Hoy quiero hablar de ciertas cosas que llevan rondando mi cabeza algún tiempo y que hechos extraordinarios, como la pandemia del COVID-19 (en adelante Coronavirus), han ayudado a confirmar. Porque cuando hay asuntos complejos creo que hay dos opciones.
Tomar el tema con humor o reflexionar seriamente. Toda la morralla del medio me irrita y me desgasta. Por moralla me refiero a trascendidos y rumores. Y ante todo este ruido mediático, creo que es necesario resguardarnos. En el humor, por supuesto, pero también, acudiendo al pasado. A algunos clásicos que nos pueden ayudar a sobrellevar este momento alejándonos un poco de todo este ruido mediático.
Y es adonde quiero llevar al lector hoy.
Cuando la colmena se corrompe, “prospera”
América Latina se blinda. España limita los movimientos. Se suspenden las clases en varios países. Los aviones van vacíos. ¿Qué es lo que estamos viendo de forma palmaria ahora que no podemos movernos, no podemos consumir, no podemos acudir tampoco a ningún tipo de consumo superfluo? (en estos momentos, el gobierno de Pedro Sanchez está declarando el estado de alarma)
Que la responsabilidad de todo este desaguisado no la tiene la expansión del coronavirus sino un sistema económico que no soporta la sensatez ni el sentido común y que nos obliga a actuar de forma poca solidaria, enfermiza y contaminante.
Porque lo que viene a decirnos el capitalismo actual es que si tienes virtudes, lo terminarás pagando caro.
Veamos.
Les quiero hablar hoy de La fábula de las abejas de Bernard Mandeville[1]. Este médico, filósofo y economista escandalizó a la sociedad del 1700 al poner de manifiesto la hipocresía en la que vivía Inglaterra en los albores de la revolución industrial. Por un lado, se estaba experimentando una revolución sin precedentes (que pronto llevaría a UK a ser primera potencia mundial) que de alguna manera había que explicar. La iglesia tradicional iba perdiendo terreno pero algo más estaba pasando: los vicios individuales como la lujuria, la glotonería, la envidia, llevaban a la prosperidad y la abundancia. En la fábula de Mandeville, la gran colmena es Inglaterra que a la par que entra en la carrera por ser superpotencia se degrada moralmente. La colmena vive una vida de lujo y desenfreno en donde se necesitan médicos para los enfermos, abogados para los litigios, ropa para los veleidosos y manjares para los glotones. Sin embargo, pronto se dan cuenta de que han entrado en una degradación moral extrema en donde la corrupción reina a sus anchas y Júpiter decide instaurar la virtud y eliminar los vicios privados.
¿Y qué sucede? Pues que se fue todo al carajo.
Keynes iluminó esta fábula para explicar por qué era tan importante la plena ocupación de la economía y elaboró todo un sistema teórico nuevo sustentado en esta idea. Pero todo ese andamiaje tenía sus cimientos en una simple pregunta:
¿Lo bueno para uno, es bueno para todos?
Ahorrar es bueno para una persona pero si ahorramos todos al mismo tiempo, ¿qué pasa con la economía?[3].
¿qué suerte sería la de una sociedad en la que todos los individuos decidieran ser frugales y honrados, dejaran de beber, de comer en exceso, de vestir con lujo, de procrear por placer? Perecería: una sociedad virtuosa es una sociedad que adelanta su extinción (p.73)
Sí. Señores. Como lo oís. El problema no es el coronavirus. El problema es un sistema económico en donde hacer lo bueno va en contra del mismo capitalismo. Es decir, es el mismo sistema el que nos lleva a actuar de forma reprochable. Y no lo digo yo. No lo dicen los trasnochados comunistas populistas. Lo dijeron hace cientos años los principales teóricos y defensores del capitalismo.
Mandeville. Keynes. Adam Smith.
Ellos, los defensores de este sistema, nos están diciendo: no necesitamos de tus virtudes. Necesitamos que actúes de forma egoísta.
De forma nociva. Toxica. Equivocada.
Porque esa es la gasolina que necesita el capitalismo.
Pero vamos a los hechos concretos.
¿El coronavirus nos está haciendo más virtuosos?
Ante esta crisis, viejas reivindicaciones que eran de trasnochados comunistas y populistas se están revelando fundamentales. Estamos llegando al punto en el que tenemos que enfatizar el sentido común que hemos ido perdiendo a base de un sistema que, en realidad, es completamente anti intuitivo. Veamos algunas de las medidas y actuaciones que estamos viendo en diversos países del mundo.
- Fomento del teletrabajo: hace rato que se viene hablando de cómo los países más avanzados están implementando esta forma de empleo que AHORRA gastos a la empresa y al trabajador y minimiza los efectos del cambio climático.
- Horarios flexibles y escalonados: lo vengo diciendo hace mucho, no es eficiente un sistema que concentra a mucha gente en espacios cerrados y que además los obliga a desplazarse a la misma hora produciendo atasco y contaminación.
- Ausencia de ocio masificado: esto significa que ver una película o ir al teatro no te exponga a agarrarte una gripe que te pueda dejar varios días hecho polvo en el mejor de los casos. Ya hemos visto que se están limitando los aforos en España y en Argentina se están planteando la medida de una butaca vacía de por medio.
- Los viajes: a menos que sea indispensable ¿hay necesidad de viajar? Sin palabras. Nos hemos dedicado a desplazarnos amuchados y a comer cosas extrañas para aumentar nuestras ansias de lo desconocido. ¿Para qué? ¿Generamos CO2 que contamina y enferma a las personas solo para ver un lugar lindo?
- Ya no más abuelos como canguros: esta máxima se cae de maduro. En países desarrollados y con leyes avanzadas las mujeres podemos elegir cuándo embarazarnos ¿por qué debemos arriesgar la salud de nuestros mayores? ¿por qué debemos contratar horas extras en el colegio quitando horas de sueño u ocio a nuestros niños? Todo el sistema económico y laboral nos empuja a ser poco solidarios.
- Lavado de manos: estamos empezando a ver gente que se lava las manos después de ir al baño. Eso nos eleva no solo moralmente. Nos lleva a otra dimensión.
- Los grandes eventos: ¿qué más se puede decir? Un gran evento significa a menudo alcohol, cigarrillos, desplazamientos. Menos horas de sueño. Menos ecológico y menos saludable. Y sin duda, una gran masa de gente es una tentación para el terrorista de turno.
La virtud se apodera de la colmena
Y de pronto estamos viendo que el pánico y unas medidas desesperadas por parte de los gobiernos nos están empezando a obligar a hacer todo aquello que, quizás, debimos empezar a hacer antes.
Pero, dirán algunos: «estamos actuando de manera aburrida y poco interesante, no podríamos soportar una sociedad sin ningún vicio».
La virtud impuesta se está apoderando de la colmena. Nos volvemos solidarios. Viajamos menos. Consumimos menos. Nos juntamos menos. Nos desplazamos menos. Tratamos que nuestros viejos no cuiden de nuestros niños.
¿Y cómo nos paga este sistema económico cuando la colmena se vuelve humana?
Con desempleo. Caída del PIB. Aumento de la precariedad. Pobreza. EREs. (todos los países están revisando a la baja sus previsiones de crecimiento y tanto los bancos centrales como el Fondo Monetario Internacional están lanzando paquetes de medidas que apuntan a sostener el nivel de crédito de la economía). No solo es el sector cultural que se desploma. Es la hostelería. El turismo. La educación. El servicio doméstico.
La maquinaria se para. No de forma paulatina como en cualquier crisis sino de golpe. De un día para otro.
Pero la culpa no la tenemos nosotros los ciudadanos. Tampoco el virus que solo quiere sobrevivir, igual que nosotros.
Es todo un sistema que conspira para que consumamos más, gastemos más, durmamos menos, trabajemos más horas, dejemos más horas a nuestros niños en el colegio, usemos nuestro ocio de forma contaminante y tercericemos en los más débiles (viejos e inmigrantes) las tareas de cuidados.
De todo esto nadie está exento.
La civilización solo es una fina corteza
Creo que nos hemos dado cuenta de muchas cosas. Y es que cuando se rompe la rutina, el caos viene y la ignorancia lo invade todo y es cuando somos conscientes de que en realidad no hemos avanzado nada y seguimos viviendo en las cavernas. Y constatamos que sin Estado y orden social no somos nada. Somos simples bestias intentando sobrevivir. Borregos incapaces de gobernarse sin un Leviatán.
Keynes dijo en su vejez que, (p.112)[4]
No éramos conscientes de que la civilización es una corteza fina y precaria construida por la personalidad y la voluntad de unos pocos y mantenida solo por las normas y las convenciones hábilmente establecidas y astutamente conservadas.
Todo nuestro andamiaje moral es tan frágil como una cáscara de huevo. En eso Keynes tuvo razón pero se equivocó en su fe ciega en un sistema que necesita como agua de mayo el pleno empleo para funcionar y ya sabemos que crear empleos que no sirven va contra toda lógica. (Hemos hablado sobre el tema del fin del trabajo y la renta básica en ¿Deberían los surfistas recibir una renta básica?).
Keynes no llegó a ver el problema del cambio climático y sus teorías no metían en la ecuación el asunto de las externalidades negativas que generan las empresas. Su discípulo EF Schumacher tomaría la posta y haría una fuerte crítica al sistema actual de consumo y acumulación en su maravilloso Lo pequeño es hermoso pero eso ya lo dejamos para otro artículo.
Aun así, la naturaleza nos está dando un mensaje.
Depende de nosotros como sociedad, tomarlo o no.
Para leer más
- Activismo, consumo y naturaleza: un Mundial para pensar
- Ver la vida con extrañeza
- ¡Salven a las mujeres!
- Inventar el futuro sin trabajo
- Lo que tienen en común la religión y el capitalismo
[1] Fíjense que la versión en español (editada por el FCE) de esta joya está agotada y solo se vende de segunda mano a más de 100 euros. Qué lindo sería que Acantilado tomara los derechos de esta obra e hiciera una hermosa versión comentada. En inglés, por supuesto se puede comprar el libro por poco más de 10 euros. Para pensar.
[2] Obra citada en Keynes, Maynard. Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. FCE. 1992 A partir de la página 316 Keynes habla del subconsumo y del aporte de Mandeville a su obra.
[3] Fuente: Montalvo Manuel. La filosofía de Keynes o The common sense view of economic world view of economic world. Universidad de Granada.
[4] Fuente: Keynes, Maynard. Dos recuerdos. Acantilado.
Finísmo y muy profundo. además de bien esrito.
Gracias.
Bravo Zuleta Romano, estas son las reflexiones que necesitamos.
Gracias.
Totalmente de acuerdo! Espero que la ‘situacion’ sirve como leccion. Gracias por explicarlo en un modo tan elocuente, aunque no entendi todo, sera por no ser un ‘native speaker’ y por mi ignorancia.
Gracias por leer y comentar. A ver cómo sigue todo esto.
Preciso! Gracias Sil
Gracias. ¡Besos!