Seguimos destripando Luis Miguel, la serie. Analizamos qué funciona y qué no y qué mirada podemos tener hoy sobre la sociedad de los ochenta y noventa. Segunda entrega dedicada a Luis Miguel, la serie. Si te perdiste la primera parte, puedes acceder aquí.
ACTUALIZADO NOVIEMBRE 2021
Una trama algo irregular
Ahora vamos a lo subjetivo. A lo personal. A la trama. Todos tejemos historias. Seamos o no escritores. Lo hacemos como ciudadanos. Como vecinos. Como periodistas. Y escuchar historias ha sido y sigue siendo fascinante. En especial, cuando toca fibras personales. Hay varios elementos de la serie y de la historia de Luis Miguel que quiero destacar. Unos buenos y unos malos.
- En general, está bien actuada. Con ritmo. Atrapa a pesar del guión un poco artificial. Funciona. Primera temporada buena, la segunda flojísima y repunte en la tercera. Muy bien el villano, exagerado y casi una caricatura, pero funciona. Me refiero a Patricio. Diego Boneta, excelente. Captó realmente los gestos de Luis Miguel. Lo mismo que Izan Llunas que hace del Luis Miguel pequeño y se Sergio.
- Con el correr de los capítulos, se empiezan a desdibujar ciertos personajes hasta el punto de transformarse en una caricatura. El padre como villano clásico. Hasta ahí me lo creo. La madre, una abnegada mujer, sumisa y… un poco tonta también (¿te encuentras a solas con tu maltratador al que lo único que le importa es el dinero que, casualmente está tu nombre?). Carente de afecto. Abandonada en su niñez en un orfanato. Criada por una madrastra en Argentina. Todos los ingredientes de la heroína. Encima, guapa. A ella la veo demasiado irreal, igual, repito, funciona.
- Un Luis Miguel que es víctima siempre. No especula. No comete errores. A lo sumo, se deja engañar. Poco creíble. Mujeriego solo cuando está deprimido. No me pega con la vida real. Sin embargo, en la última temporada podemos ver al Luis Miguel más oscuro. Intuyo que en este aspecto se quedaron cortos.
- La trama de Sergio, el hermano menor, no queda del todo esbozada. Esa opacidad habla más de lo que se pretende. Un alejamiento. Algún enfrentamiento. Hay tela que cortar ahí.
- Faltan voces, señores y el principal dilema de la serie, ¿dónde está la madre?, nos lleva a, por una vez en la vida, dejar de especular, usar el sentido común y hablar de feminismo. Veamos los elementos en crudo.
El feminismo ausente en los ochenta
Una mujer y hombre están en trámites de divorcio. La relación es conflictiva. El marido es maltratador, no solo con su mujer sino con todo su entorno (todos coinciden en que la serie se quedó corta. No hay ni un solo testimonio de los que conocieron a Luis Rey que no digan esto) y tiene fama de estafador y de ir dejando deudas por donde pasa. Por otro lado, hay mucho dinero de por medio y muchas propiedades y cuentas a nombre de la mujer. El marido la cita para que firme unos papeles y ella desaparece. Hasta aquí un caso más de violencia de género.
Lo raro es que nadie cuestiona. Nadie investiga. Todos callan.
Si esto hubiese sucedido hoy, Luis Rey estaría preso pero en 1986 (¡no hace mucho, señores!) era normal que hubiera mujeres desaparecidas. Nadie cuestionaba. Nadie investigaba. Incluso no levantaba alarma que un hombre pegase a una mujer.
A ver si me entienden. La madre de uno de los cantantes más importantes de la música latina desaparece y nadie parece escandalizarse hasta décadas después. Y esto me lleva a la última conclusión.
Viendo lo videos de Luis Miguel de los años noventa, él siempre se muestra como el rey de la conquista, rodeado de mujeres que lo abrazan y lo desean (dos ejemplos claros Cuando calienta el sol y Suave). Siempre hay una playa y él es el único en un harén de mujeres. A ver. No podemos juzgar con ojos de hoy a los años ochenta y noventa, faltaría más, pero creo que, por suerte, algo está cambiando. Ya ese tipo de video clips nos parecen un poco rancios, viejos, antiguos. En el mejor de los casos, bizarros.
Insisto. No me ofende. Pero la serie ha reflotado unas cuantas referencias culturales que hoy nos parecen caducas. (¡Y esas camisas tipo Versace! La mansión en Acapulco. Ese pelo noventero de león.)
El amor romántico está caduco
He disfrutado de sus canciones pero el hecho mismo de cantarle al amor es como cantarle a la cera que pongo en los pisos para limpiar. Es como tomar Coca cola y comerme una hamburguesa. Es de fácil digestión. Efímero. Al rato tengo hambre. ¿Cuánto tiempo podemos vivir de la conquista? ¿Unos meses? ¿A qué podemos llamar amor? ¿Al misterio? ¿Al sexo? ¿No es el amor algo más? Creo que a Luismi se lo comió el personaje. No habla de política. No habla de sus hijos. No habla de nada excepto de su música que le canta al amor. Y en ese empeño se ha transformado en un ser gris que parece que no tiene nada más en la vida que un No sé tú resonando en su garganta.
La serie puede que no sea 100% fidedigna. Puede que no se esté contando toda la verdad pero ha obligado a unos cuantos a revisar su pasado noventoso. Esos pelos. Esa ropa. Esa música. Esas mujeres. Y el lugar de cada uno en esa década. Da igual que hayas matices que no se condicen con la realidad. La historia funciona. Atrapa.
Y como decía Stephen King en su maravilloso Mientras escribo, “la narrativa consiste en descubrir la verdad dentro de la red de mentiras de la ficción”.
Amén.
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