Los niños y jóvenes empiezan a hacer preguntas. ¿De dónde sale el dinero? ¿Por qué hay pobres y ricos? ¿Cómo se hacen los libros y los juguetes? Y cuando las hacen, te das cuentas de lo obvio. Tu hijo no sabe nada de economía. Hoy exploramos algunos textos literarios para introducirlos en una nueva dimensión del sistema económico en el que viven. Disfruten.
La ignorancia pasmosa de los niños
Mi hija está feliz porque dice que va a ir al supermercado con el colegio. Están estudiando los decimales y adquiriendo nociones básicas de educación financiera. La idea de comprar siempre es ilusionante para un niño. Por alguna razón, encuentran un placer supremo en ir al supermercado. Se fascinan con los centros comerciales. El olor a nuevo. Las luces. Todo es prometedor. Por supuesto, no suelen preguntarse mucho sobre dónde se fabrican los productos que adquieren, qué condiciones de trabajo tienen esas personas, cómo se hicieron los cimientos de aquellos mega edificios. Realmente, no saben de dónde sale el dinero.
Mi hijo pequeño me dice: mamá, andá al banco a fabricar dinero y me comprás este juguete.
Es fascinante las imágenes que tienen en la cabeza. Imaginan grandes edificios donde la gente, o una máquina, fabrica papel moneda. En su mirada ingenua, el dinero es un papel que sirve para comprar cosas y todos podemos acceder a él. En la mente de los niños, está implícita la idea de democracia y de igualdad.
No hay conflicto.
Después, pasa el tiempo y empiezan a ver cosas bastantes disruptivas para sus cabecitas. Mendigos. Gente revolviendo en la basura. Y ahí, les toca reacomodar el relato. Además, te das cuenta de lo violento del asunto. Son imágenes que ellos reciben en un mundo cotidiano. Y quizás ahí radica la violencia. No es solo el hecho en sí de que haya pobreza, sino de que la misma nos sea tan natural y de que está ahí mientras ellos disfrutan de sus privilegios: ¿qué cuentos se harán en su cabeza para acomodar esas imágenes?
Tenés que regalar ese juguete que no usas nunca, digo cuando me harto de ver cosas sin usar.
Entienden muy bien el asunto de la ecología, la idea de reciclar, de NO contaminar pero surge una grave disonancia cognitiva cuando introducimos el factor monetario.
¿Sabés quién fabrica ese juguete?
¿Sabés de qué material está hecho?
Y ahí, predomina su mente egoísta: ya intuyen que hay niños que tienen menos cosas. Y cuando se lo recordamos, se quedan callados pero no pueden luchar contra ese síndrome de Diógenes que los lleva a acumular. Y pasa el tiempo y les vuelvo a preguntar y me doy cuenta de que tienen un barullo importante en la cabeza. Nos ven a veces pagar con un cacho de plástico, otras veces con papel y, cada vez más, con el móvil. Y supongo que minuto a minuto van recalculando.
En realidad, si lo pensás, te das cuenta de que no saben nada. Viven en la completa ignorancia y en parte es nuestra responsabilidad. Por supuesto, no abogo por traumatizar a los niños. Ya habrá tiempo para eso pero sí que podemos introducirlos en la complejidad del sistema en el que viven. En especial, en lo que tiene que haber con la publicidad. He sido testigo de campañas de los mismos bancos para enseñar finanzas en las escuelas pero, ¿dónde les enseñan a los jóvenes a que las empresas no les timen? ¿Qué cosas debemos mirar en detalle antes de pedir una hipoteca? ¿Por qué no debemos fiarnos únicamente de lo que diga el banco? ¿Cómo evitamos las burbujas financieras o inmobiliarias? Algunos jóvenes ya se empiezan a dar cuenta, en especial con las promociones engañosas y la publicidad.
La economía nos vuelte un poco locos
Mamá, no vuelvo a Claire’s.
Y yo me alegro. Le hago ver que no es normal que cobren una diadema de mala calidad 10 euros. Ella ya mira las etiquetas y ve que no está hecha en España. Lo que no sabe aun es por qué se fabrica tan poco en España y tanto en otros países porque apenas está aprendiendo la noción de tipo de cambio. Le parece que diez euros es poco pero no sabe que 1 euro es mucho dinero, en términos globales, porque vivimos en una economía de moneda fuerte. El mismo valor cardinal la desorienta, el número 10 le sigue sonando a poco: ¿cómo va a ser mucho dinero?
Cuando estuvimos en Argentina, tuvo que aprender a los ponchazos. Fascinada por los billetes con animales argentinos. No me entraban en la billetera porque necesitaba muchos para comprar más bien poco. Pero esa abundancia de papel moneda solo podía significar que el dinero, en realidad, valía muy poco. Mi hija, sin embargo, me dijo:
Mamá, todo sale muy caro. Mira todos los billetes que usas.
No sale caro, es que el peso vale poco.
¿Qué?
En términos de euros, el peso vale poco.
Y se queda confusa porque recién ahora está con los decimales y las relaciones y claro, es un concepto un poco elevado pero de a poco va entendiendo.
Pero volviendo a la educación, ¿no debería la escuela, y los padres, enseñar a los alumnos a ser ciudadanos vigilantes?
El capitalismo es una cáscara brillante y vistosa.
De colores, poco comunes.
Brilla mucho, huele a nuevo.
Los aromas son puro artificio.
Imita siempre algo que ya existe en la naturaleza.
Pone a los sujetos a actuar con guión.
Te enreda con sus cortesías.
Sonríe todo el rato.
Y al mismo tiempo es implacable cuando quiere.
Es un escenario que esconde todo el rato. Tiene que ocultar. Debe tapar por fuerza. Ensalzar y, al mismo tiempo, transformar la realidad.
Pero, si miras bien, uno tiene herramientas suficientes para ser capaz de percibir todo ese «detrás de escena» que conforma el sistema económico. Por eso pienso que está muy bien la educación financiera pero siempre poniendo el énfasis en que el principal objetivo de las empresas no es agradar al consumidor ni hacer felices a los niños, sino ganar dinero. Quizás, deberíamos hablar de educación económica que abarca mucho más que las finanzas personales. Debemos enseñarles, me parece, a ser buenos observadores, así como lo son con nosotros cuando intentamos explicarles algo por su bien. Muchas veces cuando les decimos algo, argumentan, desconfían, te miran raro. Yo les diría que desconfiar de los padres está muy bien pero también de las empresa y del Estado. Incluso un poco de lo amigos, en especial, cuando actúan en manada. Por supuesto, no estamos hablando de ser paranoicos, solamente de establecer una mirada crítica a las cosas.
Usar la literatura para ver mejor el capitalismo
Hoy quiero hablar de algo tan básico como la enseñanza de la economía a los más jóvenes. A menudo se habla sobre la importancia de que tengan nociones básicas, que sepan lo que son las tarjetas, armar un presupuesto, las consecuencias del endeudamiento, etc. Esas cosas las aprenden en el colegio y puede estar muy bien pero yo siempre pienso que no hay forma más certera de ver cómo la economía moldea nuestras vidas que a través de la literatura. De forma directa, a través de novelas y cuentos, podemos realmente dimensionar nociones básicas de la economía, el mundo del trabajo, los cuidados, los salarios, las burbujas y cómo todo eso afecta directamente las relaciones personales, la amistad, el amor, la elección de la pareja, la carrera, etc.
Los niños y jóvenes no saben cómo funciona el mundo
Desde el grupo de Economía y literatura hacemos recomendaciones de todo tipo (puedes sumarte sin problemas) pero hoy me interesa hablar de ese colectivo que suele vivir un poco en la inopia o que está en la edad del pavo. Es ecléctico. Lee de todo o no se centra o no tiene ni idea de cómo funciona el mundo porque lo llevamos y lo traemos a todos lados. Porque muchos de ellos no manejan dinero apenas o porque no les interesa. O solo les interesa algunos aspectos del mismo, desconociendo otros.
El otro día había un debate en Linkedin en donde se proponía enseñar a los niños nociones básicas de propiedad intelectual, en teoría, para que valorasen la creación. Por Dios, qué inopia.
Señores, los niños no tienen ni idea ni de cómo se fabrica un libro o una canción. Empecemos por ahí. No saben qué cosas están en juego, quiénes colaboran en la cadena de valor, qué oficios intervienen, dónde se fabrican las cosas, qué condiciones tienen esos empleados, qué estudiaron, etc . Estamos todavía demasiado atrás como para hablarles de algo tan peregrino y minoritario como la propiedad intelectual.
Los chicos a menudo no son conscientes cómo están moldeados por el sistema económico y social en el que viven y yo creo que conocerlo ayuda a tener más empatía por el otro. Podemos comprender y tolerar al prójimo cuando es posible dimensionar en nuestras cabezas otras formas de vida.
Sobre mi selección
Me he limitado a textos de ficción y no ficción para chicos a partir de 11 años en adelante. Quizás algunos textos es conveniente leerlos con un adulto porque sirven como disparador de temas interesantes para charlar. Además, puede que sean un poco densos si no están acostumbrados a ese tipo de lectura. En este sentido, he incluído textos largos, cortos, novelas, cómic, así como algún ensayo. La idea es que no se agobien, en especial los que no tienen tanto hábito de lectura.
Luego estos libros son excelente invitaciones a seguir leyendo otras cosas. Por último, incluyo clásicos como novedades. Me gusta que lean cosas actuales pero que no pierdan de vista la literatura clásica que ha sido parte de la infancia de muchas generaciones. Disfruten.
Naftalina, una novela gráfica para introducir temas de economía feminista e inmigración
Realmente, desde el principio, la economía está muy presente aquí. Una abuela que no pudo estudiar y tuvo que ponerse a trabajar mientras que su hermano pudo ir a la universidad gracias a esa hermana que estaba a obligada a trabajar para pagar sus estudios. El telón de fondo es la crisis económica argentina del 2001. ¿Cuántos relatos conocemos de mujeres que han contribuido a la economía familiar sin tener derecho a estudiar? Me parece una buena historia para leer con niños mayores ya adolescentes.
Varias cosas. No está claro para qué edad está recomendada. Mi hija de 10 años mostró mucho interés y lo leímos juntas. Es un texto adulto pero que se puede leer con niños y adolescentes ya mayores. Cumple la función de disparar debates sobre temas interesantes como el sexo, el feminismo, la economía, la inmigración y las relaciones familiares.

Los dibujos y la edición son muy lindas y Sole Otero ganó el XIII Premio Fnac-Salamandra Graphic. La historia no es especialmente original vista desde la mirada adulta pero, en realidad, hay que juzgarla de forma diferente pensando a qué público va dirigida. Si el público es adulto, veo la trama con muchos lugares comunes pero funciona mejor si está dirigida a un lector adolescente porque, como decía antes, dispara charlas interesantes. Un detalle: hay textos en italiano sin traducir. A mi no me importa porque lo entiendo pero quizás muchos lectores se han quedado afuera. Edita Penguin Libros.
La edición, un lujo.
Una habitación propia, de Virginia Woolf y la importancia del dinero para la creación
Para mí, este es uno de los primeros textos de economía feminista. Pienso además que tiene una prosa simple que no requiere una guía especial. Quizás, un acompañamiento adulto es bueno para poner en contexto a la autora pero está bueno situar el rol de las mujeres al final del periodo victoriano.
Es un ensayo que refleja muy bien la relación conflictiva entre la economía y la creatividad. Aun con sus contradicciones Virginia Woolf supo ver la importancia que tiene la economía en la literatura. En especial, cuando hay que visibilizar a las mujeres. El texto comienza relatando esa pequeña herencia que recibe de una tía que le permite poder dedicarse a escribir.
Les recuerdo que, según datos oficiales, más del 70% de la riqueza de España es heredada. Lo veo como un texto que perfectamente se puede leer en el instituto. Para pensar.
«Los niños del agua» de Charles Kingsley y el trabajo infantil
Ojo, esta obra es densa incluso para un adulto pero la incluyo porque creo que varios pasajes merecen la pena. Con una buena guía adulta, vale pena adentrarse en el mundo Kingsley. Es una obra con muchas referencias económicas interesantes. Al igual que en Dickens, hay retazos de los estragos de la revolución industrial en Reino Unido. Aunque Kingsley es posterior a Dickens, hay referencias claras a un sistema despiadado con los trabajadores, en especial con los niños. A mi juicio, la obra de Kingsley es superior a la de Dickens. Más poética y más fantaseosa, en «Los niños del agua» está muy presente también la ciencia, el empirismo, la evolución, la naturaleza y el siempre presente recurso de las hadas. No les cuento más. Para mí, es un libro maravilloso. Aunque está catalogado como cuento de hadas, es complejo de leer para niños sin ayuda adulta. La editorial Rey Lear sacó una hermosa edición tapa dura en español que trae las ilustraciones originales de la primera edición. Un libro para tener en la mesa de luz. Fue prohibido durante el franquismo y por eso nunca llegó a ser popular en España. Lo recomendaría a partir de los 14 o 15 años.

Oliver Twist, un clásico que nos sitúa en los comienzos del capitalismo global
Dickens nos cuenta el lado más oscuro de un sistema económico que explota a niños y en donde la calle es el lugar de los peligros y la explotación. De Dickens hay que leerlo todo para entender parte de la historia económica de la época. El mismo fue un niño que tuvo que ponerse a trabajar a los 12 años mientras su padre estaba preso por deudas. Fijense que, aunque Dickens se ganó el podio de los mejores y llegó ganar mucho dinero con su prosa, no fue hasta que murió la abuela y les dejó una pequeña herencia que la familia no pudo salir a flote. Ahí hay un cambio importante en su vida y Dickens empieza a trabajar como periodista. Para los que hablan de meritocracia, les digo que siempre se necesita de un empujoncito que es el azar, un elemento que es clave en economía. Oliver Twist es atrapante y facil de leer. La economía atraviesa toda la obra empezando por el hambre de los niños que son obligados a trabajar. Es una historia cruda pero, al ser de aventuras, creo que es digerible para los niños. A partir de 10 años, es perfecto para que la lean sin ayuda.
«Cuarenta centímetros cuadrados», de Samantha Scweblin sobre la pareja y el dinero
A ver. Normalmente Samantha no es conocida por escribir para jóvenes pero incluyo este texto porque me parece accesible para que lo lea un adolescente sin ayuda. Samantha no escribe complicado y tiene una forma de narrar despojada, además de que la narración es breve.
En esta historia, una mujer vende su anillo de casada cuando decide divorciarse, (la narradora es su nuera que se siente en deuda por todo lo que le da la suegra), y hacer una mudanza inminente, quizás por razones económicas. La mujer y el dinero siempre construyen historias. Y se tejen relaciones de dependencia donde está la culpa y la dominación. Los abusos. No podemos explicar la violencia sin explicar el dinero. Es un buen texto para introducer el dinero y la familia como ejes de conflicto. Edita Páginas de espuma.
Domingo, de Natalia Guinzburg para entender la pobreza de la Italia de la posguerra
En este libro, Acantilado reúne algunas crónicas interesantes sobre la vida dura de los campesinos y los trabajadores de las fábricas. Ilustra muy bien la pobreza extrema de la Italia bajo el fascismo y luego bajo el régimen nazi. Son artículos muy cortos y muy ilustrativos. Se los recomiendo. Es una buena estampa de la situación económica durante la Segunda Guerra Mundial en Italia. Me parece un buen complemento que cualquier joven puede leer porque Natalia escribe fácil y hermoso. Hay un momento en el que muchos alumnos de secundaria estudian la Segunda Guerra Mundial. Es excelente momento para introducir estos textos y dimensionar la extrema pobreza que vivió la Europa de la posguerra. Hacerlo desde la literatura a veces es más ameno para los alumnos que solo a través de un libro de texto. Esta obra está editadaa por Acantilado.

Por supuesto, hay muchas obras más. Me costó hacer esta selección porque la economía, de una u otra manera, en realidad, deambula siempre por las tramas literarias. Y ustedes ¿tienen alguna obra para recomendar para jovenes y niños que aborde el tema económico en alguna de sus viariantes?
¡Te espero en los comentarios!
Más que un ensayo, es un seminario. Claro, profundo, escrito con tu fino tecleo…
Hago lo que puedo. ¡Gracias!
Excelente bitácora para ese (acuerdo) seminario. Te felicito, muy ilustrativo en muchos sentidos
Muchas gracias, Marcela.
Muchas gracias, Silvia.
Un artículo fantástico y muy esclarecedor. Un viaje iniciatico por el mundo de las finanzas…
Ojalá seamos capaces de enseñar a nuestros hijos sobre el dinero y cómo utilizarlo de una forma responsable y sostenible. Solo así tendrán la capacidad para transformar el mundo en un lugar mejor.
Gracias a ti, Nuria por el interés y por la ganas que pones siempre en tu trabajo.