En nuestra crónica de hoy hablamos de participación ciudadana a nivel local, de gobernanza (también conocida como Presupuestos Participativos, en adelante diremos PP) y de qué pasa con la cultura. No hablamos como expertos en gestión cultural, ni como académicos o empleados públicos. Sino como ciudadanos que habitamos un espacio geográfico concreto.
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La gobernanza en las ciudades
Hoy quería comentarles que hace un tiempo vengo asistiendo a las Plenarias que organiza el Laboratorio de aprendizaje colectivo en Torrelodones[1] Se trata de espacios de encuentros promovidos por el Ayuntamiento entre empresarios y agentes de la sociedad civil para debatir diversos asuntos. Los que la ciudadanía quiera o considere.
Mi objetivo era claro: cualquier plataforma de conocimiento y aprendizaje me suma en mi trabajo. Si además puedo aportar algo más a los demás, genial. Con ese espíritu me acerqué a la cuarta plenaria que se celebró en septiembre del año pasado.
De momento, que haya un espacio en que los vecinos se puedan conocer y explayar sobre sus problemas ya es un avance. Si además, eso mismo nos hace reflexionar (como me ha pasado a mí), bienvenido sea.
Más allá de que se cumplan o no los principios y objetivos de la gobernanza[2]. Me gusta la idea que transmite la FEMP sobre el asunto en este informe. Creo que ayuda a entender de qué hablamos cuando hablamos de gobernanza (Incluso aunque sea un poco wishful thinking).
La participación ciudadana es considerada por la Organización de las Naciones Unidas como un elemento civilizador que mejora la calidad de vida de las sociedades. Asimismo, la Carta Iberoamericana de Gobierno Abierto de 2016 define al gobierno abierto como el conjunto de mecanismos que contribuyen a la gobernanza pública y el buen gobierno, basado en los pilares de transparencia, participación ciudadana, rendición de cuentas, colaboración e innovación, incluyendo a la ciudadanía en el proceso de toma de decisiones, así como en la implementación de políticas públicas.
Cuando la oferta cultural de un municipio no encuentra su demanda
Torrelodones tiene una cantidad inmensa de artistas y creadores. Salen de debajo de las piedras. Yo llevo poco tiempo y no soy un bicho cultural. Consumo y creo cultura pero no pertenezco a ningún gremio ni tribu.
Sin embargo, debo decir que me cruzo, dialogo y frecuento con bastante asiduidad a músicos, cantantes, escritores, traductores, bailarines, pintores. Hablo con ellos y, sobre todo, los escucho.
Hay un determinado perfil de persona que se acerca a este municipio y se instala a crear. Sin embargo, no tenemos estadísticas ¿o sí? Lo cual complica todo mucho más.
Pero sigamos.
La sierra. Los bares. La Casa de la cultura. Los colegios. Torrelodones es uno de los municipios con la renta per cápita más alta de España[3]. Sin embargo, esa gran cantidad de oferta cultural no parece tener una demanda que esté acorde. Eso es lo que oigo todo el rato. Es decir, los teatros no se llenan. La gente no asiste a los conciertos. Y parece que uno de los eventos más concurridos es el OktoberFest (no tengo estadísticas de asistencia. Si están visibles no soy capaz de encontrarlas).
Hay dinero. Hay cercanía. ¿Qué está pasando entonces?
Me comenta una artista que se dedica a hacer ropa artesanal. “Prefieren comprar en el HyM. Nosotros aportamos otro valor agregado pero no podemos competir con esos precios”. Otros me dicen que “los jóvenes prefieren ir al centro comercial”. ¿Significa ello que no se está consumiendo cultura?
Parece que sí está surgiendo un tipo de cultura juvenil y, ya no tan juvenil, ligado a las nuevas tecnologías y el hogar. Esto hace, por supuesto, que la escuela y la familia tengan un peso menor en la transmisión de ese capital cultural. Yo tengo la sensación de que se consume más cultura que nunca pero de otra forma. Se multiplica la oferta y el tiempo sigue siendo el mismo. Y no solo tenemos plataformas como Netflix sino todo un universo transmedia que se refleja por ejemplo en los cada vez más sofisticados videojuegos.
La escuela y el consumo cultural
Mientras tanto, algo pasa en las escuelas. Las privadas. Las públicas. A principios de año, nos desayunábamos con que la nueva Ley Celaa reduciría la cantidad de horas dedicada a la Educación Artística. Se reduce no solo las horas dedicadas al arte en los colegios. Se reduce el tiempo para la Educación física. Y nos pasa otra vez que Torrelodones tiene una vasta oferta de extraescolares artísticas que solo son accesibles a los que pueden pagar por ellas. Y volvemos a la misma pregunta que se hicieron muchos sociólogos en relación al consumo cultural ¿realmente el colegio influye en el consumo cultural de los futuros adultos? De acuerdo a diversos estudios hechos en España, parece que el nivel educativo influye en las prácticas y gustos culturales[4]. Eso está claro. Tampoco eso significa que ese nivel de estudios sea artístico. O sea, a mayor nivel de estudios, mayor acceso a ciertas prácticas de alta cultura que no se ven en estratos menos favorecidos (siempre en este punto voy a mi biblioteca y releo La distinción de Pierre Bourdieu porque son esas obras que no envejecen y cuyos temas siempre salen en alguna conversación banal).
No soy experta en gestión cultural. Pero algo pasa cuando no se valora la oferta cultural de un municipio. Cuesta llenar los teatros en general, imagínense uno que está en la Sierra de Madrid.
Puede que falte educación pero… ¿qué hacemos mientras tanto? ¿Nos peleamos con el público porque no valora a sus creadores? ¿Intentamos mejorar la comunicación? ¿Nos amigamos con las redes sociales? ¿Nos enfocamos a un público objetivo?
¿Presupuestos participativos o trabajo gratis?
Quiero volver al asunto de la gobernanza. Los que me conocen saben que vengo hablando de este asunto hace tiempo porque me fascina. Me canso de escuchar historias de trabajos mal pagos o incluso de años de trabajo remunerado en el colectivo artístico. Ya he hablado sobre los límites entre el amor al trabajo y la exigencia de una remuneración hacia los artistas pero esta vez intentamos ir más allá. En efecto, hace unos años coordiné un interesante proyecto en el Medialab Prado llamado Privacidad e internet: eres capaz de controlar tu propia información[5] Aprendí muchísimo y conocí gente interesante. ¿Me sirvió para mi trabajo? Por supuesto. Pero tuve que dedicar el suficiente tiempo para reflexionar si realmente estaba trabajando para mí o para otros. Me dicen que trabaje por mi comunidad. Pero los funcionarios que organizaron este participativo y ciudadano lo hacen por un salario y entonces es ahí cuando entro en cortocircuito.
No me malinterpreten. No soy un ogro. Me encanta que la ciudadanía sea proactiva en la solución de sus problemas pero ¿necesitamos al Ayuntamiento para que los dirija? ¿No pierde su carácter de espontaneidad? Insisto. Me gusta que el Estado esté presente para que resuelva los problemas de la gente. Y no tengo claro qué es lo mejor. Por eso, me acerco siempre a estas iniciativas porque son sumamente atractivas pero también pienso:
¿Debe trabajar el ciudadano gratis? ¿Lo hace el presidente de gobierno? ¿Los diputados? ¿Por qué entonces debe hacerlo el vecino de a pie? (No estoy diciendo que no lo haga, solo pregunto cuáles serían esos argumentos para hacerlo). Por eso todas estas iniciativas ciudadanas están muy bien pero algo me sigue haciendo ruido.
Los que las organizan cobran por su trabajo ¿por qué entonces el vecino debe hacerlo gratis? No me malinterpreten. No estoy ni en contra ni a favor. Solo abro un debate interesante porque si la idea es hacer trabajo gratuito hay que preguntarse también quién puede darse el lujo de hacer ese trabajo gratuito. Evidentemente no todos, solo algunos y, volvemos a lo mismo ¿no es la idea fomentar la igualdad de oportunidades?
Insisto. Estoy reflexionando. No tengo respuestas a todas estas preguntas.
A ver. La participación ciudadana siempre es atractiva. Todos queremos trabajar por el bien común pero… ¿dónde delimitamos la línea entre el trabajo no remunerado, el voluntariado, el amor por la causa común?
Es un asunto que no tengo resuelto.
Estos son asuntos que atañen mucho al trabajador cultural y del que he hablado largo y tendido, en especial en lo que respecta a la compleja relación entre el arte y la economía.
Repensar la gobernanza para todos
Algunos críticos se han encargado en señalar algunos puntos más polémicos de la gobernanza.
- ¿Quedan colectivos infrarrepresentados? ¿Puede esa falta de representación de algunos colectivos reproducir jerarquías sociales ya existentes?
- ¿Puede que el mismo hecho de que se fomente a que la sociedad civil solucione cuestiones que le atañen al Estado, haga que la gobernanza sea vista como neoliberal?
- Se dice que la teoría de la gobernanza ha estado influida por las experiencias anglosajonas de USA, Reino Unido y los países del norte de Europa y se ha implantado en países como Latinoamérica o España en donde prevalecen situaciones de clientelismo y sin larga tradición democrática. Cabría pensar de verdad si España no debe crear un modelo más cercano a Latinoamérica por historia y herencia[6].
- ¿Puede servir solamente para lavar la cara del municipio en cuestión? Es decir, ¿puede ser la gobernanza una forma de legitimar el poder que pueda tener ese gobierno local?
Si analizamos brevemente la experiencia de Argentina y otros países de su entorno vemos un avance de municipios con presupuesto participativo a partir de la crisis de 2001. Está claro que después de gobiernos excesivamente neoliberales y, en muchas ocasiones, corruptos, se ha necesitado reconciliar a la sociedad civil con sus gobernantes. En ese contexto, surge esta herramienta de acercamiento entre dos partes que están condenadas a entenderse. Si volvemos al caso argentino vemos que pasamos de 1 municipio con PP en 2002 a 56 en 2013[7]. El informe es muy claro cuando dice que uno de sus principales desafíos ha sido intentar romper con las lógicas burocráticas de los municipios en donde todavía al área que se encarga de los PP se la ve como una intrusa. Y me acuerdo otra vez de la clásica charla que siempre uno tiene sobre lo que hay que cambiar de tal o cual administración y es tristísimo cuando la conversación se acaba porque alguien siempre muy puntilloso zanja la cuestión diciendo: “eso está muy bueno pero no se puede hacer porque tal reglamentación del año X no lo permite”.
Y entonces es ahí cuando me retiro y necesito mis olivas.
Y un vermuth. Bien, bien frio.
¿Vives en un municipio con presupuesto participativo? ¿Qué experiencia tienes? ¡Te espero en los comentarios!
Para leer más
- About me
- An arrival in Japan
- Sobre los plásticos en Japón
- Nikko: reflexiones sobre la cultura del onsen
- Cómo debe ser una buena mesa de luz
[1] Lo gestiona el Ayuntamiento de Torrelodones, el Instituto para el conocimiento la gobernanza y el desarrollo locales y el espacio de co working La solana, un hermoso espacio que recomiendo que visiten.
[2] Aquí puedes leer algunas definiciones y conceptos básicos en torno al concepto de gobernanza escritos por Daniel Innerarity. No me explayo sobre este concepto pero puedes buscar en la web numerosas experiencias. Algunas buenas y otras más críticas.
[3] Según los datos del INE de Indicadores urbanos, Torrelodones ocupó en el 2016 (últimos datos de los que disponemos) el séptimo puesto del país en relación a renta neta media anual por habitante.
[4] Fuente: Ariño Antonio (2006). La participación cultural en España. Datautor
[5] Si quieres saber más sobre privacidad y big data no dejes consultar aquí.
[6] La fuente de este apartado es: Montero, Sergio & Franz, Tobias & Choles, Miller. (2018). Repensando la Gobernanza y el Desarrollo Económico Local desde Colombia: Informalidad, Élites y Diversidad. 10.13140/RG.2.2.23323.92967.
[7] Fuente: El Presupuesto Participativo en Argentina Innovación en Términos Político-Institucionales y de Participación Ciudadana Desenvolvimento em Questão, vol. 16, núm. 43, 2018 Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul
Buen ángulo. Aporto con éstos: 1) cultura es espectáculo en el formato de nuestras sociedades. Querer discriminarlo es perder el tiempo. La administración debe tenerlo en claro y: a) promover espectáculos culturales gratis para quiénes no pueden pagarlos – música seria o popular que no está alcance del bolsillo, especialmente de los jóvenes; b) subsidiar a fondo perdido el «arte por el arte», que es como las ciencias básicas o la filosofía, son la base de todo lo demás. Eso es patrimonio colectivo y hay que regarlo, abonarlo y pagarlo para que lo cosechen todos. Sobre los presupuestos participativos, la experiencia en algunos países, como Brasil, e que llevaron a los municipios a la bancarrota. El público que participa sólo pide más gastos y no dice de dónde hay que sacar para financiar. En países más ordenados, como EE.UU., el público pide por lo general que se gaste menos para pagar menos impuestos. En lo personal creo que gobernar es ajustar el gasto porque vivimos en un mundo apestado por la tiranía de los fiscalistas que aplastan a la sociedad con impuestos, en especial los tributos-peaje, como el IVA, que igualan a ricos y pobres. Eso es injusto si, además, los impuestos sirven para pagar guerras y contaminación.
Es un tema porque habrá municipios que realmente tengan dinero y otros que fomentarán la gobernanza pero sin inversión real de plata o recursos humanos. Imagino que por ese lado vendrán las quejas de los que alegan que los PP solo sirven para «legitimar al poder de turno». El tiempo dirá si realmente son una herramienta de cambio. Me conformo con que sirva como elemento de reflexión para losciudadanos.