Vuelve nuestra serie dedicada a las bibliotecas. Seguimos buscando el lugar perfecto para trabajar. La última vez hablé de la hermosa Biblioteca del Banco de España y luego ya nos agarró la pandemia. En esos momentos de encierro, muchas bibliotecas redujeron sus servicios al mínimo pero hubo otras que usaron la creatividad para seguir cerca de los lectores. Por otra parte, entrevisté a dos bibliotecarias que dejaron todo en esta pandemia. Y ahora, casi dos años después, vuelven muchas bibliotecas a sus actividades habituales. Hoy me voy al Retiro. A conocer la magnífica Biblioteca Municipal Eugenio Trías. Casa de fieras.
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La biblioteca pública y sus usos a lo largo del tiempo
El primer recuerdo que tengo de la biblioteca es la de mi colegio primario. Apenas una habitación y columnas de estanterías. Ya tenía algo de especial toda la mística de tener un carnet y acceder a miles de libros. Tiempo después, ya estando en la facultad, solía preparar los exámenes en la magnífica Biblioteca Nacional de la Ciudad de Buenos Aires. No solía sacar libros. Sí recuerdo haber hecho algún trabajo del colegio y haber consultado cosas pero no la utilizaba como fuente de libros de ficción. Seguía siendo para mí un espacio de silencio y estudio. Recuerdo también escaparme a la Hemeroteca a hojear revistas frívolas. La verdad es que era un edificio imponente. Probablemente, subutilizado. Y recuerdo también el ascensor con ascensorista. Y la burocracia que suponía esperara que llegara. Y yo pensaba que era mejor subir escaleras porque ahí nadie mediatizaba nada.
No nos olvidemos también que las bibliotecas fueron de los primeros lugares que ofrecieron (y siguen ofreciendo) servicio de Internet a miles de personas que no tenían acceso desde sus casas. Todavía hoy la biblioteca sigue siendo para mucha gente el único lugar donde pueden conectarse.
Cuando vine a España y tuve hijos, descubrí otros usos. Y me di cuenta de que no era necesario ir a la librería todo el tiempo ni comprar por Internet. Además vivo en un pueblo pequeño con poca oferta de librerías. Toda esta reflexión me hizo pensar que estos espacios públicos cumplen muchas funciones. No solo es entretenimiento. Es aprendizaje y es un espacio de silencio que no está atravesado por el dinero.
Por último, hay que destacar el aspecto ecológico. La biblioteca fomenta la economía circular y la reutilización.
Hoy en día, además, las bibliotecas son espacios donde se hacen cosas de diversa índole como presentar libros de autores, realizar clubs de lectura o hacer cuentacuentos.
Pero vamos al grano.
El antiguo Zoo de Madrid
Las instalaciones de la biblioteca Eugenio Trías pertenecen a lo que antes se llamó Casa de fieras[1]. Los madrileños de larga data ya sabrán que antiguamente funcionaba allí el Zoo que luego cerró para dar paso, con el tiempo, a la construcción de la actual biblioteca municipal. La verdad es que es bastante nueva: se inauguró en 2013 y se nota. Está pensada para las necesidades de hoy. Y se llevó a cabo siguiendo el decálogo del experto en bibliotecas Faulker Brown.
Yo no soy bibliotecaria ni pretendo serlo pero ya saben que un escritor necesita varias cosas.
- Un espacio para escribir.
- Un espacio para leer.
- Silencio.
- Buena onda por parte del personal.
Y ya saben lo importantes que son las bibliotecas para los escritores. Ray Bradbury decía que había que formarse en la biblioteca, incluso él abogaba por abolir la enseñanza reglada. Tan importante fueron las bibliotecas para él que escribió Fahrenheit 451 en el sótano de una de ellas, echando monedas a las máquinas de escribir de alquiler que había allí[2].
Yo no llego a tanto. Creo en la educación reglada pero una biblioteca pública es un buen comienzo para cualquiera, sea escritor o lector. Simplemente porque es un espacio de libertad en donde ni la autoridad de turno, sea un profesor, un padre o el mercado, nos dice lo que debemos leer. Es una puerta abierta a un universo infinito. Con este espíritu surgió esta serie dedicada a bibliotecas molonas para trabajar.
Hoy quiero hablar de la Biblioteca Municipal Eugenio Trías. Casa de fieras que está en un lugar emblemático y hermoso.
Un entorno privilegiado
Madrid está vacía. Hay poca gente en todos lados pero hace poco vi una cola larga de gente esperando. Me acerqué para ver qué había de interesante.
Era una casa de Loterías. Obvio.
Ya ven. Las librerías y las bibliotecas siguen vacías.
La verdad es que lo mejor que se puede hacer en pleno verano en Madrid, es buscar sitios con aire acondicionado o esperar que caiga el sol. Al entrar a este recinto nos encontramos con un edificio lleno de ventanales. Es decir, pura luz natural. Se aprovecha al máximo la vista del verde del Retiro. Espacio amplios. Muchas mesas. Esta biblioteca tiene un fondo bastante interesante que sobresale de la media de bibliotecas de la Comunidad de Madrid, en efecto, me vine buscando un libro de Mariana Enríquez que no tenían en Torrelodones. Debo decir que el personal es amable y atento. Incluso a los que venimos con niños.
La única nota discordante fue el tema del barbijo que la señora de Seguridad controlaba en los niños sin preguntar la edad de los mismos. No me quejo porque fue lo único incómodo. Otra cosa de orden práctico: hay wifi y enchufes. Un punto más a favor y yo aproveché para cargar mi celular que estaba bajo mínimos.
En la planta baja, nos encontramos con varias salas de ficción y de alquiler de películas y música. Una pasada para los que venimos de pueblos pequeños. Incluso hay una sección dedicada a ejemplares firmados por sus autores, todo un lujo para una biblioteca pública. Lo más lindo es el patio interior que hay con sillas para poder leer al aire libre. Una maravilla.
En la planta baja también hay un lindo patio interior para leer. Sala infantil y juvenil luminosa. Sala infantil con patio interior. Mucha luz natural. Homenaje a Galdós. Para tirarse a leer toda la tarde y decidir bien por qué obra empezar. Todas las ediciones en español de las obras de Galdós.
Lugar perfecto para los niños
La parte de arriba fue la que más me gustó. Una sección infantil que es increíble. Un fondo interesante para los pequeños lectores en donde incluso hay revistas. Destaca también que haya bebeteca. Esto lo señalo porque es muy cómodo poder estar con los niños sin molestar al resto de personal.
Hay espacios amplios y luminosos también y un patio muy bien puesto. Lo que más me gustó de esta sección infantil es que no hubiera personal de la biblioteca mirando todo el rato lo que hace uno. Siempre tengo la sensación de que los bibliotecarios están ahí pendientes de señalar todo el rato lo que uno hace mal. Lo he vivido mucho en otras bibliotecas en donde se reprime al niño y al adulto constantemente. Luego nos quejamos porque los niños no leen pero cuando van a las bibliotecas, los miramos con rostro de sospecha. En este caso, debo decir que estábamos solos con mis chicos en un espacio enorme para nosotros. Sin que nadie nos molestara.
Excelentes espacios para trabajar
Hay algo excepcional que hay que destacar para los que trabajamos con niños en casa. Las salas de lectura están muy cerca de la sala infantil. Y como todo es diáfano, es posible, si tienen cierta edad, soltarlos en las zonas infantiles e irse a trabajar a las salas que están aledañas. En el peor de los casos, se puede también trabajar en la zona infantil, porque, por lo menos en los meses de julio y agosto NO hay nadie. Lo cual me hace pensar en que España sigue siendo un país donde la gente deja de trabajar y estudiar en verano y yo pienso que el verano es la mejor época para trabajar en Madrid. Todo vacío. Todo diáfano. Todo sin utilizar.
Siguiendo el recorrido. Vemos en esa misma planta, numerosas salas para trabajar. Hay enchufes. Mesas amplias. Y además, en esta ocasión, un pequeño homenaje a Pérez Galdós que vale la pena visitar.
¿Qué más se puede pedir?
Una mesada con todas las ediciones de este autor. Unos sillones. Unas vistas magníficas al Retiro. El que no es feliz es porque no quiere porque esta biblioteca es lo más cercano a la felicidad que puede haber en este tórrido verano.
Aire acondicionado. Libros. Y ya está.
Y uno piensa que vale la pena pagar impuestos para estas cosas.
Señores. Repito. Estos recintos están vacíos. Aprovechen estos espacios. Escapen del calor. Viva la biblioteca pública. Y si tiene que trabajar, un lugar único. Huya de los co working y venga a las bibliotecas.
Altamente recomendable.
[1] Para más información sobre la Casa de fieras, les recomiendo el excelente informe de Carlos Robledo Alvarez. (2017). La biblioteca Eurgenio Trías Casa de fieras del Retiro.
[2] Fuente: Un siglo en el universo de Bradbury. El cultural.
Conmovedor y verdadedero. Útil además, porque nadie dice estas cosas. Quienes nos criamos en bibliotecas entedemos el mensaje, y los que estudiamos casi toda la carrera en una bibliotca publica. Hermoso y bien escrito.
¡Gracias!