Empiezo esta serie de crónicas dedicadas a las bibliotecas hablando de la biblioteca del Banco de España. Ya saben que para un escritor es muy importante tener un lugar tranquilo de trabajo y, por supuesto, en donde haya silencio y no nos obliguen a consumir. Voy mucho a las bibliotecas con mis hijos y también cuando necesito salir un poco de mi estudio. Ya he hablado en otro artículo sobre la importancia de la llave y la habitación propia pero, si no la tienes, hay magníficos espacios públicos que pueden ser tu lugar de trabajo.
Esta vez quiero hablarles de la biblioteca del Banco de España que se encuentra en calle Alcalá 48. Un edificio hermoso con un rico patrimonio histórico como cuadros de Goya, Picasso y Sorolla. Por supuesto, no me explayaré sobre esto pero puedes consultar en este enlace todas las obras que poseen. Vale la pena darse una vuelta. Aunque sea para ver ese patio principal maravilloso en donde todavía se ven viejecitos cambiando pesetas.
Tabla de contenidos
Algunas cosas prácticas
Se puede visitar y trabajar en la biblioteca del Banco de España sin ser investigador acreditado[1]. Es decir, cualquier ciudadano con DNI puede ir allí.
Lo primero es registrarse. Hay un control con rayos x y luego hay que hacer una cola para obtener un carnet blanco que te permita entrar SOLO en la biblioteca porque, de verdad, solo puedes entrar allí. Hay más control que en el aeropuerto y me recuerdan, que aquel edificio fue objetivo de ETA. Hay ciertas horas de la mañana que aquello está petado. Mucho trajeado yendo a alguna convención e imagino que mucho investigador también.
Mi paseo previo a la biblioteca
Hice la cola como Dios Manda. Mi amiga, que trabaja allí, me esperaba para hacerme un pequeño tour. Para ello, debía obtener un carnet especial. Parece que hay un carnet distinto para cada área. Por eso si quieres visitar dos áreas distintas del recinto tienes que entrar con un carnet, salir, volver a hacer el control y obtener un nuevo carnet.
Colas. Esperas. Y hordas de trajeados que probablemente se dirigían algún encuentro a puertas cerradas. Deambulé por los pasillos de alfombras espesas. Ventanales. Grabados de tauromaquia de Goya. Aquello era impresionante. El dinero. El poder. La carcasa de un tiempo que ya fue. En el que España tenía política monetaria. Y yo me pregunto ¿A qué se dedica un Banco Central cuando pierde su política monetaria[2]?
Seguimos paseando con mi amiga. Nos acercamos a los aposentos del gobernador. O al menos, eso intuimos. Alguien prepara las copas. Las bandejas. Un cocktail para los trajeados seguramente. Intuyo que debe haber mucho cursito, encuentro y capacitación. Es lo que yo haría con aquel magnífico edificio y todos esos libros a mi disposición.

Seguimos camino.
Me dice mi amiga que el gobernador tiene una pequeña biblioteca, no blanquita y pintadita como la pública sino de madera, antigua y pequeña.
Para los amigos.
Porque en esa pequeña biblioteca el gobernador recibe a los elegidos y ¿saben qué? dicen que tiene chef propio. O sea, hay un señor dispuesto a cocinar a esos cerebritos. Y yo me pregunto si al chef lo tienen con un contrato de obra o es funcionario y en ese caso ¿cómo es la oposición de un chef?
Volvemos al control de la entrada. Debo solicitar otro carnet para la biblioteca. Sobra personal de seguridad. Ante mis comentarios sobre la excesiva burocracia de los carnets, me confiesa un uniformado que sí, que es un coñazo. Supongo que parte de la estrategia es empatizar con el controlado. Está bien.
Me sorprende la cordialidad del personal de seguridad. Y otra cosa. Todos hacen contacto visual y saludan. Es obvio que es un protocolo. No creo que esa simpatía sea una casualidad.
Igual, la aplaudo. Viva los buenos modales.
El fin del trabajo como lo conocemos
Me despido de mi amiga antes de entrar a la biblioteca. Me dice que no sabe si seguirá trabajando allí después de fin de año. Hablamos de la crisis. De la economía. Me dice que a los economistas no los ve. Que su contrato se termina en seis meses y de que se está haciendo a la idea de que su vida será así. Saltando de bolsa de empleo en bolsa de empleo. Trabajando unos meses y parada otros tantos y empezando cada nuevo año en la incertidumbre total. En su discurso no hay preocupación por el dinero. Intuyo que ese asunto lo tiene resuelto.
Es algo más.
Me cuenta que nadie la educó para esto y le digo que yo no he conocido otra cosa. ¿Quién puede decir que tiene un trabajo asegurado hasta el día que se muera?
Pero entiendo que mucha gente en España de mediana edad todavía está digiriendo esta nueva realidad. Y me resulta curioso ese pensamiento porque España fue un país pobre mucho tiempo y solo fue rico las últimas décadas y pienso que el ser humano se acostumbra muy rápido a lo bueno.
Hago la cola otra vez. Dejo mis cosas en una bandeja de rayos x y obtengo mi bendita tarjeta.

La biblioteca del Banco de España
Hay algo especial en la biblioteca del Banco de España. No es viejuna. Hay un culto a lo nuevo que me gusta. Cuando entras, hay una pequeña sala o recibidor. Y asientos para contemplar una pintura. Aquí hay arte contemporáneo. Y ya se adivina esa blancura hermosa. Un recinto amplio. Bastante diáfano. ¿Suelos de mármol? Posiblemente. Y unos vitrales impresionantes.


Amigos escritores: quiero que sepan algunas cosas que capaz les interesa.
- Hay mesas amplias.
- Enchufes en todas y a la altura de la mesa, no en el suelo.
- Wifi de visitante que te dura 24 horas[3].
- ¡Y perchero para dejar el abrigo!


El personal es amable y esto lo destaco porque en general, no sé por qué, los bibliotecarios son un poco amargos.
No es este el caso.
El techo es una bóveda acristalada por donde entra la luz natural a chorros. Y te sientas y te ves rodeado de silencio y pequeñas estanterías de libros de economía.

Solo por esto, vale la pena que existan espacios así.
El fondo bibliográfico de la biblioteca del Banco de España
Me di una vuelta por las estanterías en donde puedes consultar las novedades. Si pides un libro más antiguo está en el depósito y tardan un rato en traértelo. Mientras esperaba que me trajeran el mío (ya hablaré en la segunda parte de esta crónica sobre el libro) me puse a pispear y tienen cosas verdaderamente interesantes. ¡Quería llevarme todo! Como puedes ver en la foto, tienen cosas que escapan la macroeconomía, hay libros de economía feminista, de ética, de historia, big data. Incluso había un libro que tenía por título: Cuándo robar un banco. No me voy a explayar en las maravillas que hay porque ya es muy personal lo que leemos pero de verdad, seas o no economista, vale la pena echar un vistazo. Tienen además una estantería de novedades y los diarios económicos del día. Parece que el Banco invierte en esto de forma potente: más de 800.000 euros en adquisición de publicaciones y estas no van a la biblioteca a los que hay que sumar en torno a 100.000 euros más[4]. Intuyo que el Banco de España funciona como un mega servicio de estudios con muchos recursos metidos allí. A falta de política monetaria se ha reconvertido en una institución más pasiva, no arriesga, no está en los titulares. Cultiva el perfil bajo y se pone a leer. Nadie le pide cuentas mediáticas. No es lo mismo que ser ministro de economía. El gobernador del Banco de España se mueve al más alto nivel con sigilo y en silencio. De vez cuando, unas palabras. Ojo, que viene una burbuja. Ojo, que no hay gobierno. Ojo, que el asunto catalán puede joder la economía. Pero no hay necesidad de palabras malsonantes. Nadie le increpa. No sufre escraches.

Levanto la vista del ordenador. Hay un señor de boina leyendo El economista. La sala se vacía porque es la hora de comer. El silencio es total y solo se quiebra con la voz gruesa de un bibliotecario. La biblioteca del Banco de España se vacía.
Esto se está haciendo muy largo. La próxima semana, más.
YA PUEDES LEER LA SEGUNDA PARTE ACÁ.
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[1] Solo se necesita ser investigador y tener cartas de recomendación para acceder al archivo.
[2] No me linchen los economistas. En la misma página están explicadas sus funciones que exceden este artículo.
[3] Aclaro que a mí no me funcionó el wifi pero es que mi ordenador rechaza muchos de los wifis públicos.
[4] Según presupuestos de 2018. Para más información consultar por PGE.
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