prestigioso
  • Los diarios íntimos en la infancia
  • La lectura es el primer paso para escribir
  • La escritura en los colegios
  • Los niños y la escritura son un espacio de aprendizaje y calma
  • Escribir es sumergirse en el fango
  • ¿Los niños y la escritura pueden paliar la desigualdad educativa?
  • Sobre las cosas buenas que pasan cuando los chicos escriben
  • En realidad todos somos cuentistas
  • Últimos artículos

¿Por qué con niños?

Por supuesto, no descarto a los adultos pero en este momento detecto una necesidad más clara en el público infantil.

A ver.

A veces la idea infantil que tienen los adultos de los niños es irritante. En especial, la frivolidad y esa sensación de que habitualmente nuestros hijos son un proyecto más como remodelar una casa o apuntarse a clases de inglés.

Dicho esto, acompañar en el proceso de lectura y escritura tiene más sentido a una edad temprana. Por supuesto, está buenísimo que la gente mayor quiera aprender a escribir bien pero los beneficios en los niños son grandes. Los resultados se ven inmediatamente.

Lo esencial es poco prestigioso

Por otra parte, hay cierto prejuicio hacia cualquier tipo de enseñanza dirigida al público infantil. Lo vemos en la educación tradicional. Normalmente tiene más prestigio dar clases en la universidad que en la escuela primaria. Sin embargo, ¿no consideramos importante que la educación que es obligatoria sea realmente de calidad? Lo mismo aplica a las enseñanzas no regladas. Si tú das clases a un grupo de adultos, la mirada es diferente que si enseñas la misma disciplina a niños. Ya dijimos que la maternidad y la escritura son oficios poco prestigiosos. De igual manera, los niños y la escritura como concepto carece de glamour. Lo estamos viendo en esta pandemia en la que hemos corroborado que evidentemente los esenciales son los peores pagados o como bien señaba Hector Barnés en su último artículo en El confidencial: «No es que los trabajos esenciales estén peor pagados a pesar de serlo, es que están peor pagados porque son esenciales».

Pero volvamos al asunto.

En mi caso particular, creo que en el fondo son una hermosa forma de transitar ciertas lecturas y experiencias con la escritura que no tuve a esas edades y que está bueno transmitir. Tampoco me parece que haya que glorificar la infancia. Solo me pasa que considero que es un periodo en la vida que lo que hagas influirá en el resto de tu existencia.

O quizás simplemente detecto huecos de necesidad. Me parece que hay enseñanzas que está bueno que estén al alcance de muchos, sean niños o adultos. Y en estos tiempos de pandemia y educación mermada veo con mucho más sentido intentar tapar esos agujeros que seguro dejará la educación tradicional.

Pero algo tiene la escritura que no tienen otras disciplinas.

Los diarios íntimos en la infancia

Recuerdo que, cuando era chica, había un pequeño espacio dentro de la asignatura Lengua en las que nos proponían un tema y debíamos escribir una redacción que luego ilustrábamos. Para mí, era un placer tener esos pequeños momentos de creación. Con el paso del tiempo, adquirí la solitaria costumbre de escribir y descubrí muchas cosas. Creo que todos los escritores empezamos a hacerlo desde el aburrimiento en torno a otras cosas. Yo recuerdo que un día me regalaron un diario con candado. De esos que olían a perfume. Más allá de mi gusto temprano por lo cursi, mantuve la costumbre de escribir diarios hasta más allá de los 25 años.

Hace poco los volví a releer y por supuesta eran basura y terminé por quemarlos en la chimenea porque siempre pienso que si me muero no sé dónde podrían terminar. Realmente fueron un ensayo, una terapia, un espacio privado sin ningún valor literario. Cumplieron su función. Por supuesto, yo no soy Virginia Woolf cuyos diarios son verdaderas reflexiones (es más: yo creo que sus diarios[1] son lo mejor de su obra pero ya hablaré en otro artículo sobre los diarios como género literario).

Luego llegaron las pantallas y ya no pude seguir pero todo el acto de elegir el papel, las Pilots, el papel de carta era fascinante. Era la época también de los amigos por correspondencia y escribíamos largas cartas contando como era nuestro país o lo que comíamos mientras nuestras manos estaban siempre manchadas de tinta porque en esa época usábamos lapiceras. Todavía mantengo el gusto por los elementos de papelería pero ya casi no escribo en papel o lo hago solo para tomar notas.

Pero volvamos.

Porque para escribir antes hay que haber leído mucho.

Jornada dedicada a la novela. Algunos títulos que disfrutamos

La lectura es el primer paso para escribir

La mejor escuela de un escritor, sea infantil o adulto, es la lectura. En efecto, en el taller comenzábamos leyendo un rato largo para luego pasar a la escritura. Nadie les tenía que decir que leyeran. Simplemente se lanzaban a los libros. Porque no es lo mismo decirles: tienes que leer al menos tantas páginas de este libro, que: “mira, elige el libro que quieras y, si no te gusta, búscate otro. Explora. Descarta. Tienes derecho a decir también: “este libro me aburre. Aquel personaje es insoportable”.

Ese primer acercamiento era crucial. Al principio, como seres humanos copiamos descaradamente o usamos personajes que crearon otros. Necesitamos emular[2].

Siempre he pensado que la escritura y la lectura en los niños es importante porque es una puerta de entrada al conocimiento y al arte. No queremos crear futuros escritores (o no solo eso). Me parecería frívolo pensar solo en eso. La escritura es mucho más. Es aprender sobre muchas otras cosas. Y requiere paciencia y tesón. A los niños les cuesta al principio visualizar el asunto pero cuando se enganchan no pueden parar.

La escritura en los colegios

No sé si con el tiempo se ha perdido esa costumbre de la escritura en los colegios. No me extraña nada que nadie la ofrezca como extraescolar. Quizás los padres no la consideran importante o los mismos niños la rechazan porque la asocian al colegio (y puedo entenderlo). Y yo me pregunto si la escuela es un espacio adecuado porque la creación no puede estar sujeta a una evaluación (¿o sí?). Quizás la creación no es evaluable pero requiere de habilidades y destrezas que sí lo son como la buena ortografía y la sintaxis básica (cosas que yo pienso que se adquieren mejor leyendo mucho que memorizando reglas).

 Me he encontrado con niños que tienen vergüenza ante sus compañeros. Es normal, nos pasa a todos. ¿Dónde podríamos introducir, entonces, un conocimiento tan útil, tan hermoso y tan poco tangible?

En estos momentos en los que parece que la educación obligatoria de los niños se ha visto despojada de todos sus ornamentos, quizás no es mal momento para rescatar este oficio que cumple con todos los protocolos de salud (sí, lamentablemente también hay que pensar en estas cosas).

Personalmente, ha sido una linda experiencia y he aprendido mucho. Cuando estoy con ellos, la lectura y la escritura invitan a que terminen aprendiendo sobre historia, botánica, animales, mitología. Y además les digo que tienen que equivocarse porque si no, no hay aprendizaje.

Los niños y la escritura son un espacio de aprendizaje y calma

Me encanta que exista el colegio con su, a veces, pesada burocracia pero también es genial que existan espacios de aprendizaje y disfrute al margen de lo académico. La enseñanza reglada siempre va rápido porque hay un temario que terminar y no invita mucho a reflexión. No la critico. No soy pedagoga y seguro tiene sus beneficios y te entrena en otras habilidades.

Sin embargo, yo siempre pienso que la escritura requiere pausa. Por eso siempre nos encontramos en los periódicos y en la televisión muchos errores de ortografía. No es culpa de nadie. Las prisas nunca son buenas cuando queremos buscar algo estético. Algo bello. Porque lo hermoso requiere tiempo. Para contemplar. Para oír como suena. Por eso cuando uno crea, el tiempo desaparece y cuando te das cuenta son las diez de la noche.

Crear un espacio de lectura y escritura con los niños es crear un espacio de conversación. Así, en el taller me encontré hablando de las exploraciones de Humboldt[3], de los ríos, de los países, de los peces, de Harry Potter, de los cuentos de hadas, de Mafalda, y del papá de Mafalda y del Antiguo Egipto, del cambio climático y de Narnia. Bueno, en realidad yo hablaba poco. Solo introducía o guiaba temas porque lo mejor es escucharlos a ellos.  Quizás, la lectura y la escritura puedan servir para generar interés en áreas, a priori, menos lúdicas como las matemáticas o debatir cuestiones más filosóficas.

Escribir es sumergirse en el fango

Cuando entramos en el terreno de la escritura entramos al barro. Ahí hay que ensuciarse las manos. La base del aprendizaje es la equivocación. La hoja sucia. Lo saben los dibujantes. Los músicos. También lo sabemos los escritores. Y los niños aprendices de escritores al principio te dicen que no saben. Que no pueden. Pero luego, se dan cuenta de que pueden hacer cosas que creían que no podían como un cómic o un cuento o el primer capítulo de una novela. Y casi en un susurro, les recuerdo los acentos, los puntos, las comas, las haches. Porque si intuyen que algo huele a fichas o a colegio ya no quieren hacer nada. Y mantenemos la ficción. Ahí vuelvo agradecer el trabajo menos agradable del colegio porque hay cosas que hay que aprenderlas nos guste o no. Y es ese balance entre la disciplina y el arte lo que hace de la creación algo maravilloso.

Imprimo algunos ejercicios que, of course, no tienen nada de pinta de fichas porque los hago yo misma. Les pido que cambien esa V que ahí no va pero nunca desde el reproche e intentamos que el aprendizaje suceda sin que ellos se den cuenta. Porque ahora no estamos en la escuela. Y ya tendrán tiempo de hacer fichas y escuchar al profesor en silencio. Aquí quiero escuchar sus voces. Y para ello es imprescindible que seamos pocos.

Día dedicado al cómic

¿Los niños y la escritura pueden paliar la desigualdad educativa?

Lamentablemente estamos asistiendo a un desmantelamiento de lo público. Se quitan horas lectivas y se rellenan con servicios de guardería ofrecidos por empresas tercerizadas. Ellos, la escuela, dicen que garantizan la jornada pero no podemos estar seguros de que se garantice la enseñanza. Quizás esto resulte banal al lado de otros países cuyos niños ni siquiera pueden asistir a clase. Y les doy la razón. Más del 94%[4] de los estudiantes de todo el mundo interrumpieron sus estudios en todo el mundo siendo el parón educativo más importante de la historia y aunque se han implementado medidas para lograr la enseñanza online, no se ha podido llegar a todas las familias y nos hemos dado cuenta, una vez más, que el nivel de renta y la organización de las tareas domésticas ha repercutido en la enseñanza de esos niños. Pero no puedo dejar de pensar que la educación tiene que garantizar la igualdad de oportunidades e intuyo que hay algunos que pierden más que otros (en breve publicaré una reseña del último libro de Thomas Piketty Capital e ideología sobre la desigualdad y su evolución en el mundo, una obra que no puedo dejar de recomendar). Quizás fueron estas reflexiones las que me llevaron a pensar en algo que los iguale. La lectura y la escritura los iguala porque solo se necesita un papel, un lápiz y acceso a los libros[5]. Es una actividad que si está impulsada, luego es fácil de continuar. No tienes que comprarte una mountain bike, o alquilar un violín o tener buenas zapatillas para correr. Con la escritura y la lectura, un pequeño empujón puede ser suficiente.

Sobre las cosas buenas que pasan cuando los chicos escriben

Escribir y leer es una forma de aprender otras disciplinas como ortografía, historia, naturales, matemáticas. Los niños y la escritura pueden ser amigos inseparables. Pero además hay otras muchas ventajas:

  • Les impulsa a leer más. Copiar es la primera forma de aprendizaje.  
  • Les incentiva a pensar sobre cosas que están fuera de su ámbito.
  • Aprenden sobre cosas que les gusta
  • Les da ganas de investigar
  • Se dan cuenta de que son capaces de lograr algo tangible
  • Es una actividad que puede hacerse en aislamiento. En los tiempos que vivimos esto no es baladí.
  • Tiene también un componente social. Compartir lo leído entre los mismos niños (o los adultos) es parte del aprendizaje. Los niños se recomiendan unos a otros.
  • La escritura es un excelente compañero cuando no hay amigos cerca. Fue uno de mis primeros recursos cuando me aburría de jugar.
  • Es barato. Solo necesitan lápiz y papel
  • Sirve como terapia
  • Entretiene

En realidad todos somos cuentistas

Cuando me junto con ellos, a menudo me dicen: “no sé de qué escribir”. Y a continuación, se la pasan contando anécdotas. De la infancia, del confinamiento, de los amigos. Los niños siempre están inspirados pero no se les ocurre que pueden escribir sobre ello. Es como si la escritura y la oralidad fueran universos distintos y entonces les cuento que antes todos los relatos eran orales. Que las historias se transmitían de padres a hijos y que nadie sabía quiénes las habían escrito porque en realidad nadie las había escrito porque seguramente eran todos analfabetos. Y les hablo de Italo Calvino y de los Hermanos Grimm pero apenas suelto píldoras porque las clases magistrales ya las tendrán en el colegio y estamos cansados de ver niños sentados en su silla en silencio. A veces, les pido algo de atención porque les digo algo importante pero siempre pienso que algo importante tiene que ser corto. No se puede hablar media hora de cosas importantes. Lo mío son los titulares. Y obvio,  a veces escuchan y a veces no. Y entonces me vuelvo un poco repetitiva pero lo justo.  A mí me gusta que hablen, que cuenten, que escriban, que lean. Que hagan.

Ese es el mejor aprendizaje.

 En estos tiempos confusos y vacilantes la escritura y la lectura son asideros baratos y saludables. Son oasis. Son islas exóticas llenas de aventuras. Son aire fresco. Puro. Nos transporta lejos del ambiente deprimente que a veces nos rodea. Nos aleja del ruido que tenemos a nuestro alrededor. Los niños también pueden tener esos momentos.

No se los quitemos.

Y a tí, ¿te parece importante la lectura y la escritura en los niños o, al contrario, te parece una frivolidad? ¿Tienes alguna experiencia que contar? ¡Te espero en los comentarios!

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[1] Los diarios íntimos pertenecen al subgénero de la biografía y debemos decir que la tradición se ha perdido por el auge de la computadora e Internet. Los blogs surgieron en sus inicios como una forma de reemplazar al viejo diario íntimo pero creo que devino al final en una web de propaganda del escritor. Como ejemplo, podemos recordar la gran tradición dentro del grupo de Bloomsbury de diarios y cartas que ellos mismos sabían que a su muerte se publicarían. Todo ese intercambio de material tenía un valor que en realidad no se explotaría hasta, por lo menos, una generación después. De alguna manera, eso se perdió con la inmediatez de Internet. Antes tenías que esperar décadas para conocer quizás esas intimidades o reflexiones acerca de un autor, hoy en día puedes saber en tiempo real sus pensamientos, sus imágenes, sus acciones. De alguna manera, se pierde valor estético. O al menos eso piensan muchos, en especial, los críticos de la prensa rosa o del corazón. Sin duda, es para pensar. Puedes leer más sobre el poco prestigio de este género en Biografía y periodismo rosa: dos géneros muy denostados y terriblemente exitosos.

[2] En la obra Apología del plagio, Anatole France esboza interesantes ideas en relación al arte de copiar. Es una obra pequeña que siempre recomiendo.

[3] Por cierto, esta semana fue el aniversario del nacimiento de Alexander von Humboldt y no puedo dejar de recomendar a los chicos de 8 años en adelante el cómic sobre su interesante vida basado en el libro de Andrea Wolf La invención de la naturaleza. Un libro excelente y atrapante para adultos y una versión cómic  para niños y grandes que realmente sirve como forma de introducción a muchos temas para hablar con los chicos como el cambio climático, los países, la esclavitud, las monarquías, Europa, América. Lo estoy leyendo con mi hija y está atrapadísima.

[4] Fuente: ONU. La educación durante el Covid-19 y después de ella. Agosto 2020

[5] Otro sin sentido de la vida protocolizada. Los bares abiertos y las bibliotecas cerradas. A falta de horas de colegio, sería bueno replantear este asunto. O sacar los libros a la calle. Hacer una biblioteca al aire libre o al menos dejar entrar con aforo al público infantil. Si están abiertas las librerías ¿por qué no las bibliotecas? Este tipo de medidas, generan desigualdad porque el que pueda irá a una librería con su hijo pero el resto, no podrá. Y pedir por Internet es un parche malo. Una inicitiva interesante es la de esta ciudad de Turquía que abrió una biblioteca al aire libre.

Publicado en: Herramientas para el escritor, La guarida de ficción Etiquetado como: covid-19, desigualdad, literatura infantil, niños

¡Gracias por compartirlo!

Interacciones con los lectores

Comentarios

  1. Ignacio dice

    21 septiembre, 2020 a las 17:14

    Original y profundo. Le va a servir mucho a quienes lo lean. Son cosas fundamentales y que nadie dice.

    Responder
    • Silvia Zuleta dice

      21 septiembre, 2020 a las 19:50

      Es difícil no caer en el lugar común de «los niños son el futuro» y esas cosas empalagosas. He intentado no caer en ese lugar. ¡Se hace lo que se puede!

      Responder
  2. Trini Vergara dice

    22 septiembre, 2020 a las 02:21

    Genial iniciativa, maravillosa experiencia! Valiosísima, conmovedora. Además, muy bien escrito este artículo, sobra decirlo.

    Responder
    • Silvia Zuleta dice

      22 septiembre, 2020 a las 10:23

      ¡Muchas gracias!

      Responder

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