En estos tiempos de pandemia hemos tenido tiempo de ver viejos debates renacer como el que rodea a la cultura y economía (puedes leer mi ensayo Arte y economía: una mirada desde la filosofía y la historia). Y, como siempre, surgieron algunas discusiones interesantes en torno a si el escritor, y más ampliamente, los creadores son trabajadores. Ya la misma pregunta hiere a muchos: ¿Cómo puede ser que en pleno siglo XXI todavía nos estemos preguntando esto?
Sobre por qué algunos consideran que la creación no es un trabajo
Todo surgió porque en un grupo de Facebook llamado Biblioteca Virtual (que tiene más de 16.000 miembros) se compartían textos literarios de escritores. Yo siempre he tenido una actitud muy abierta con respecto a los derechos de autor. Ya he dicho en varias ocasiones que muy pocos artistas viven de ellos, por lo tanto, su defensa es la defensa de los derechos de una minoría. Pero esto no significa que no quiera que los trabajadores de la cultura, en todas sus ramas, ganen una remuneración justa. El tema de cómo remunerarlos ha destrozado los sesos de generaciones de teóricos, empresarios y artistas y parece que no llegamos a un acuerdo. Solo como dato, para el año 2017 en España (último año que tenemos datos), el salario medio del sector cultural estaba en 15.000 euros anuales para las mujeres y 19.000 para los hombres[1]. Solo la hostelería paga peor a sus trabajadores (y ellos aunque sean tienen una nómina).
Gabriela Cabezón Cámara, autora de la genial Las aventuras de la China Iron, se manifestó de forma educada en contra de esta plataforma de Facebook ya que se estaban compartiendo obras suyas que están a la venta.
Estas fueron sus palabras,
Hola querides. Me parecen muy lindas sus buenas intenciones pero les pido que no circulen mis libros. Les voy a dar un ejemplo de para qué sirven las regalías que tenemos por los libros. El año pasado me enfermé cuatro meses y no pude dar los talleres. Por ende, no tuve ingresos. Si no hubiera sido por las regalías de Las aventuras de la China Iron, que me llevó tres años de muchísimo trabajo, habría tenido que pedir limosnas. Ustedes pueden pensar que yo tengo que pedir limosna si me enfermo. Yo no”[2]
Creo que sus declaraciones sirvieron para abrir un debate que no necesita una respuesta unívoca. Edgardo Scott, otro escritor argentino, respondió a esta polémica en la vereda opuesta. Él defiende que la literatura NO sea un trabajo. Y sostiene que el que se considere trabajador, NO puede considerarse poeta o artista o escritor (WTF?)[3].
Yo veo en estas palabras más un acto de provocación que un argumento sólido. Pero eso no es lo importante. Tener o no razón es lo menos significativo. Lo que resulta interesante es si un argumento provocativo puede disparar un debate fructífero para el sector. En este sentido, tanto Cabezón Camara como Scott cumplen con la premisa.
Yo, sin embargo, veo siempre algo de elitista en pedir que los artistas NO vivan de su trabajo. ¿Por qué el dinero envilece el arte? ¿Por qué ese prejuicio? Y también abre nuevas ventanas de debate.
El ebanista no tiene estos dilemas y su trabajo también es creativo. Podemos hablar de trabajo creativo y aquí entramos en clasificaciones que también han sido objeto de controversia. En Arte y economía (antes citado y que acabo de relanzar y editar) hablo sobre estos asuntos y la compleja relación entre el mundo del dinero y el mundo artístico. Pero volviendo a la pregunta sobre si el creador es un trabajador, cabe preguntarse quizas por la naturaleza de la palabra trabajo. EF Schumacher define tres dimensiones del trabajo:
- como medio de sustento de las necesidades básicas
- como realización personal
- como forma de socialización
Esta triple dimensión le da una importancia crucial en el actual sistema económico en el que se mueve el creador. Se pasan horas trabajando en cualquier proyecto, se goza y se sufre haciéndolo y se lo intenta vender al público con más o menos éxito. ¿No se parece eso a un trabajo?
Si no llegas a fin de mes, no eres un profesional
Hay un lugar común en este sentido que dice que si no podés vivir de esto, entonces no eres profesiona. Y me pregunto si no hay algo más snob que una afirmación de este tipo porque, dados los salarios actuales de muchos sectores de la economía, si usáramos ese criterio, mucha gente quedaría afuera de sus sectores de referencia. ¿Qué le importa al mundo si yo llego o no llego a fin de mes? ¿Por qué esa concepción tan implacable en relación a un colectivo que ya de por sí está tan precarizado?
Como lectora también tengo algo que decir. Y necesito saber que los escritores provienen de todos los estratos sociales. Necesitamos que la gente escriba y que no pertenezcan a una elite sino que tengan los problemas del pueblo llano.
Esa idea del creador que está en su atalaya no la compro ni la practico. Debemos estar con los pies en el suelo.
Y la principal responsabilidad la tienen los mismos artistas, escritores, etc. No valoramos nuestro trabajo y al mismo tiempo no lo valoran los otros. Y nos encontramos muchas veces teniendo que dar explicaciones.
Lo gratuito no siempre es pirata
Hay una idea muy extendida entre los que no se dedican a esto. Ante cualquier acción que realiza un escritor o artista te preguntan: ¿Y cuánto te pagan? o ¿Te pagan? Les pasa a los periodistas y a muchas profesiones en las que hay que hacer determinadas acciones que van enfocadas a hacer comunidad o promocionar productos. Por ejemplo, yo escribo pequeñas reseñas de los libros de voy leyendo en Goodreads. Tengo un perfil y a veces interactúo con seguidores. Los derivo a mi página web o los transformo en suscriptores. Y recuerdo que una amiga ajena al sector me preguntó si me pagaban por ello. La gente que no se dedica a trabajar por cuenta propia no entiende que muchas veces el trabajo no se remunera en dinero sino en especie. Muchas veces, los actores promocionan productos y hacen canje. Es una manera de pago o ganan seguidores en sus redes que pueden, o no, transformarse en patrocinios de diferentes tipos. Este universo tan variado, tan abierto, tan precario es difícil de entender para el oficinista que no mueve ni un dedo si no ve la nómina a fin de mes. Y lo comprendo, por supuesto.
El creador ya está acostumbrado a la incertidumbre desde el mismo momento en que crea una obra (¿se acuerdan cuando les hablé de la vida de Lovecraft y de Humboldt?) y tiene que presentarla, moverla en redes sociales, etc. sin pensar en el dinero.
Y muchas veces sucede que no alcanza la vida de un creador para remunerar su trabajo y son otras generaciones las que disfrutan de su trabajo (qué injusto ¿no?).
El trueque en el mundo de la cultura
Estoy viendo que en esta nueva era de más precariedad pueden emerger nuevas formas de colaboración entre gremios (sean artistas o no). Pienso que pedir ayudas al Estado está bien pero ya comenté que hay otros sectores perjudicados y veo que a veces puede no ser del todo inteligente enfocarnos solo en eso. Yo abogaría por crear sinergias y trueque entre los mismos trabajadores.
Parece que no va a haber dinero y en realidad… ¿Quién necesita el dinero si no es para ir al supermercado o comprar bienes o servicios? Entonces, intercambiemos bienes y servicios. Es lo que venimos haciendo muchos creadores y creo que lo seguiremos haciendo. Porque muchas veces las necesidades están pero no hay dinero para pagarlas.
A menudo, relacionamos el trueque con algo marginal pero, decididamente dentro de lo que algunos llaman Economía solidaria, el intercambio tiene la finalidad de paliar una situación de crisis. Así podemos entender fenómenos como los de Argentina a mediados de los noventa y comienzos de los 2000. En donde se ahonda en el concepto de intercambiar sin ánimo de lucro o en régimen de cooperativas. Yo abogo por algo parecido aunque la palabra “solidaria” hace referencia a algo con lo que no se puede ganar dinero. Yo creo, más bien, en un concepto de solidaridad que enmarque ganar dinero con el fruto de tu trabajo. Ya sea cobrando en dinero o en especie.[4]
Cuentan que Picasso en sus momentos de pobreza, intercambiaba sus dibujos por comida y viene perfecto al cuento por qué el dinero y el arte tienen mucho que ver.
Picasso, Keynes y el dinero
Pablo Ruiz Picasso nace en Málaga, de chico su familia ya se da cuenta que tiene dotes y lo ponen a completar el sueldo del padre haciendo retratos por encargo[5]. Y en este debate, ¿son esos retratos por encargo que hacía el niño Picasso arte o trabajo? Según algunos sería trabajo pero no debería considerarse arte pero ¿no usamos la creatividad para hacer un retrato? ¿O pensamos que el arte es una fuerza que sale del creador y nunca del comprador? Es como si el ebanista pensara que su trabajo es menos creativo o artístico porque alguien le ha encargado una bonita cómoda. El ebanista puede que siga los designios de su comprador pero, aun así, ¿no hay un margen de libre albedrío de ese fabricante de cómodas? ¿No tiene ese ebanista algo particular que lo hace distinto?
Pero volvamos a Picasso. Vemos a un chico que ayuda en casa en una familia a la cual le cuesta llegar a fin de mes pero aparece un tío rico que lo manda a Madrid a estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Parece una oportunidad única.
Sin embargo, Pablo al poco tiempo se aburre y deja las clases. Rápidamente sus mecenas le quitan el sustento. Por primera vez se ve hundido en la pobreza. ¿Cómo hizo para aunar las dotes financieras con las artísticas? Dicen que era muy bueno negociando sus condiciones y así viajó por el mundo y se puso en contacto con marchantes de arte. Fue vivo. Y reunió uno de los patrimonios más importantes dentro del mundo plástico. A finales de los años sesenta el tren de vida anual de Picasso era de más de dos millones de euros.
Con esto no quiero contar una historia de éxito monetario. Eso es lo de menos. Simplemente destacar, justamente, el papel de la pobreza en el proceso creativo y que ese dilema que tenemos todos de cómo solucionar la subsistencia no impide que pueda haber creación literaria o artística.

Keynes decía en Las posibilidades económicas de nuestros nietos, que llegaríamos a una sociedad en la que solo trabajaríamos 15 horas a la semana y que podríamos dedicar el resto de tiempo a la creación. Creo que también como economista se equivocó en separar en dos aguas el trabajo considerado “normal” y el trabajo creativo. ¡El trabajo creativo es trabajo! Y usando esa creatividad, Keynes, que era un gran coleccionista de arte y un mecenas incansable, logró traer con dinero del Tesoro en plena Primera Guerra Mundial varias obras de la colección privada de Cezanne que había fallecido el año anterior.
Lo curioso es que Picasso y Keynes nunca se cruzaron, o al menos, no veo ningún documento que así lo atestigüe. Lo que está claro es que el pintor fue estrecho amigo de su mujer Lydia Lopokova, la bailarina rusa a la cual dibujó en varias ocasiones y con la que estableció un fuerte vínculo cuando trabajaban bajo las ordenes de Dialiguev en los Ballets Russos y Picasso era uno de los vestuaristas.
De nuevo, Picasso, Keynes y Lydia fueron creadores, mecenas y sensibles al arte en todas sus formas pero la nube del dinero pesaba sobre ellos, como sobre todos los seres humanos. Sin embargo, sus procesos creativos fueron incansables.
Los dejo con una frase atribuida a Picasso:
“Vivir modestamente con mucho dinero en el bolsillo” (p.243)[6].
Esa fue su filosofía de vida. Más o menos acertada, los artistas seguirán devanándose los sesos sobre este asunto.
Como el resto de la humanidad.
Para leer más
- El más bello Maynard
- Relatos cortos para entender la economía
- Economía feminista: una mirada literaria
- Economía circular para luchar contra la desigualdad y el cambio climático
- Entender la economía a través de las novelas
[1] Fuente: INE.
[2] Fuente: https://www.infobae.com/cultura/2020/05/02/pirateria-derechos-de-autor-y-el-trabajo-del-escritor-debate-si-agresiones-no/
[3] Fuente: https://www.infobae.com/cultura/2020/05/02/escribir-literatura-es-un-trabajo/
[4] Para más información sobre el fenómeno del trueque en Argentina leer este interesante informe.
[5] Fuente: Picasso, Olivier. Retratos de familia. Algaba Ediciones. 2003
[6] Fuente: Ob. Cit.
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