Finalmente dejé mis prejuicios de lado y me puse a leer a autores y autoras latinoamericanos. Y, por alguna razón, muchos cuentos argentinos. Por eso, después esta labor, quiero recomendarte los mejores.
Pero antes, debo hacer varias consideraciones.
Tabla de contenidos
¿Hay un pequeño boom del cuento?
He querido despegarme un poco del boom latinoamericano (aunque los hay en la lista) y leer voces más contemporáneas. Y eso me ha llevado a leer más mujeres que hombres. No ha sido premeditado pero cabe preguntarse si finalmente en este momento no están publicando más mujeres que hombres (por lo menos tengo esa sensación en Argentina y en España).
Y todo esto me lleva a la siguiente reflexión: dicen que escribir cuentos no tiene mercado. Sin embargo, cada vez más las editoriales están apostando por este género, ni hablar de que hay cientos de revistas literarias dando lugar a que los autores de cuentos colaboren con ellos[1]. Me refiero a publicaciones que se enfocan solamente en el relato corto.
En cuanto géneros, veo una presencia importante en la red de Ciencia ficción, fantasía y LGTB. Esta gente se mueve bien y hay escritores fantásticos destacando.
![]() |
Fuente: wikimedia. Las fotos de ellos, son de dominio público. Las de ellas están bajo licencia CC. |
Y antes de pasar a la lista de relatos que me han impactado de forma positiva quiero aclararles que mi mirada es como lectora, no como escritora. Además, no pertenezco al ámbito académico ni me interesa. Es decir, no pretendo tener una mirada erudita. No soy experta en letras sino una simple lectora que escribe.
Cuentos argentinos que te cambian la vida
- El hijo de Horacio Quiroga. (Cuentos completos, Seix Barral, 2017). Este cuento es monumental. Y lo es porque relata de forma descarnada, el dolor, la locura y la vida del interior. Y lo hace sin caer en dramatismos baratos sino con una elegancia que para mí lo hace ser de los mejores cuentistas latinoamericanos.
- La pluma de ganso de Roberto Arlt (Cuentos completos, Seix Barral, 2017). Para mí ha sido uno de los grandes descubrimientos de este año. Hace un tiempo había agarrado este libro y lo abandoné porque cometí el error de leerlo desde el principio y los cuentos hay que leerlos salteados o de atrás para adelante porque es de suponer que con el tiempo los escritores mejoran. Así, retomé esta lectura hace un tiempo y la verdad es que me costó elegir un cuento porque es muy bueno este señor. Sus cuentos tienen ritmo, son inquietantes incluso hilarantes. Al final me decidí por La pluma de ganso porque mezcla la cotidianidad y la tragedia. Y sobre todas las cosas, Artl tiene una forma de narrar en la que uno se olvida que es argentino. No creo que sea una virtud pero a veces esa prosa limpia de localismos, suma más que resta.
- La salvación, de Adolfo Bioy Casares (Cuentos breves y extraordinarios, Losada, 1998). Es un microcuento. Este relato lo encontré por casualidad. Y lo elijo porque considero un arte decir tanto en tan pocas palabras. Arma y desarma el puzle en un segundo. Nos llega el mensaje y me pasa también que lo leo y podría estar en Argentina o en África. A veces me gusta olvidarme del contexto porque hay historias que, despojadas de ese traje voluminoso que es el costumbrismo, funcionan muy bien porque los cuentos viajan en el tiempo y en el espacio y son como un fantasma que a veces le gusta viajar desnudo.
- La sociedad, de Lilia Lardone en (El cabeza colorada: Cuentos cordobeses, Ediciones Colihue, 1997). Esta antología de cuentos tradicionales de cordobeses es una joya. La autora recopila las historias de “El cabeza colorada” un cantor algo pícaro que rondaba por Córdoba. Este tipo de obras costumbristas me acercan y me reconcilian con la literatura argentina. Qué linda prosa. Cómo me hace reír. Y aprendo y entro en un mundo que no es el mío y que me intriga. Elegí esta fábula porque me encantan las historias en las que los animales son protagonistas y esta es tierna y graciosa a partes iguales.
- El chico sucio de Mariana Enríquez (Las cosas que perdimos en el fuego, Anagrama, 2016). En este cuento valoro cosas que no valoraba en Artl. Esta autora siempre nos da contexto, costumbrismo, argentinidad y contemporaneidad. Este cuento me gustó porque narra los barrios de la ciudad en la que crecí pero con una mirada que no es la mía, entonces me intriga y me da ganas de leer porque quiero saber cuál es su mirada de la ciudad en la que yo también me crié. Y por eso descubro otras ciudades en sus ojos y ya por eso, vale la pena. Además, la protagonista es mujer en un barrio marginal y ya ese escenario me resulta atrayente.
- Un hombre sin suerte de Samantha Schweblin (Siete casas vacías, Páginas de espuma, 2015). Este relato me gustó (fue el que más me gustó del libro) por su simpleza. Y recuerda un poco a unas memorias de niñez. Me parecieron muy verosímiles. Está bien captada esa atmósfera un poco confusa que es la infancia en donde las cosas suceden y uno no entiende bien por qué. En varios de mis relatos también esta idea está presente.
- Niños, de Selva Almada (El desapego es una manera de querernos, Random House, 2016) Un poco en la línea de Un hombre sin suerte, en muchos de los relatos de esta autora hay recuerdos de infancia. Este no es la excepción. Hay niñez, hay interior del país y un contexto ochentoso que a nuestra generación nos resulta familiar. Me gustó mucho.
Bueno, señores. No soy ninguna experta pero por lo poco que he leído sigo prefiriendo los relatos clásicos frente a los más contemporáneos y no sé si es problema de los autores sino de la mirada que tengo acerca a la realidad. Como si estuviera más cómoda en la lejanía de Roberto Arlt y Horacio Quiroga que con la cercanía de autores de mi generación(es una incomodidad que tiene más que ver conmigo que con el afuera).
Y leyéndome otra vez para corregir este artículo me doy cuenta que me contradigo porque lo que busco en un cuento no lo busco en otro pero no me importa. Así somos. Valoro cosas en un relato que cambian cuando leo a otro autor. Me llevo bien con la contradicción. Creo que la coherencia es una quimera.
Disfruten de la primavera. O del otoño.
Donde quieran que estén.
[1] Este ha sido mi caso. En breve, saldrá a la luz un compilado con los cuentos que he ido publicando en diferentes revistas del habla hispana.
Deja una respuesta