Hoy hablamos de naturaleza, libros, arte e infancia. Porque traigo cuatro títulos para indagar con los niños sobre el cambio climático, las plantas y la ilustración de animales y flores. Y aprovechamos para hablar de la larga tradición de ilustración botánica, sobre Humboldt y el volcán Chimborazo y los cuadernos de campo, esa bella herramienta para conocer la naturaleza y empezar a dibujar y escribir. Los niños y la naturaleza siempre son amigos. Y cuando están juntos, todo fluye.
Escribiendo y copiando se aprende
El tiempo mejora de a poco y, en tiempos de pandemia, no son tantas las cosas que podemos hacer con nuestros niños. Yo siempre recomiendo lo más simple. Libros y naturaleza. Por supuesto, viviendo en la ciudad no es fácil pero aun así, en la urbe también hay naturaleza. Hay hormigas. Hay cucarachas. Hay mosquitos. Abejas. Flores. A este combo agrego una arista más: arte.
Los que me siguen, saben que hace un tiempo organicé un pequeño taller para niños de lectura, escritura e ilustración (que espero poder repetir cuando mejore esta situación). No volveré hablar sobre la importancia de la escritura en los niños. Pero sí puedo contarles que, en mi opinión, la escritura es una excelente herramienta para aprender a estudiar. No lo digo como pedagoga porque no lo soy: lo digo desde mi experiencia como estudiante. Por supuesto, yo empecé a escribir por placer pero en seguida me di cuenta de que ordenaba mejor mis ideas poniéndolas por escrito. Lo mismo sucede con el dibujo. Simplemente copiar hace que prestemos atención a los detalles. A mí siempre se me dio muy mal pero reconozco que copiar órganos o plantas con papel de calcar tenía lo suyo. Los ríos. Las venas del cuerpo. La copia no debería nunca estar mal vista.
En aquella ocasión, en el taller, uno de los días lo dedicamos a la naturaleza y hoy quiero traer cuatro títulos que recomiendo a niños que se están iniciando en la lectura y en el conocimiento del medio. No solo hay novedades. En general, me gusta tirar de clásicos o álbumes que se consigan de forma fácil en la biblioteca. Veamos.
Contar la vida desde el comienzo
La ilustración botánica tiene una historia larga. En especial, cuando no existía la fotografía y se necesitaban artistas que acompañaran las expediciones para documentar todo lo que se iba viendo. Así encontramos gente muy capa como Anne Pratt, una de las mejores ilustradoras botánicas de la época victoriana. Esta chica se cria en casa y, como es enfermiza, no sale mucho. Entonces, empieza a recibir clases de botánica por sugerencia de su padre y su hermana mayor la ayuda a construir su propio herbario, recolectando para ella. Así es como empieza a ilustrar y a documentar las flores y escribe el popular Flowers and Their Associations, y veinte libros más de introducción a la botánica.

La tradición inglesa de la ilustración es vasta y llega hasta nuestros días porque aunque ya no necesitemos dibujar todo lo que vemos, la ilustración sigue ocupando un lugar importante en el proceso de aprendizaje de plantas y animales. Siguiendo esa tradición, encontramos Historia de la vida. Evolución (Impedimenta, 2016).
Esta colección de libros comandada por la ilustradora inglesa Katie Scott es magistral. Mi hijo de cinco se ha pasado toda una tarde, solo copiando los animales que aparecen en el mega desplegable. En el mismo vemos la evolución de los animales desde las bacterias hasta los seres más desarrollados como dinosaurios y humanos. A Katie la sigo bastante porque es una experta en dibujo de la naturaleza. Es increíble el detalle que pone en dibujar las plantas. Es una excelente idea complementar este libro con algunos videos que hay en YouTube de esta ilustradora contando un poco su forma de trabajo. Es maravilloso para alguien que se dedica a dibujar plantas estar en un lugar como Londres. Hay una visita al herbario de Londres que pone en su justa medida, lo maravilloso de esta profesión de amar la naturaleza y dibujarla. Eso es algo espectacular para transmitir a los niños. Cuando ellos dibujan lo que ven. Lo aprenden. Prestan atención a los detalles. Se relajan. Mis hijos engancharon más con lo visual, sin embargo, hay algo de texto. Para mí, es el suficiente para entender la evolución en las diferentes etapas geológicas. Quizás un niño de 5 años se aburra pero para los mayores es información útil que complementa muy bien las ilustraciones. Por último, hay que decir que las traducciones estuvieron a cargo del Doctor en Biología y experto en Parques Naturales de las Islas Baleares José Amengual Ramis, lo cual le da un toque de seriedad a todo el asunto.
Volver a la calma para disfrutar aprendiendo
Quizás, una de las cosas que dejó la pandemia en los niños, es un nivel de ansiedad importante. En especial, porque los padres están pasándola mal y eso los niños lo ven. Los profesores se están dando cuenta de que a veces hay más problemas de convivencia o se ponen nerviosos porque algunas medidas anti Covid en los colegios son molestas.
Yo siempre abogo por evitar que el protocolo nos coma la vida. E intento evitar que ese sea el único tema de conversación. Quizás la naturaleza pueda ser la respuesta (o la huida) al protocolo. Porque en el campo podemos ser más libres. Y aunque no tengamos el campo, tenemos la plaza. La calle. El barrio. Porque los seres vivos están en todas partes y las plantas crecen incluso entre las baldosas de la calle. Con calma (Flamboyant, 2020) es otra respuesta interesante a este mundo pandémico. La premisa es simple: contar pequeñas historias de la naturaleza. El proceso de una oruga que se convierte en mariposa. El juego del gato y el ratón. La mariquita que echa a volar o las flores del cerezo que caen al suelo. Los pequeños hechos de la naturaleza se narran y se ilustran invitando al pequeño lector a que encuentre los suyos. También, es otro libro que invita a los niños a observar y dibujar lo que ven a su alrededor. Y otra vez, hablamos de un trabajo a cargo de una joven ilustradora inglesa, Freya Hartas que dibuja con mimo cosas tan insignificantes como un mosquito picando en un brazo o una ardilla comiendo una bellota. La autora, Rachel Williams (autora del célebre Illuminature) nos cuenta, casi a modo de cómic las pequeñas historias que viven los animales y las plantas. Con apenas una pocas viñetas, descubrimos nuestro entorno más inmediato. Yo pienso que este libro es ideal para niños de 5 años en adelante. Tiene poco texto pero para los mayores es una excelente invitación a dibujar procesos que se dan en la naturaleza. Hay que aclarar que el libro no en vano se llama Con calma, lo que se plasma es el lado más bueno y calmo de la naturaleza. No se muestra la arista más oscura y violenta de la misma lo cual es entendible si se quiere llegar a un público infantil. Hoy en día nadie publicaría obras infantiles que reflejen el lado más oscuro del ser humano o la naturaleza como pueden ser los cuentos de hadas. Estoy segura de que autores como Horacio Quiroga no encontraría editor y tendría que autopublicar. Por suerte, ya está consagrado y se sigue editando.



La naturaleza también es violenta
Recuerdo que cuando era chica, solíamos entretenernos leyendo un libro sobre animales de presa. No recuerdo el título ni el editor pero las imágenes eran bastante espeluznante. Recuerdo una anaconda que se había comido un antílope enterito y lo tenía en su vientre. Eran imágenes bastantes fuertes. Algunos padres tratan de sobreproteger a sus chicos y, en realidad, ellos ya vienen con bastantes armas para discernir y sacar lo importante de la literatura. Este verano, estuve leyendo a mis chicos Los cuentos de la selva de Horacio Quiroga. En ellos, encontramos historias en donde la lucha de los habitantes de la selva es constante. Además, los yacarés fuman y el ser humano, en muchas ocasiones, es cruel con los bichos aunque se ven también personas que son amigos de las creaturas de la selva. Horacio Quiroga ama la selva y sus habitantes y la narra con amor pero sin obviar el lado oscuro de esa lucha y esa tensión no solo entre los animales sino entre el hombre y la selva. Yo hice la prueba porque no todos los relatos son ideales para los chicos pero me di cuenta de que se enganchaban y querían más. A veces se emocionaban o se ponían tristes porque hay autenticas batallas campales pero siempre había algún tipo de mensaje copado. Aun en la oscuridad. Muchos nos criamos con Las medias de los flamencos pero las historias de Anaconda tienen lo suyo. Es una pena que no haya una buena edición ilustrada de estos cuentos porque la selva da para que la pinten y la ilustren y para que los chicos sepan con detalle qué es un tatú, un jaguar o un yacaré. De todas formas, lo incluyo en este artículo porque leer a Horacio Quiroga siempre es negocio. Tanto para niños como a adultos.
Los niños en algún momento te preguntarán cómo se creó el mundo
El Génesis está muy bien como cuentos de hadas pero, a determinada edad, ya no cuela y tienes que sacar una explicación convincente del asunto. Con Cómo se formó el mundo… ¡y lo que pasó después! (SM, 2014) triunfé porque pude darles un relato más verosímil de la cuestión. Hay una edad y un momento que ya no quieren tanta poesía y necesitan que en un titular les cuentes cómo corno es que estamos todos acá. Por eso, este libro cumple todas las premisas y hasta yo aprendí sobre los orígenes de la tierra. La evolución de los animales y las plantas y el mundo actual. Hay dinosaurios. Hay meteoritos. Continentes que se juntan y separarn. Placas tectónicas que funcionan como puzzles. Equilibra muy bien la cantidad de texto e imágenes y resulta perfecto, con sus solapas y elementos móviles tanto para niños de 5 años como a alumnos de primaria que ya están estudiando estos contenidos en el colegio. Esperamos ansiosos más libros de esta colección escrita por Christian Dorion que ya tiene en inglés algunos títulos interesantes sobre el clima o sobre cómo se hacen las cosas. Se plantean preguntas muy simples de respuesta no tan fácil. Realmente con este libro tanto mi hijo de 5 años como mi hija de 8, lo leyeron con mucho interés. Las ilustraciones también están a cargo de otra inglesa: Beverley Young que se encarga de toda la colección. ¿Qué pasa en el Reino Unido que hay tan buenos ilustradores?
Alexander Humboldt, la joya de la corona
Humboldt tenía una obsesión volcánica. Escalar el famoso Chimborazo en Ecuador, uno de los volcanes más altos del mundo. 6268 metros de monstruosidad en los Andes. Allí, donde ya casi no hay vegetación, ellos tres ascienden.
Los porteadores no quieren seguir, entonces Humboldt prosigue con su amigo Bonplant y su ayudante José. Los tres marchan bajo el mando del alemán. Ascienden y ven cómo la vegetación es reemplazada apenas por un pasto duro. A lo lejos, vislumbran una mariposa y Humboldt piensa que ha sido una gracia del viento. Bonplant se marea. Le cuesta respirar. Se apuna con facilidad. Humboldt se agacha y acaricia una planta. Es liquen, el último resquicio de vida. Han pasado los 5000 metros. No se ven ni los cóndores. Ni las mariposas traídas por el olvido de un viento. José mira a los costados y solo ve nieve. Y le llega el vago aroma a vómito de Bonplant que devuelve todo lo que ingiere. Se toca las manos. No las siente. Ni los pies. El frío al menos le quita el dolor. No siente. Y sabe que ese no sentir es una tragedia. Porque el dolor avisa. Es sano. Y el jefe, a pesar de los contratiempos, planta el barómetro. Mide el magnetismo. La humedad. El punto de ebullición del agua. Y Humboldt piensa. Y reconstruye su periplo desde Quito hasta la cima del Chimborazo.

Ha visto plantas tropicales, coníferas, robles, liquen. Y encuentra semejanzas con la vegetación europea. Y empieza a atar cabos. Todo está relacionado. El mundo está interconectado. La fuerza de la vida es una sola y recorre todo el planeta. Humboldt ve todo como una fuerza global. Es el primero en hablar de cambio climático. Y su dibujo del volcán Chimborazo inspiró a personajes tan disímiles como Charles Darwin o Simón Bolivar. Mucho antes de que se desarrollara la teoría de las placas tectónicas, Humboldt ya vio ese antiguo nexo entre África y América.


Esta maravillosa historia se cuenta en forma ilustrada en El increíble viaje de Alexander von Humboldt al corazón de la naturaleza (Random comics, 2019) de Andrea Wulf, basado en el atrapante libro de la misma autora e ilustrado por Lillian Melcher. En él se narra la vida de Humboldt y sus viajes por América Latina. Sus hazañas y sus descubrimientos científicos. Todo narrado de forma sencilla. Dense cuenta todo lo que auna esta obra.
Es ciencia, es arte, es naturaleza.
Nos enseña a todos. Pongan este libro en manos de un niño y verán lo que pasa. Lo tocarán. Lo leerán. Y querrán copiar sus dibujos. Simples. Sin alaracas. Es visual pero hay contenido. Hay recursos. Hay ganas de saber más. Y de recorrer museos y de ir a hacer una ruta de volcanes. Este libro creo que inspira a todos. Les puedo asegurar que tanto mi hijo de 5 como mi hija de 9 engancharon con las aventuras de Humboldt. Cada noche, me pedían más.
Los cuadernos de campo: una bella obra de arte
Leer estos libros que acabo de recomendar está muy bien pero mejor está que los chicos salgan a la naturaleza y pongan en práctica lo que han visto en el papel. Es decir, que no sean pasivos sino que interactúen y se animen a crear. La idea del cuaderno de campo surgió hace siglos cuando los primeros naturalistas registraban y hacían anotaciones sobre todo lo que veían. Debían ser buenos dibujantes y excelentes observadores.

Ahora hay algo que llaman mindfulness (suena un poco a verso cuando lo decimos en inglés) pero en realidad es la vieja idea de concentrarse en algo que te haga feliz y al mismo tiempo te relaje. Uno se calma cuando observa. Cuando entiende. Y esa alegría que da el campo y el ejercicio no tiene precio. Por eso, animo a todos los padres a que sus chicos tengan un cuaderno en donde vayan registrando lo que ven en la naturaleza. Tienen que observar, prestar atención, ser pacientes.
Mi hijo de 5 años a veces se queda solo en el campo. Yo lo observo de lejos. Le digo que no se aleje. Él dice que va a buscar saltamontes y en silencio se agazapa. No quiere hablar con nadie porque es una tarea muy silenciosa y cuando ve que alguien más se acerca, se fastidia un poco. Le gusta el silencio de la naturaleza. O el sonido de los árboles. Cuando caza un saltamontes viene corriendo. Le digo que no le haga daño. Él lo mira. Estudia sus patas y me lanza preguntas imposibles que no puedo responder. A veces me pide que haga fotos a los bichos que encuentra. O se quiere llevar las piñas. Los niños ya tienen incorporado ese afán del naturalista de recolectar. Como Bonplant cuando iba por la selva ecuatoriana. El cuaderno de campo es una excelente herramienta. Es la forma que tienen ellos de crear su propia historia. De no ser meros receptores. De ser creadores. De experimentar. Y ser parte de la naturaleza.
Y me despido ahora con un extracto de un delirio. El que tuvo Simón Bolivar al llegar al Chimborazo.
¿Por qué te envaneces, niño o viejo, hombre o héroe? ¿Crees acaso que el Universo es algo? ¿Que montar sobre la cabeza de un alfiler es subir? ¿Pensáis que los instantes que llamáis siglos pueden servir de medida a los sucesos? ¿Pensáis que habéis visto la Santa Verdad? ¿Imagináis locamente que vuestras acciones tienen algún precio a mis ojos? Todo es menos que un punto a la presencia del Infinito que es mi hermano.
Mi delirio sobre el chimborazo
Que tengan un lindo día.
Y tú ¿Tienes algún libro para recomendar? ¡Te espero en los comentarios!
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